Marvel apuesta por paisajes reales y antihéroes rotos en Thunderbolts, su película más cruda

Lejos de las fórmulas tradicionales del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU), Thunderbolts introduce una narrativa que combina introspección emocional, antihéroes fuera de control y una puesta en escena más física que digital. La visión del director Jake Schreier redefine los códigos del cine de superhéroes, priorizando la humanidad de los personajes por sobre sus habilidades, y apostando por una estética cinematográfica que pone el foco en locaciones reales y acrobacias prácticas. “Es una historia de duda y vacío interior”, dijo el cineasta, en referencia a la dimensión emocional de sus protagonistas.

La película parte de un concepto de “road movie” en un multiverso en expansión, donde un grupo heterogéneo de personajes recorre distintos paisajes del planeta, enfrentando tanto enemigos externos como dilemas personales. Schreier, que ya había trabajado en Beef y Paper Towns, retoma aquí el trabajo conjunto con la diseñadora de producción Grace Yoon, quien contribuye a consolidar una estética visual más cruda y realista, lejos del CGI omnipresente en otras entregas de la franquicia.

Al frente del escuadrón aparece Yelena Belova, interpretada por Florence Pugh, quien retoma el papel de exasesina convertida en espía. La acompaña su padre ficticio, el Red Guardian encarnado por David Harbour, quien aporta una cuota de humor irónico y fuerza bruta. Se suman el polémico John Walker, el ex Capitán América que encarna Wyatt Russell; Ghost, el personaje salido del universo de Ant-Man, interpretado por Hannah John-Kamen; y Bucky Barnes, el Soldado del Invierno, en manos de Sebastian Stan, quien encarna al antihéroe por excelencia del MCU. La dinámica entre ellos responde más a un conflicto constante que a una camaradería clásica, reforzando la apuesta del director por un enfoque “muy humano” y emocionalmente fracturado.

Uno de los momentos más impactantes de Thunderbolts ocurre al inicio, cuando Florence Pugh salta en paracaídas desde el Merdeka 118, el segundo edificio más alto del mundo, ubicado en Kuala Lumpur. El salto se realizó sin doble, a pesar de las objeciones iniciales del equipo de producción por razones de seguridad. Finalmente, Kevin Feige, presidente de Marvel, dio luz verde al rodaje tras la intervención de tres empresas de ingeniería que certificaron la seguridad de la estructura construida para la acrobacia.

El rodaje se vio afectado por condiciones climáticas adversas, incluyendo vientos fuertes y protocolos por tormentas eléctricas: “Cada vez que caía un rayo a menos de ocho kilómetros, había que evacuar el tejado y esperar media hora”, recordó Schreier. La torre aún estaba en construcción al momento de la filmación, lo que convirtió la escena en una suerte de acto inaugural para el rascacielos.

Otro punto clave en la capital malasia es la Plaza Medan Pasar, la antigua plaza del mercado que representa el centro histórico de la ciudad. Allí se desarrolla una escena de fuga tras una explosión provocada por Yelena. La explosión fue real: el equipo de producción hizo estallar un nivel de la torre del HSBC localizada en esa misma plaza, sumando otra escena de acción física al repertorio de la película.

El segmento más explosivo de Thunderbolts se despliega en los desiertos de Utah, donde el grupo escapa de una emboscada organizada por la directora de la CIA, Valentina Allegra de Fontaine, interpretada por Julia Louis-Dreyfus. Las persecuciones involucran dos limusinas y cinco Humvees militares, con un Bucky Barnes en moto que acapara la atención en la secuencia.

El equipo de rodaje utilizó un tramo de una milla de carretera durante dos semanas, en un escenario donde las temperaturas alcanzaron los 38 grados. Las condiciones climáticas extremas provocaron fallos en los vehículos y sistemas de aire acondicionado. Aun así, Schreier insistió en rodar allí por las “texturas desérticas únicas” del estado. Según explicó, los recursos disponibles en una producción de Marvel permiten evitar estudios virtuales y optar por escenarios reales, incluso si eso implica renunciar a exenciones fiscales más generosas en otros territorios.

Como en muchas producciones del MCU, Atlanta funcionó como base para las escenas de estudio. En los Trilith Studios y Atlanta Metro Studios se recrearon interiores clave, como la Calle 45 de Nueva York y la renovada Torre de los Vengadores. Rebautizada como “Atalaya”, la torre aparece ahora bajo el control de Valentina, y presenta un nuevo diseño con revestimiento negro que enfatiza su giro más oscuro.

El ático en la cima, centro de numerosas escenas decisivas tanto en Los Vengadores como en Thunderbolts, fue reconstruido por Grace Yoon. La decisión de transformar la torre funciona además como guiño a los cómics de Marvel de los años 2000, donde Sentry construye su propia Watchtower sobre la Torre de los Vengadores.

Aunque muchas escenas se rodaron en estudio, la producción también utilizó tomas reales de Nueva York: vistas aéreas, calles y fondos urbanos fueron incorporados como capas sobre los sets de Atlanta. La ciudad también alberga una gala en homenaje a la Batalla de Nueva York, el evento fundacional del MCU, en el que los Vengadores originales enfrentaron a Loki y su ejército Chitauri.

Uno de los detalles más meticulosos del rodaje fue la inclusión del cetro original de Loki, el artefacto que contiene la Gema de la Mente. Extraído directamente de los archivos del MCU, el cetro aparece como un “verdadero artefacto Marvel”, en palabras del director.

Esta nueva entrega propone una lectura más sombría del universo Marvel, donde las certezas heroicas ceden paso a la duda, la desconfianza y una visión del mundo teñida de ambigüedad moral.