Las calles del lugar donde uno vive son documentos vivos de sueños, ilusiones y anhelos de otros que las transitaron. En el caso del microcentro porteño, un lugar emblemático de la ciudad de Buenos Aires, cada paso puede ser un gran descubrimiento porque sus calles no solo narran la historia política y económica de la Argentina: también cuentan la historia de sus escritores, sus lectores y su amor por los libros. En menos de veinte cuadras se puede recorrer un entramado de cafés, librerías, bibliotecas, viviendas y placas que mantienen viva la memoria literaria de la ciudad.

<b>El café de Cortázar y la bohemia de Avenida de Mayo</b>
En la intersección de Avenida de Mayo y Florida, se encuentra el histórico London City, que abrió sus puertas en 1958 y que, desde entonces, fue refugio de poetas, artistas, políticos, que transitaban desde el Palacio Municipal hasta el edificio del Consejo Deliberante, periodistas que entraban y salían del vecino edificio del diario La Prensa y de los porteños y turistas que paseaban y trabajaban a lo largo de la hermosa Avenida de Mayo. En una mesa, Julio Cortázar escribió su primera novela, Los premios, que publicó en 1960. Hoy, declarado sitio de interés cultural, este bar sigue siendo refugio para lectores solitarios, oficinistas nostálgicos y turistas que buscan el aura del autor de Rayuela, cuya estatua ubicada en su mesa favorita, parece ensayar otros escritos entre cafés y observaciones de la vida urbana.
A media cuadra, se encuentra el emblemático edificio del diario La Prensa, en el que hoy funciona la Casa de la Cultura. Fundado en 1869 por José C. Paz, este periódico contó con la colaboración de escritores como Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, José Ingenieros, Baldomero Fernández Moreno. Hoy se puede asistir a distintos eventos culturales y apreciar sus maravillosas pinturas y esculturas.

<b>Donde vivió Saint-Exupéry: un principito en la Galería Güemes</b>
Entre los detalles modernistas y los techos altos de la Galería Güemes, en Florida 165, hay una historia inesperada: Antoine de Saint-Exupéry, autor de El Principito, vivió allí entre 1929 y 1931. Desde su departamento en el sexto piso, con vista al Río de la Plata, escribió partes de Vuelo nocturno, inspirado por sus días como aviador en la Argentina. Hasta hace poco tiempo podía visitarse, pero actualmente se encuentra en proceso de restauración. De todos modos, la galería está abierta y es una maravilla digna de visitarse.
En la zona, hay placas que recuerdan el lugar donde vivió Borges (Maipú 994) o Macedonio Fernández (Uruguay 852). Y podríamos seguir. Es cuestión de caminar con ánimo de ver esa historia que nos envuelve y nos devuelve a un tiempo activo de libros, lectores y autores.

<b>La primera escuela pública, entre libros y patria</b>
En la esquina de Reconquista y Corrientes, Sarmiento fundó en 1859 la primera escuela de América del Sur destinada a la educación común. El edificio se construyó mirando al oeste porque tenía como objetivo recibir estudiantes de todos los puntos de la ciudad. Inicialmente fue una escuela de varones, en la que estudiaron, entre otros, el poeta Pedro B. Palacios (Almafuerte) que nos recomendara “no te des vencido, ni aun vencido”.

Librerías, academias y bibliotecas con pasado
Frente al Cabildo, la Librería de Ávila (Alsina 500) funciona desde el siglo XVIII. Fue visitada por próceres, educadores y escritores de varias épocas de nuestra historia. Pero particularmente en el SXX, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo, recorrieron sus páginas y entretejieron ideas entre sus anaqueles. Hoy conserva su mobiliario original, con vitrinas de madera y olor a historia impresa.
La Academia Nacional de la Historia ocupa desde el 1º de julio de 1971 su actual sede de Balcarce 139, en el solar donde nació el prócer de la Independencia general Antonio González Balcarce y donde se funcionó, entre 1864 y 1905, el Congreso Nacional. Conserva el estrado con su mobiliario original y el fondo imponente del retrato de gran tamaño de Valentín Alsina pintado en 1871 por Manzoni, la mesa de los taquígrafos, las bancas sin pupitre en las que se sentaron muchos de los hombres que construyeron el país, las lámparas con sus armoniosos caireles, el decorado de las galerías y el tono rosado de sus paredes. Su Biblioteca conserva documentos y publicaciones de gran valor histórico.
A pocas cuadras de allí, sobre la av de Mayo, encontramos el Café Tortoni, el más antiguo de la ciudad, fue inaugurado en 1858. Sus paredes nos cuentan de todos los visitantes ilustres que saborearon su café, celebraron un encuentro en sus mesas de mármol. Entre tantos escritores y artistas, Gardel era una presencia frecuente. Tenía su mesa reservada. El lugar nos transporta a esa Buenos Aires del tango. En su subsuelo todavía se puede asistir a espectáculos musicales y de danza. En la puerta de al lado, la Academia Nacional del Lunfardo, nos invita a indagar sobre el habla popular que constituye parte de la identidad de esta ciudad y que encontramos en tantas poesías.
La ciudad como una gran biblioteca
El microcentro porteño, ruidoso, apurado, por momentos ajeno pero siempre fervoroso y exacerbado, es una gran oportunidad de invitar a los más jóvenes a tomar contacto con las historias, los autores, el mundo lector. Leer la ciudad, bucear en su historia y conocer cómo la vieron, la soñaron y la vivieron en otros tiempos. Es cuestión de detenerse, levantar la vista o entrar a una librería vieja, y descubrir que el corazón de Buenos Aires late entre libros.
Este recorrido no es solo una excursión cultural: puede convertirse en una actividad pedagógica, lúdica y transformadora. Caminar las mismas calles que Borges o Cortázar, sentarse en los bares donde escribieron, descubrir que Saint-Exupéry vivió a metros de donde hoy se toma el subte, ayuda a despertar la curiosidad y construye un puente emocional entre los jóvenes y la lectura.
Los libros no están aislados del mundo, sino que nacen de él. Los autores vivieron, amaron, lucharon y soñaron en los mismos rincones que hoy habitamos, y esto es algo que puede acercar a los chicos al mundo de los libros, encender la imaginación y la curiosidad. Aleja la lectura de la obligación y la vuelve una posibilidad, un entretenimiento, una emocionante aventura.
Silvana Cataldo es especialista en innovación educativa y Líder pedagógica del Programa A leer en vivo en Ticmas.
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