En un país con cifras de abandono escolar y desempleo juvenil alarmantes, el rol de las organizaciones cobra un valor especial en la capacitación y el desarrollo personal de quienes buscan insertarse en el mercado laboral y construir un proyecto de vida sostenible a lo largo del tiempo.
En este contexto, la Fundación Pescar se posiciona como un faro de oportunidades. Esta organización ha transformado la vida de jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad a través de propuestas de formación intensiva que combinan educación, empleabilidad y acompañamiento personalizado.
Silvia Uranga, directora general de la Fundación Pescar, pasó por el auditorio de Ticmas para conversar junto a Patricio Zunini acerca de los desafíos de construir un mejor futuro para los jóvenes, las estrategias llevadas a cabo por la ONG y los resultados obtenidos.
Antes de comenzar, Uranga aclaró que la Fundación Pescar es el programa más difícil que le ha tocado llevar a cabo, debido a los enormes retos que conlleva la búsqueda de inclusión social y laboral de jóvenes de escasos recursos económicos.
Sin embargo, los resultados parecen ser muy positivos: “Tenemos un 84% de inserción laboral efectiva, un 92% de terminalidad escolar y un 70% de los egresados continúa formándose”, resaltó Uranga con orgullo.
Libertad, la clave del éxito
La clave del éxito de Pescar radica en una metodología basada en la libertad de elección, el compromiso personal y el acompañamiento continuo, explicó Uranga. Los participantes se inscriben voluntariamente, pasan por un proceso de selección con entrevistas y pruebas y luego acceden a capacitaciones que combinan habilidades blandas, formación técnica y el uso responsable de la tecnología.
“Les enseñamos a construir un proyecto de vida viable, con metas claras, y a reconocerse como sujetos capaces de transformar su realidad”, afirmó Uranga y señaló que, si bien estar escolarizado es fundamental para lograr un futuro y perseguir metas, lo más importante es tener un sueño.
El modelo incluye una red de seguimiento que continúa apoyando a los egresados en su inserción y desarrollo laboral. “Queremos que cumplan sus metas y que sus emprendimientos sean rentables”, dijo Silvia. Además, también señala que se ofrecen becas de estudio, préstamos de computadoras y vínculos con consultoras y empresas que valoran los perfiles formados por Pescar.
El desarrollo junto a las empresas privadas
El financiamiento de la fundación es 100% privado, según explica la directora. De esta manera, la ONG construye alianzas con empresas de distintos sectores, desde automotrices hasta bancos, que no solo aportan recursos sino que también brindan formación profesional relacionada con su actividad.
“Las empresas no tienen compromiso de tomar ningún empleado”, explicó Uranga. Sin embargo, a pesar de no estar obligadas, muchas de estas empresas igual terminan incorporando egresados de Pescar gracias a su preparación y su compromiso.
En otras charlas llevadas a cabo en el auditorio de Ticmas surgió el debate acerca de los primeros trabajos y por qué se normalizó el que los jóvenes tengan que someterse a experiencias precarias cuando inician su trayectoria profesional. Sobre eso, Uranga señaló que, para ella, los chicos pueden tener trabajos precarios para empezar, pero que deben aspirar siempre al trabajo formal. Sobre el público objetivo, hay varios programas diferenciados según la formación que se le va a dar a la persona.
Hablando desde la experiencia
Silvia también destacó la importancia de medir resultados y generar impacto real. “Para un curso de 35 lugares tenemos más de 500 postulantes, la demanda es enorme”, dijo. Además, señaló que “la Argentina necesita inversión en educación basada en evidencia”.
A lo largo de su trayectoria, Silvia Uranga fue pionera en programas juveniles desde su paso por la organización Conciencia, y fue quien trajo el modelo Pescar desde Brasil a la Argentina. “Siempre sentí que el desafío era lograr que cada persona sea protagonista de su propio destino. Pescar ofrece ese espacio de transformación”, aseguró.
Con emoción, recordó algunas historias, como la de una egresada que comenzó en un centro de Pescar con formación en maquillaje y llegó a estudiar cosmetología en la USAL, viajar a Francia y asistir a la última bendición del Papa Francisco en el Vaticano. “Ella sola cambió su vida y la de su familia. Esos testimonios nos dicen que vale la pena”.
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