En el corazón de la 49ª Feria del Libro de Buenos Aires, el auditorio de Ticmas fue escenario de una conversación que no sólo expuso una política pública en marcha, sino que también delineó un paradigma posible para la educación inicial en la Argentina.
La charla “La educación en Tres de Febrero”, dentro de la Jornada Federal organizada por Ticmas, reunió a Leopoldo Palmieri, Victoria Visconti y Sofía Schiavo para detallar cómo el municipio bonaerense está implementando un ambicioso proyecto de alfabetización desde los jardines de infantes, pensado desde el territorio y con una fuerte articulación pedagógica y comunitaria.
“Nos encontramos con 27 jardines”, comenzó recordando Leopoldo Palmieri, secretario de Educación y Desarrollo Humano del municipio. “Tuvimos que capacitar a todo el equipo directivo, capacitar a todos los docentes, invertir en infraestructura, y llevar adelante programas que también atendieran lo emocional, la robótica... y ahora estamos parados sobre el paradigma y el proyecto de alfabetización.”
Un proyecto desde el territorio y con identidad propia
El plan de alfabetización no se impuso como una política vertical ni como un esquema estandarizado, sino que se empezó a formar desde 2024 “frente a esta problemática de la dificultad en la lectura y comprensión lectora que va desde los niños hasta la secundaria”, explicó Victoria Visconti, subsecretaria de Educación. “Nos sumamos al Plan Nacional de Alfabetización, pero no como un paquete cerrado. Lo armamos junto a los equipos docentes. No es lo mismo un jardín de Caseros que uno de un barrio popular.”
El diseño local contempló tres ejes: habilidades precursoras, formación docente y el proyecto institucional de alfabetización (PIA). Según Visconti, esas habilidades “ya se generan a los cuatro o cinco años, y hay que observar cómo están hoy nuestros niños en los jardines para saber desde dónde trabajar.”
Medir sin evaluar, observación como innovación
Uno de los puntos que más distingue al proyecto de Tres de Febrero es su instrumento de observación de habilidades precursoras, desarrollado junto con la doctora Ferroni del CONICET. “En el nivel inicial no existe la evaluación formal”, señaló Palmieri. “Pero para poder ejecutar una política pública efectiva, tienes que tener datos. Entonces diseñamos esta herramienta que permite observar dentro del aula qué habilidades están desarrollando los chicos.”
Esa herramienta no se limita a la secretaría, pues se articuló con el Instituto Capacite, el profesorado municipal, cuyos estudiantes también participaron del proceso. “Las estudiantes tienen que realizar observaciones para poder recibirse”, detalló Palmieri. “Entonces observan, aprenden, y nos ayudan a observar qué pasa curricularmente y en la planificación diaria. Es una cadena de contenidos y observación que enriquece a todos.”
Alfabetizar en un entorno complejo: prácticas, teoría y aula
Sofía Schiavo, asesora pedagógica del programa, mencionó que la participación de todos los involucrados es clave, pues “no hay forma de pensar un programa de alfabetización si no lo hacemos con quienes todos los días están en las aulas.” Destacó que el trabajo se desarrolla en un marco de teorías múltiples, sin imposiciones. “Estamos completamente sentenciados a la complejidad”, dijo. “Y eso es lo más poderoso, porque nos obliga a dialogar entre teorías. El diseño curricular de la provincia tiene al constructivismo como base, pero no nos cierra a otras miradas.”
Schiavo añadió que uno de los ejes que más se discutió fue el ambiente alfabetizador. “Siempre que hablamos con las docentes sobre cómo hacer las observaciones, lo primero que surge es: ‘¿Y el ambiente alfabetizador?’. Algunos creen que al sistematizar prácticas no creemos en ese ambiente, pero es todo lo contrario. Sabemos que no existe ambiente alfabetizador sin una práctica social detrás.”
Durante la implementación del plan, estudiantes del profesorado observaron 51 clases de nivel inicial. “El 43% ponían foco en la escritura, pero solo el 20% en la correspondencia entre grafema y fonema. Entonces nos preguntamos: ¿por qué no se enseña conciencia fonológica? Y sí se enseña, pero quizá en menor medida. Nuestra intención es ayudar a los docentes a reconocer y sistematizar esas prácticas.”
Una alfabetización en tres dimensiones
El Proyecto Institucional de Alfabetización (PIA) fue definido como una herramienta de descentralización. “El PIA no borra lo que venían trabajando los jardines. Es un modelo paraguas, no para homogeneizar prácticas, sino para reconocerlas”, explicó Schiavo. En 2025 ya se realizaron tres jornadas de formación con docentes: una para introducir el PIA, otra para identificar prácticas con las familias, y una tercera sobre lectura dialógica, para trabajar la oralidad en la primera infancia.
“El impacto en los docentes es alto. Se generaron muchas disputas teóricas, pero esas disputas nos llevan a una gran producción”, agregó Schiavo. “El PIA también ayuda a pensar cómo seguir el trayecto pedagógico entre inicial y primaria.”
Palmieri insistió en ese punto: “No puede ser que la primaria empiece como si fuera otra cosa. Tiene que haber un puente entre niveles. Que los niños lleguen a primer grado ya alfabetizados.”
El proyecto no se limita al aula, pues reconocieron que “la familia es el eje más importante” al ser el núcleo central de las vidas de los infantes. “Desde contar un cuento a la noche hasta decirle al niño lo que hiciste en el trabajo: todo eso alfabetiza. Y muchas veces las familias no lo saben. Por eso generamos encuentros, talleres y prácticas simples que puedan aplicar.”
Para potenciar ese vínculo, están desarrollando una herramienta digital que permita a la familia seguir las prácticas del jardín y contar cómo evoluciona el niño en casa. La tercera dimensión, la inclusión, aborda la diversidad de aprendizaje: “No sólo hablamos de niños con diagnósticos, sino de todos los niños que aprenden distinto.”
Sobre el final del encuentro, Palmieri remarcó el valor de este proceso que, en su opinión, excede la coyuntura.
“Este proyecto tiene que continuar en primaria. Tiene que haber continuidad. Y creemos que los niños y niñas que saben escribir y hablar tienen más chances de cumplir sus sueños. Que puedan decir ‘me gustaría ser’ y llegar a hacerlo”.
Agradeció al equipo municipal, al intendente Diego Valenzuela y a Ticmas por el espacio. La experiencia de Tres de Febrero queda así no solo como testimonio de una política pública posible, sino como una hoja de ruta para pensar una alfabetización real, territorial y sostenible.