
El año pasado murió a los noventa años Daniel Kahneman quien fuera el primer no economista en ganar el Premio Nobel de Economía, en el año 2002, por sus investigaciones sobre el comportamiento humano, especialmente en la toma de decisiones.
Kahneman hace referencia de manera recurrente a dos sistemas: sistema 1 y sistema 2. ¿Qué tienen que ver estos dos sistemas con la pedagogía? Justamente ambos sistemas nos pueden ayudar a descifrar cómo podría reaccionar nuestra audiencia ante determinados estímulos. Pero sobre todo, spoiler alert, la propia decisión de adoptar estos dos sistemas termina siendo un gran aporte para la transmisión de conocimientos.
En su libro Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2011) define que el sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. Por ejemplo: cuando le preguntamos a nuestros alumnos qué objeto es más grande que otro, o cuando reaccionan ante el sonido de un celular, cuando les hacemos completar una frase tal como “al pan pan y al ……” , o cuando les pedimos que desalojen la sala hablando en voz baja. Todos esos procesos mentales del sistema 1 se producen automáticamente y requieren poco o ningún esfuerzo.

Por otro lado el sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas como cálculos complejos, estar atentos al sonido del silbato de un juez para patear un penal, escuchar a un persona determinada en medio de una sala llena de ruido, contar la cantidad de palabras que tiene determinada redacción o también comparar dos cosas similares para saber cuál es mejor.
¿Cómo se relacionan ambos sistemas? El sistema 2 se activa cuando asistimos a un acontecimiento que altera el mundo del sistema 1. En otras palabras, la mayoría de las cosas que pensamos y hacemos (sistema 2) se originan en el sistema 1, pero el sistema 2 toma las riendas cuando esas cosas se ponen difíciles. El sistema 1 es en general muy bueno en lo que hace: modela situaciones familiares, genera predicciones de corto plazo acertadas y responde correctamente a retos rápidos.
Hasta acá no hay ninguna novedad. Casi que esta nota la venimos leyendo en modo sistema 1, sin mucha dificultad.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. En el sistema 1 hay sesgos y errores sistemáticos que solemos cometer en circunstancias específicas. Y para poner las cosas más picantes: el sistema 1 no puede ser desconectado: es imposible mirar a una pantalla en blanco y que de golpe aparezca la palabra PERRO y no leerla.
Algunos sesgos y errores sistemáticos que solemos cometer a través del sistema 1: confundir la longitud de dos líneas horizontales como en la famosa ilusión de Múller-Lyer.

Otros errores del sistema 1 se relacionan con omisiones de percepción a partir de enfocar nuestra atención en un determinado suceso como sucede en el experimento del gorila invisible (Chabris y Simmons). Este experimento demostraba que, cuando nos enfocamos en un área o aspecto en particular, tendemos a no advertir elementos inesperados, aunque sean potencialmente importantes. Sus autores sostenían que “este error de percepción proviene de una falta de atención hacia el objeto no esperado, por lo que en términos científicos se denomina ‘ceguera por falta de atención”.
Adoptar como norma de vida la vigilancia continua del sistema 2 sería insoportablemente tedioso e impracticable ya que el sistema 2 es demasiado lento e ineficiente para sustituir al sistema 1 en las decisiones rutinarias.
Hasta acá podríamos concluir que somos dependientes de ambos sistemas y que el ideal sería que el sistema 1 y 2 se retroalimenten de manera virtuosa y actúen de manera equilibrada.
Pero lo más increíble, recuerden el spoiler alert del principio, del sistema 1 y el sistema 2 es que no existen. Son personajes ficticios. No hay una sola zona del cerebro que cada uno de los sistemas pueda llamar su hogar. Estos personajes, nos dice Kahneman refiriéndose al 1 y al 2, son más fáciles de nombrar que si nos referimos a ellos como “sistema automático” y “sistema esforzado” respectivamente. ¿Por qué los rebautizó? La razón es sencilla: las expresiones “sistema automático” y “sistema esforzado” son más largas que sistema 1 y 2 y, por ende, ocupan más espacio en la memoria operativa. Y algo que ocupa espacio en la memoria operativa reduce la capacidad de pensar.
Digamos que Kahneman nos pide que tomemos al sistema 1 y al sistema 2 como sobrenombres, como “Pepita” y “Cachita” como personajes que a lo largo de su libro irán conociendo.
Y acá me pregunto: ¿qué personajes ficticios del estilo sistema 1 y sistema 2 podríamos inventar para explicar aquello que tanto nos cuenta explicar? En primer grado nos explicaban el abecedario a través de letras que eran personajes que iban a una fiesta donde ocurrían distintos acontecimientos que generaban que nuevas reglas gramaticales. Pero luego la ficción iba en franco descenso.
Propongo que los acontecimientos históricos y sus respectivos países y ciudades sean explicados de tal forma que los alumnos (del primario, secundario y también universitarios) lo puedan aprehender con más naturalidad. Incluso podríamos empoderar a ellos mismos para que creen sus propios personajes.
¿Qué personajes nos están faltando para explicar las asignaturas? Necesitamos menos términos reales y más premios Nobel.
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