
Las nuevas generaciones están expuestas a cambios de temperatura sin prescedentes. Mientras que en décadas pasadas era notorio el cambio entre una estación del año y otra gracias a las modificaciones en las temperaturas, ahora no importa si es primavera, verano o inverno, puede hacer calor o frío en extremo. Y es que el mundo tiene registros que nunca antes se presenciaron con temperaturas de hasta 45 grados en algunas regiones a nivel global.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el 2024 fue el año más caluroso registrado, ya que la temperatura promedio mundial estuvo 1.55 °C por encima de la media del periodo 1850-1900. En el caso de México, por ejemplo, rompió el récord de muertes y golpes de calor registrados.
“Hay un 98 % de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años, así como el lustro en su conjunto, sean los más cálidos jamás registrados”, explica la OMM. Esto quiere decir que tanto las próximas semanas como años, se espera que se rompan récords relacionados con las altas temperaturas, y con esto, la constante sensación de que es más difícil poner atención, formar pensamientos, y demás funcionamientos cognitivos.
El calor impacta en el aprendizaje y las emociones

El cuerpo humano necesita mantener una temperatura interna constante para funcionar correctamente, pero el calor extremo pone en riesgo este equilibrio. Según estudios citados por Psychology Today, el esfuerzo del cuerpo por mantenerse fresco a través de la sudoración produce pérdida de líquidos, sales y electrolitos esenciales como potasio, calcio y magnesio, lo que genera cansancio y afecta las funciones cognitivas.
Las áreas específicas que se ven afectadas por el calor extremo que se vive en las aulas son la productividad, la memoria, el aprendizaje, la velocidad de reacción y la atención.
Un estudio realizado por Joe Allen , codirector del Centro para el Clima, la Salud y el Medio Ambiente Global de la Universidad de Harvard, analizó el impacto del calor en estudiantes universitarios durante una ola de calor en Boston. Los resultados mostraron que aquellos que vivían en dormitorios sin aire acondicionado, con temperaturas promedio de 27 °C, tuvieron un rendimiento cognitivo significativamente menor en comparación con quienes contaban con aire acondicionado y temperaturas controladas a 22 °C. Los estudiantes sin aire acondicionado reaccionaron un 13 % más lento en pruebas de aritmética y respondieron un 10 % menos de preguntas correctas por minuto.
Estos hallazgos coinciden con investigaciones previas, como la realizada en 2006 por el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley , que demostró que el rendimiento laboral comienza a disminuir cuando la temperatura de una oficina supera los 22 °C, y cae hasta un 9 % cuando se alcanzan los 27 grados centígrados. Alineado a ello, la investigación de los economistas R. Jisung Park y Joshua Goodman , en el que se analizaron datos de pruebas estandarizadas en 58 países y 12 mil distritos escolares de Estados Unidos, reveló que el aumento de días escolares calurosos reduce la tasa de aprendizaje. En escuelas sin aire acondicionado, un año escolar con temperaturas de más altas puede reducir el aprendizaje en un 1 por ciento.
Además, los estudiantes que toman exámenes en días de calor extremo tienen menos probabilidades de aprobar. Por ejemplo, realizar una prueba en un día de 32 °C puede disminuir en un 10.9 % la probabilidad de éxito. Este fenómeno no solo afecta el rendimiento inmediato, sino que también tiene consecuencias a largo plazo en el desarrollo académico.
El calor extremo también tiene un impacto significativo en la salud mental, según un estudio publicado en Nature Climate Change en 2018. Los resultados mostraron que un aumento de 1 °C en la temperatura promedio en Estados Unidos y México se correlaciona con un incremento del 1 % en las tasas de suicidio.
Robin Cooper, profesor clínico asociado de la Universidad de California en San Francisco, advirtió en un artículo que el cambio climático debe considerarse una crisis de salud mental, debido a que el calor afecta neurotransmisores como la serotonina, que regula el estado de ánimo y controla la agresión. Además, la falta de sueño provocada por las altas temperaturas agrava problemas como la irritabilidad, la pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse.
La crisis climática hace más vulnerables

El impacto del calor en las escuelas es un reflejo de las desigualdades sociales y económicas. Según un informe de Unicef , los niños de hoy experimentan el doble de días de calor extremo que sus abuelos, lo que afecta su desarrollo físico, cognitivo y emocional. En países como Pakistán, Bangladesh y Sudán del Sur, las olas de calor han obligado al cierre de escuelas, afectando a millones de estudiantes.
En México y Argentina, las disparidades son evidentes. Las escuelas en comunidades de bajos ingresos suelen carecer de aire acondicionado, lo que agrava las brechas educativas. Además, las escuelas ubicadas en áreas urbanas enfrentan el fenómeno de las islas de calor, donde el concreto y los edificios retienen más calor, aumentando las temperaturas locales. Según el Centro Luskin de Innovación de la Universidad de California en Los Ángeles, las comunidades de bajos ingresos suelen vivir en zonas con menos vegetación y más superficies impermeables, lo que las hace más vulnerables al calor extremo.
Asismismo, desde el punto de vista fisiológico, los niños y jóvenes son más vulnerables al estrés térmico, porque sus cuerpos aún se están desarrollando. Para evitar el sobrecalentamiento, el cuerpo suda y desvía parte de la sangre de los órganos hacia la piel, liberando calor en el aire circundante —por eso que la piel se enrojece cuando hace calor—, lo que puede provocar una deficiencia de oxígeno en determinados tejidos y conducir a un deterioro cognitivo. Lo mismo les puede ocurrir a los profesores que se sobrecalientan, lo que puede reducir la calidad de su enseñanza en los días calurosos.
Según el Unicef, en el caso de los niños, su temperatura aumenta más rápidamente y, en eventos extremos, tienen menos capacidad de regularse a través de la transpiración. Adicionalmente, no pueden procurarse agua o condiciones más templadas por sí mismos, y dependen exclusivamente de la ayuda que reciben de sus cuidadores. El calor extremo puede interrumpir el desarrollo infantil temprano en el largo plazo con la pérdida del aprendizaje, calidad del sueño, salud mental y comportamiento.
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