La llegada de Bronny James al equipo de Los Angeles Lakers representa una etapa inédita tanto en la vida personal como en la carrera profesional de LeBron James.
El legendario alero, quien se ha destacado durante más de dos décadas en la NBA, vive un momento sin precedentes al compartir vestuario con su hijo mayor. La convivencia diaria y los nuevos desafíos familiares han transformado radicalmente la dinámica entre ambos, marcando un antes y un después en la relación paterno-filial.
La transición de Bronny: del hogar al vestuario
Tras la incorporación de Bronny James a los Lakers, LeBron admitió que la comunicación entre ellos experimentó un cambio significativo. En declaraciones ofrecidas tras la victoria de los Lakers frente a Utah Jazz el 18 de noviembre, el veterano atleta explicó que ya no hablan con la misma frecuencia que antes.

“Él ya no es residente, así que no hablamos tanto”, reconoció LeBron ante los medios, generando risas por su tono jocoso y relatando cómo ahora busca a su hijo en el vestuario para preguntarle cómo se encuentra, reflejando su nueva realidad como compañeros de equipo.
La transformación no solo es práctica sino también emocional. Bronny, con 21 años, dejó de ser una presencia constante en el hogar para convertirse en colega de su padre en la élite del baloncesto profesional.
Este cambio modificó su vínculo cotidiano: la convivencia doméstica dio paso a una dinámica completamente profesional, en la que sus conversaciones están ligadas a la rutina competitiva y los desafíos propios de la liga.
Nuevas dinámicas familiares en la NBA

LeBron no disimula la emoción que le causa observar el proceso de adaptación y crecimiento de Bronny en el equipo. “Es genial verlo y observarlo”, señaló el experimentado jugador, que a punto de cumplir 41 años ve en su hijo señales de entusiasmo y aprendizaje continuos.
El debut y los progresos de Bronny han significado para LeBron una fuente de orgullo. “Todavía está aprendiendo y mejorando con cada repetición. Creo que está disfrutando el proceso”, agregó, enfatizando la importancia de acompañar el desarrollo de su hijo en el contexto de la alta competencia.
La convivencia profesional implica compartir lugares y situaciones que antes solo pertenecían al ámbito familiar. Para LeBron, reencontrarse con Bronny en el vestuario tras cada partido se ha vuelto una experiencia tan novedosa como motivante. El alero destaca que la relación, aunque transformada, se mantiene sólida por el respeto mutuo, el apoyo constante y la comprensión del esfuerzo que exige la NBA.
Un equipo marcado por el cruce generacional

La temporada número 23 de LeBron en la NBA no solo resalta la longevidad de su carrera, sino que también marca un inusual cruce generacional dentro del plantel.
Una anécdota reciente la protagonizó Deandre Ayton, pívot de 27 años, al rememorar ante la prensa un momento compartido con LeBron muchos años atrás: “Le lancé un alley-oop y le dije que era el segundo que le daba. El primero fue cuando yo estaba en octavo grado, en su campamento”, relató Ayton, evidenciando la influencia que LeBron ha ejercido sobre múltiples generaciones de jugadores.
Este tipo de historias no solo ilustran el paso del tiempo, sino que también refuerzan el papel de LeBron como mentor, líder y referente dentro y fuera de la cancha. La presencia de Bronny junto a él añade un matiz emotivo y simbólico, donde la herencia deportiva se convierte en un fenómeno tangible y cotidiano.
El desafío de acompañar a Bryce James

El futuro de la familia James parece estar compuesto por desafíos paralelos. Consultado sobre la posibilidad de compartir equipo también con su hijo menor, Bryce James, actualmente de 18 años y estudiante del primer año universitario en Arizona, LeBron se mostró prudente y expresó con claridad la importancia de respetar los tiempos y el desarrollo individual de cada uno de sus hijos.
“No estoy aquí sentado esperando a Bryce. Él tiene su propio camino y está en Tucson enfocado en crecer. No sé cuál es su cronograma. Veremos qué pasa este año, el próximo, pero él tiene su propio ritmo”, indicó el alero.
De este modo, LeBron subraya su apoyo incondicional, al tiempo que reconoce la autonomía de sus hijos en la construcción de sus trayectorias deportivas. El hecho de que cada uno tenga la posibilidad de elegir su ruta profesional fortalece el lazo familiar, basado en la confianza y la libertad para tomar decisiones trascendentales.
Historias individuales y futuro compartido

A pesar de la atención mediática y la curiosidad por ver a los James juntos sobre el parqué, el futuro inmediato está marcado por la independencia de cada miembro de la familia. La historia de LeBron y sus hijos sigue desarrollándose, mientras cada uno aporta su propio capítulo a la narrativa del baloncesto.
Para el veterano alero, la satisfacción de observar los logros y aprendizajes de Bronny y Bryce es igual de valiosa que cualquier título obtenido a lo largo de su ilustre carrera.
El presente de los Lakers se enriquece con la presencia de esta dupla familiar, que simboliza la unión de experiencia y juventud bajo el mismo escudo. Sin embargo, el desenlace de este capítulo familiar permanece abierto, sujeto a las decisiones, sueños y esfuerzos de cada uno. Lo que está claro es que, más allá de los logros deportivos, la relación entre LeBron y sus hijos se transforma, crece y se fortalece en cada etapa, dibujando un ejemplo de evolución y compañerismo en la cúspide del deporte profesional.
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