Camila Orsi, nacida en Pinamar en 1997, forma parte de las voces jóvenes de la poesía contemporánea argentina. Luego del reconocimiento por su primer libro, da paso a Lo único que se ve desde la orilla, un poemario nacido de una transformación personal y creativa en los últimos años. El proceso de escritura de esta obra estuvo atravesado por la pandemia, la mudanza a Buenos Aires y la presencia constante de sus seres queridos, circunstancias que redefinieron su forma de escribir y de observar la vida de la poeta.
Del aislamiento a la compañía: dos procesos creativos opuestos
“Fueron dos libros con procesos muy distintos por el contexto en el que me encontraba”, explicó Orsi en diálogo con Infobae. Si en el primer poemario, Donde no hago pie, reinaban la soledad y la melancolía, marcadas por la pandemia y el regreso a Pinamar, en el segundo el escenario fue opuesto: la autora relató que la vorágine de Buenos Aires, el trabajo, los compromisos sociales y los viajes abrieron una etapa completamente diferente. Aun en medio de esa actividad constante, encontraba refugio en los cafés, rodeada de gente, para concentrarse en la poesía y reconectarse con lo que sentía.
La vida cotidiana y la compañía adquirieron un rol central en su voz poética renovada. En un ejercicio consciente, decidió escribir sobre quienes la rodeaban y con ellos presentes, mientras compartía la mudanza con su pareja, realizaba viajes y veía la evolución de su familia con el correr del tiempo.

Por otro lado, la autora reconoció que el acto de escribir siempre estuvo presente en su familia. Sin embargo, mientras su padre y su abuela se inclinaron por la narrativa y los recuerdos, ella encontró en la poesía su canal de expresión: “A mí se me dio por la poesía porque es un género que me encanta y me sentí muy cómoda transformando mis sentimientos en poemas”.
La influencia de la familia y la pareja se volvió central en el segundo poemario. La poeta relató cómo la convivencia y los pequeños gestos cotidianos se convirtieron en materia poética: “En este segundo libro aprendí a ver la poesía cuando me despierto. Este libro me enseñó a ver la poesía acá, entre nosotros”.
Orsi reconoce que debió aprender a acomodarse a la escritura compartida, integrando su entorno al proceso creativo, tras un primer libro en el que la soledad resultó dominante. “La soledad, la verdad es que nunca me trajo tristeza, por suerte, porque sé que algunas personas vinculan la soledad con una angustia. Por suerte, yo encontré mi fuerza ahí”, se sincero.
El mar como símbolo
El simbolismo del mar, presente desde la infancia de la autora en Pinamar, se consolidó como un elemento central en su obra. “Para mí el mar fue muy mi aliado, mi compañero”, afirmó. Con la mudanza a Buenos Aires, la autora buscó nuevos espacios de refugio: “Acá en Buenos Aires, en cambio, no tenía mi compañero. No tenía dónde ir a sentir un poco, resolver mis cosas. Entonces lo encontré como en estos cafés de Buenos Aires. El folclore del café se volvió como mi compañero en la ciudad”.
La infancia en la costa argentina y la familia siguen representando un anclaje fundamental en la identidad creativa de la autora. “Mi infancia, yo la quiero tomar siempre como referencia. Porque yo era una nena de Pinamar con los rulos al aire, corriendo en la playa”, recordó. En contraste, percibe su faceta en la periferia de la ciudad como más estructurada: “Yo creo que me armé de una coraza. Y a mí me gusta siempre tener a esa niña de referencia”.
La autora reconoció que su poesía se alimenta de estos símbolos y de la observación atenta de lo cotidiano: “Creo que empiezo a ver el mar en otras cosas, o sea, como acción poética. Antes el mar era literalmente eso y hoy como que puedo encontrar la sensación que me genera el mar en personas, en mi casa”. Su proceso creativo consiste en transformar vivencias y recuerdos en imágenes poéticas, encontrando resonancias en lo cotidiano.
El proceso de escribir el segundo poemario resultó complejo y expuesto a revisiones. Orsi relató cómo una persona cercana le propuso un giro radical cuando el libro ya estaba avanzado: “Él me dice: ‘Vos seguís escribiendo como “Donde no hago pie 2”, o sea, no estás pudiendo soltar esto de ir a la herida, escarbar la herida. Necesito que estés más presente. Que escribas sobre vos hoy’”. El replanteo creativo influyó de modo significativo en su obra, invitando a una mayor autorreferencialidad y honestidad.
Vulnerabilidad, exposición y doble identidad
La publicación de sus libros implicó para Orsi un ejercicio complejo de vulnerabilidad y exposición. “Para mí eso fue muy difícil, sobre todo romper con la imagen que el resto tiene de mí. O sea, yo durante muchos años trabajé en moda, trabajé en mi imagen, me mostré como una persona como muy aliada a lo estético y sí me costó mucho romper con eso, pero no por mí, sino porque el otro me crea que mis libros son de verdad”, confesó.
Orsi, además de su faceta literaria, desde joven trabaja en el mundo del modelaje, fue una de las primeras argentinas en aparecer en anuncios de Calvin Klein en Times Square. “Siento que todo el tiempo me tengo que autoconvencer de que puedo serlo”, comentó.
Proyectos y nuevos horizontes en la literatura
Orsi manifestó su interés en explorar otros géneros literarios, aunque la poesía permanecerá como una constante en su vida: “Yo creo que la poesía me va a acompañar siempre y que un poco como la acción poética va a estar en todo lo que escriba”. La autora afirma que la poesía la acompañará siempre. Sin embargo, la poeta desea experimentar en la literatura de nuevas formas: “Quiero ver cómo se siente escribir sobre algo que no sea sobre mí”, expresó. Hasta ahora, sus libros han funcionado como diarios íntimos abiertos al públicos.
Al final, la poesía emerge no solo como forma de expresión, sino como territorio propio, un lugar donde los afectos y la memoria se mezclan con las palabras. Desde la orilla, Camila Orsi mira el presente y el pasado, y convierte la experiencia compartida en versos que siguen el oleaje de la vida misma.
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