
Países Bajos anunció oficialmente la devolución a Egipto de una escultura faraónica de 3.500 años de antigüedad. El regreso de esta obra marca un precedente fundamental en la lucha global contra el tráfico ilícito de antigüedades y la devolución de piezas patrimoniales a sus países de origen.
La escultura, tallada en piedra caliza y con inscripciones jeroglíficas perfectamente conservadas, representa a un alto funcionario del Imperio Nuevo, concretamente de la dinastía XVIII, una de las etapas más esplendorosas de la civilización egipcia.
Este acto de restitución fue reconocido internacionalmente y es considerado un logro simbólico no solo para Egipto, sino para quienes defienden el respeto y la recuperación del patrimonio histórico cultural.
La pieza fue localizada hace varios meses por expertos en arte antiguo neerlandeses, quienes observaron que sus características coincidían con registros internacionales de bienes culturales egipcios desaparecidos.

Tras una minuciosa investigación, que involucró la colaboración de la fiscalía de Países Bajos y el Ministerio de Cultura de Egipto, se confirmó que la escultura había salido ilegalmente del país hacia Europa durante la segunda mitad del siglo XX, un periodo en el que la exportación clandestina de artefactos era un problema creciente.
La ministra de Cultura egipcia, Neveen El-Kilany, celebró la noticia y expresó: “La recuperación de esta escultura representa el respeto de la comunidad internacional por el legado de Egipto y la identidad de nuestra civilización. Queremos que todas las piezas significativas que se encuentran fuera de las fronteras nacionales regresen a donde pertenecen”.
Además, reconoció la disposición de Países Bajos para colaborar con la justicia y con las entidades internacionales que trabajan en la protección del patrimonio mundial.
La ceremonia de entrega oficial tendrá lugar en Ámsterdam, con presencia de diplomáticos, funcionarios culturales y autoridades del Gran Museo Egipcio, institución que albergará la obra a su regreso.
El Gran Museo Egipcio, situado en Guiza y considerado el mayor centro museístico del país, suma así una pieza de gran valor a su vasta colección, que ya cuenta con más de cien mil objetos, incluidas obras maestras como la colosal estatua de Ramsés II, la barca solar de Keops —de cuarenta y cinco metros y ensamblada sin un solo clavo—, y la legendaria colección de cinco mil tesoros de Tutankamón.
Antes de su exhibición al público, la escultura será sometida a un riguroso proceso de estudio y conservación. Especialistas egipcios y neerlandeses trabajarán en conjunto para determinar su contexto original, la ubicación exacta donde fue encontrada y los detalles de la iconografía.
Los expertos subrayan que este tipo de hallazgos no solo enriquecen las colecciones museísticas, sino que permiten reconstruir episodios clave del pasado, comprender la estructura social y descifrar creencias religiosas del antiguo Egipto. La exposición, diseñada con criterios educativos, invitará a reflexionar sobre la importancia de recuperar piezas desviadas por el tráfico ilegal y sobre el gran valor histórico y simbólico que representan.
El director del Gran Museo Egipcio afirmó que este suceso constituye un motivo de orgullo para Egipto y sienta precedente para futuras devoluciones: “Cada pieza recuperada fortalece el lazo entre el pasado y las nuevas generaciones, y demuestra el poder de la cooperación internacional para proteger la historia de la humanidad”.
Por su parte, la ministra neerlandesa de Cultura señaló: “Países Bajos considera esencial respetar la procedencia de cada obra y apoyar el retorno de aquellas que fueron extraídas en circunstancias irregulares”.
La devolución de la escultura tiene un significado que va más allá de la simple recuperación de un objeto de museo. La colaboración entre los dos países está alineada con las directrices de la UNESCO y de organizaciones internacionales centradas en la restitución de bienes culturales sustraídos.
El acto neerlandés, ampliamente elogiado por arqueólogos y autoridades culturales, subraya la urgencia de identificar, proteger y devolver las piezas robadas a través de gestiones diplomáticas, investigaciones profundas y acuerdos bilaterales.
Con esta acción, Egipto refuerza su posición como custodio de una de las principales civilizaciones del mundo y da un paso importante hacia la reparación de los daños provocados por décadas de expolio cultural.
Países Bajos, al convertirse en ejemplo de responsabilidad patrimonial, anima a otros países e instituciones a seguir el mismo camino, fomentando un entorno internacional más comprometido con el respeto, la reparación histórica y la protección del patrimonio universal.
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