
En los últimos años, los museos de París vivieron un fenómeno que, si bien es motivo de celebración en muchos sentidos, también plantea nuevos desafíos. Con la vuelta masiva de los turistas tras la pandemia de Covid-19, las instituciones culturales de la ciudad se vio desbordadas por una sobreafluencia de visitantes.
El aumento de la asistencia a los museos emblemáticos como el Louvre, el Musée d’Orsay y el Centre Pompidou pusieron en cuestión su capacidad para gestionar tanto el flujo de personas como la conservación de las obras de arte. Esta situación obligó a las autoridades a repensar la sostenibilidad de estos espacios a largo plazo.

La magnitud del fenómeno
El Louvre, el museo más visitado del mundo, registró más de 8,7 millones de entradas en su última temporada, lo que refleja una clara recuperación tras los cierres ocasionados por la pandemia. Los museos Orsay y Orangerie también experimentaron cifras impresionantes, con 4,9 millones y 3,2 millones de visitantes, respectivamente. La cifra total de visitas a los museos públicos de París batió récords, lo que fue interpretado por muchos como un signo de la vitalidad del sector cultural tras años difíciles.
Sin embargo, este aumento en la afluencia de público destacó una creciente preocupación. Como se señaló, no se trata solo de una cuestión de números. La sobreasistencia plantea un conjunto de problemas, principalmente relacionados con el espacio, la conservación de las colecciones y la calidad de la experiencia para los visitantes.
El Louvre, por ejemplo, fue testigo de situaciones como aglomeraciones alrededor de su obra más famosa, La Mona Lisa, lo que dificulta la circulación de los visitantes y pone en riesgo la seguridad de las piezas. La directora del museo, Laurence des Cars, reconoció que las instalaciones del Louvre, algunas de las cuales sufren de “daños estructurales importantes”, no están preparadas para albergar a tantos visitantes sin poner en peligro tanto el patrimonio como la experiencia de quienes asisten.

Renovaciones y ajustes para enfrentar el desafío
En este contexto, los museos parisinos no se quedaron de brazos cruzados. Varios de ellos emprendieron proyectos de renovación y adaptación con el objetivo de mejorar su capacidad para recibir a tantos visitantes. El Musée d’Orsay, por ejemplo, inició una serie de obras que concluirán en 2028, cuyo objetivo no es aumentar su tamaño, sino mejorar la experiencia de quienes visitan sus salas. El presidente del museo, Sylvain Amic, enfatizó que la meta es optimizar la circulación dentro del edificio y, por lo tanto, evitar que se generen aglomeraciones incómodas. Aunque las cifras de visitas aumentaron significativamente, los directores de los museos coinciden en que el reto es encontrar un equilibrio entre la afluencia de público y la preservación de la calidad de la visita.
El Musée de l’Orangerie, dirigido por Claire Bernardi, también tuvo que adaptar sus espacios. En 2006, el museo renovó sus instalaciones para recibir un máximo de 600 mil personas al año, pero hoy, la cifra real supera el millón de visitantes. Ante este crecimiento inesperado, el museo se encuentra en medio de una serie de reformas para poder gestionar mejor la cantidad de personas que pasan por sus puertas cada año.
Además de las reformas estructurales, los museos están considerando nuevas políticas de precios y accesibilidad. Por ejemplo, el Louvre anunció cambios en sus tarifas de entrada, con precios más altos para los visitantes no europeos a partir de 2026, lo que generó un debate sobre si estas medidas buscan limitar la asistencia o, por el contrario, equilibrar la oferta con la demanda.

Proyectos de modernización del Louvre
Uno de los proyectos más ambiciosos en París para hacer frente a la sobreafluencia es la transformación del Museo del Louvre bajo el nombre de “Louvre: Nueva Renacimiento”, que se completará en 2031. Este plan de modernización tiene como objetivo mejorar tanto la infraestructura del museo como la experiencia de los visitantes, sin perder de vista el equilibrio entre la conservación de las colecciones y la accesibilidad para el público.
Una de las propuestas clave de este proyecto es la construcción de una nueva entrada monumental en la Colonnade Perrault, diseñada para optimizar el flujo de visitantes. Además, se crearán espacios subterráneos exclusivos para exhibir a La Joconde (La Mona Lisa), lo que permitirá descongestionar el área que actualmente recibe una cantidad desmesurada de visitantes cada día. Laurence des Cars, la directora del museo, explicó que estos cambios no solo buscan mejorar la circulación dentro del museo, sino también ofrecer una experiencia más inmersiva y acorde con la relevancia histórica de la institución.

El futuro de los museos parisinos
El creciente número de turistas y la demanda cultural de París no muestran signos de disminuir, lo que representa tanto una oportunidad como un desafío para los museos de la ciudad. El Musée d’Orsay y el Musée de l’Orangerie, junto con otros espacios renovados como el Grand Palais, comenzaron a adaptarse a las nuevas realidades, con un enfoque particular en la sostenibilidad y la mejora de la experiencia para todos los públicos. Sin embargo, el Louvre sigue siendo el centro de atención, con un proyecto de transformación que promete redefinir su papel en el siglo XXI.
A medida que los museos parisinos continúan lidiando con el dilema de la sobreasistencia, es probable que se implementen más estrategias para equilibrar el interés cultural y la conservación del patrimonio. Mientras tanto, los turistas seguirán llegando a la Ciudad de la Luz, ansiosos por disfrutar de algunas de las obras más emblemáticas de la historia del arte mundial, en un entorno que, aunque sobrecargado, sigue siendo uno de los destinos culturales más importantes del planeta.
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