Las autoridades en Bogotá capturaron a alias Caquetá, un exintegrante de las FARC señalado de alquilar armas para hurtos en la ciudad, tras una investigación que se activó ante una alerta ciudadana en el sector de Bosa. El caso tomó notoriedad cuando, a través del pódcast Voces de la Ciudad, un agente a cargo de la investigación entregó detalles inéditos del proceso que llevó tras las rejas a este hombre, identificado como un factor de riesgo para la seguridad urbana.
Alias Caquetá, oriundo de San Vicente del Caguán en el departamento del Caquetá, fue integrante de la columna Urias Rondón de las FARC y llegó hace tres años a la capital, pero aún así, no contaba con trabajo formal ni actividades económicas aparentes.
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Las primeras verificaciones confirmaron antecedentes judiciales por porte ilegal de armas, tráfico de estupefacientes, lesiones personales y acceso carnal violento. “Era una persona del común, que no generaba sospechas en el vecindario; salía todos los días a la misma hora en su moto, como cualquier ciudadano”, relató el agente responsable del caso, en el testimonio recogido por el pódcast.
Iniciativa ciudadana y despliegue policial
La historia empezó con una llamada a la línea 123, donde un habitante del barrio El Remanso, en Bosa, alertó a la Policía Nacional. Los primeros indicios apuntaban a un hombre con pasado violento, que no tenía conexiones evidentes con el comercio alterado, construcción o cualquier otro oficio. Desde ese momento, un equipo de investigadores inició un riguroso seguimiento. Durante casi cuatro meses, seis agentes realizaron turnos para observar su rutina y conexiones.
“Una vez se activaron las capacidades de Policía Judicial, empezamos el trabajo de vecindario, confirmando que hacía parte de una red de hurto a comercio. Su papel: proveer las armas de fuego para esos delitos”, explicó el investigador en Voces de la Ciudad.

El alquiler de armas: logística y método
El agente detalló que alias Caquetá traía armas directamente desde el Caquetá hasta Bogotá, transportándolas personalmente en motocicleta. “No mandaba intermediarios. Él mismo realizaba ese procedimiento. Las armas las entregaba dependido del hurto programado: a veces por horas, otras por días”, precisó. No ofrecía sus servicios a cualquier desconocido, sino que tenía identificada la estructura delincuencial a la que proveía.
La remuneración dependía del éxito de cada operación y del arma suministrada. Después del hurto, los integrantes de la estructura se encontraban en una bodega para repartir las ganancias; alias Caquetá recibía su parte como proveedor.
Investigación técnica y encuentros encubiertos
Uno de los desafíos principales fue establecer el vínculo de alias Caquetá con cada hecho delictivo. A los seguimientos físicos se sumó la interceptación de comunicaciones, para lo que fue necesaria la colaboración fiscal y la identificación telefónica a través del IMEI. Estas escuchas permitieron descubrir cómo los integrantes de la banda coordinaban el lugar, el método, las entregas de armas y la función de cada uno en los asaltos.
“Antes de cada atraco nos quedó en evidencia en interceptaciones que organizaban el operativo un día antes. Él entregaba físicamente las armas a los autores materiales del robo”, afirmó el agente.
Rutina y fachada de anonimato
Durante los meses de investigación, la vigilancia observó que alias Caquetá era sumamente reservado y no mantenía relaciones con los vecinos. Su día empezaba entre seis y seis y media de la mañana, cuando salía en su motocicleta desde una casa arrendada en el barrio El Remanso, una vivienda de tres pisos a orillas del Jarillón del Río donde vivía con su madre y hermana. La zona, de difícil acceso vehicular, dificultó las tareas de seguimiento y permitió que el sospechoso pasara inadvertido.
“Siempre nos sorprendió que nunca interactuaba con nadie del vecindario. Entraba a la casa y salía a planear los hechos con sus contactos delincuenciales”, aseguró el agente, revelando que su cobertura absoluta facilitó que durante mucho tiempo se moviera sin levantar sospechas entre la comunidad.

El procedimiento de captura y la reacción del implicado
A partir del análisis de rutinas plasmado en los seguimientos, las autoridades determinaron que el mejor momento para intervenir era en la mañana. “Sabíamos exactamente a qué hora salía cada día. Por eso el allanamiento se programó a las seis en punto, minutos antes de su rutina habitual.” En el operativo participaron quince uniformados de unidades como Gaula, Sijin y Policía de Bosa, todos coordinados para evitar cualquier fuga o respuesta violenta.
El ingreso a la vivienda resultó según lo planeado. Alias Caquetá fue sorprendido preparándose para salir y se le encontró en su poder un arma calibre 32 y seis cartuchos. Según relató el agente, “Cuando lo abordamos, agachó la cabeza y simplemente reconoció: ‘Yo respondo por mis actos’”. De inmediato se le notificaron sus derechos y se procedió al traslado para legalizar la captura.
Consecuencias y repercusiones tras la detención
Según las cifras internas de la Policía compartidas por el agente, tras la captura de alias Caquetá los hurtos a comercio en la localidad de Bosa disminuyeron entre 35% y 40%. Este descenso confirmó la hipótesis investigativa sobre el rol central que jugaba como facilitador de armas en la estructura delictiva.
La Fiscalía le imputó cargos por porte ilegal de armas y la jueza de control de garantías estableció medida de aseguramiento intramural. El agente responsable expresó que para él, conducir el proceso y retirar de circulación a este actor criminal, representó un motivo de orgullo profesional y una contribución directa a la reducción de la delincuencia en sectores vulnerables.

El rol de la denuncia ciudadana y la red criminal
El caso sirvió para fortalecer el mensaje dirigido a la ciudadanía sobre la importancia de reportar cualquier actividad sospechosa. La colaboración comunitaria fue clave. El agente sostuvo que “el aporte de la ciudadanía mediante la línea 123 fue determinante para iniciar la investigación. Quiero seguir invitando a que reporten cuando detecten casos similares”.
La red criminal a la que estaba vinculado alias Caquetá se movía por toda la ciudad y no se limitaba a Bosa. Tenían logística para desplazarse y planear hurtos en cualquier localidad, seleccionando los blancos y coordinando roles dependiendo del botín potencial. Las armas que proveía, por su origen y tipo, no eran de fácil acceso en el mercado ilegal capitalino y su precio oscilaba entre doce y catorce millones de pesos colombianos, según la información revelada por el funcionario durante el podcast.
Alias Caquetá queda hoy bajo custodia mientras avanzan las investigaciones para establecer la totalidad de los hurtos cometidos y el alcance de la red en la ciudad de Bogotá.
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