
El consumo de buñuelos y natilla durante las celebraciones de diciembre suele generar inquietud entre quienes buscan mantener su peso, especialmente ante la abundancia de platos típicos como tamales, galletas y otros postres tradicionales.
Frente a esta preocupación, el nutricionista deportivo Jacobo Martínez (@jacobo_nutricion) recurrió a su cuenta de Instagram para ofrecer una guía práctica que permite disfrutar de estos alimentos sin comprometer los avances logrados en materia de salud y composición corporal.
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En su publicación, Martínez abordó una de las preguntas más frecuentes que recibe en consulta durante estas fechas: “¿Me puedo comer el buñuelo sin tirar a la basura todo lo que hemos logrado?”. Su respuesta fue clara: “SÍ, si sabes negociar”, explicó el especialista, aludiendo a la importancia de gestionar el consumo energético de manera inteligente.
El nutricionista propuso un enfoque basado en la analogía de una cuenta bancaria de energía, donde el cuerpo no distingue entre festividades, sino que procesa únicamente los macronutrientes ingeridos.

Para ilustrar este concepto, Martínez compartió equivalencias calóricas que ayudan a dimensionar el impacto de los alimentos típicos de la temporada: un buñuelo mediano aporta la misma energía que 150 gramos de arroz o 2 arepas pequeñas, mientras que una porción de natilla equivale a la energía de 3 papas o 2 bananos.
La estrategia sugerida por Martínez consiste en realizar un “trueque” calórico. Si una persona planea consumir buñuelos durante una novena o reunión, puede reducir o eliminar la porción de carbohidratos (como arroz, papa o plátano) en el almuerzo o la cena. De este modo, el balance energético diario se mantiene estable, permitiendo disfrutar de los antojos sin exceder el requerimiento calórico.
No obstante, el especialista advirtió sobre los riesgos de convertir este intercambio en un hábito cotidiano. “El problema no es hacerlo un día. El problema es hacerlo todos los días de diciembre”, señaló Martínez en Instagram.
Aunque las calorías puedan ser equivalentes, la calidad nutricional difiere considerablemente: el buñuelo es harina frita, compuesto por grasas inflamatorias y carbohidratos vacíos, mientras que el arroz o la papa representan energía limpia para el músculo.

Según el nutricionista, si este tipo de sustitución se repite a diario, la composición corporal puede verse afectada, con una disminución del tono muscular y un aumento de la inflamación, incluso si el peso no varía.
La recomendación final de Martínez es optar por la mesura y reservar estos gustos para ocasiones puntuales, limitando su consumo a una o dos veces por semana y evitando que se conviertan en la fuente principal de carbohidratos durante las fiestas. Con este enfoque, es posible disfrutar de los sabores tradicionales de diciembre sin comprometer la salud ni los objetivos nutricionales.
Entre las respuestas más destacadas de sus seguidores, un usuario afirmó: “Sacrifico todos los carbos de todo el día con tal de comerme una promoción de buñuelos yo solo”, mientras que otro celebró el contenido publicado y anticipó: “Buenísimo contenido! Jaja pero voy por ese estancamiento en enero nos vemos”.
Estas expresiones ilustran cómo, para numerosos seguidores, el placer de consumir estos alimentos típicos puede llegar a imponerse sobre los objetivos de salud o control de peso.

La preocupación por el valor calórico de los buñuelos también se hizo presente en los intercambios digitales. Un comentario puntualizó: “El problema también es que los buñuelos son fritos, así aumentan las calorías”.
Frente a este dilema, surgieron voces que abogan por el equilibrio y la flexibilidad. Un seguidor recomendó: “Si quieres buñuelos come buñuelos, no eres culturista profesional y vas a ver cambios igual si entrenas bien y duro y comes bien regularmente, así que cómete tus cinco o seis buñuelos y tu café con leche y disfrútalo, que si no, a la larga, va a ser mucho peor”.
Así, queda en evidencia que, aunque muchas personas están dispuestas a sacrificar parte de su progreso en peso y bienestar por disfrutar de un antojo decembrino, también existe la posibilidad de hacerlo con moderación.
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