
En un testimonio que se conoció en redes sociales el miércoles 20 de noviembre de 2025, Sara María Medina, una joven colombiana, denunció que fue expulsada de la residencia de psiquiatría en la Pontificia Universidad Javeriana por exponer supuestos episodios de acoso, bullying y violencia institucional.
Según ella, esos comportamientos marcaron una experiencia que la afectó en su salud mental y que, según su relato, tuvo paralelismos con el caso de Catalina Gutiérrez, la residente médica cuya muerte por suicidio conmocionó a Colombia en 2024.
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Sus declaraciones, compartidas a través de un video en Instagram, generaron atención sobre la situación que viven los médicos en formación en una de las instituciones educativas más reconocidas de Bogotá.
“Yo también lloré el caso de Catalina, porque detrás de su historia muchos vimos reflejado nuestro propio dolor. En la Pontificia Universidad Javeriana yo viví una historia muy parecida. Mi nombre es Sara Medina. Pasé cinco años en la residencia de psiquiatría en la Pontificia Universidad Javeriana. Tuve dos retiros temporales. Me retiraba porque mi salud mental no daba. Me retiraba para tomar aire, para seguir nadando contra la corriente”, relató Medina en su vídeo.
La joven explicó que su situación se agravó tras denunciar los maltratos ante las directivas de la Javeriana, decisión que desencadenó represalias y, finalmente, la expulsión de la especialización.

Medina atravesó diversos episodios de depresión vinculados al ambiente hostil dentro de la residencia.
“La universidad quería que me retirara. Me lo insistieron muchas veces, pero yo seguía nadando contra la corriente porque quería cumplir mi sueño de ser psiquiatra”, afirmó.
En su relato, Medina detalló cómo, después de la muerte de Catalina Gutiérrez, numerosos residentes compartieron la consigna de que una tragedia semejante no debía repetirse.
Pese a ello, la médica denunció que las dinámicas de hostigamiento persistieron, tanto hacia ella como hacia otros estudiantes.
Asimismo, otro de los detonantes fue el caso de Catalina Gutiérrez, y que marcó un precedente en el país y en el Congresos de la República (proyecto de Ley Doctora Catalina), debido a que la también residente de la Universidad Javeriana de Bogotá, falleció en julio de 2024.
Antes de morir, dejó una nota en la que expresaba el sufrimiento por episodios similares de presión y acoso. La noticia del suicidio de la joven médica provocó múltiples pronunciamientos dentro del gremio.
Habrían revictimizado a Sara María Medina: ella contó que le respondieron las directivas
Teniendo en cuenta lo anterior como otro punto de referencia al motivo por el que Medina decidió exponer lo que vivió, ella consideró que su experiencia revelaba que el problema seguía activo.
“El caso de Catalina es el único que Colombia conoció, pero detrás de ella hay muchos residentes que sufren en silencio. Yo fui una de estas historias”, dijo en su mensaje.
La médica narró: “Desde primer año me sexualizaron, me ridiculizaron, me patologizaron. Cuando configuré un episodio depresivo mayor y terminé hospitalizada, pensé que en psiquiatría me iban a entender, pero al revés. Ignoraron mis incapacidades, minimizaron mi dolor y usaron mi diagnóstico como arma disciplinaria”.

La joven colombiana explicó que que solicitó ayuda directamente a los responsables de la residencia y que, tanto ella como su familia, pidieron apoyo institucional.
La respuesta, según dijo, consistió en responsabilizarla por su propio sufrimiento y no activar protocolos de apoyo.
“Mi familia también pidió apoyo y la respuesta fue la misma. Nunca se cuestionó al sistema. Llegué varias veces a urgencias, nuevas incapacidades. Otra hospitalización fruto del acoso institucional. Nunca encontré apoyo institucional. En la Javeriana ni siquiera hay un programa contra matoneo institucional”, sostuvo la joven.
El testimonio traza un paralelismo sobre las reacciones grupales dentro de las residencias médicas.

“Cuando algo ocurre, cuando alguien sufre, el grupo se une, pero para señalar, no para apoyar”, destacó Medina en su denuncia. Además, mencionó manipulaciones en evaluaciones, comentarios humillantes y la ausencia de medidas de protección por parte de docentes de psiquiatría.
La expulsión de Sara María Medina resultó, según su testimonio, de un proceso que ella consideró injusto y carente de pruebas objetivas.
“Hasta que al final hicieron lo que llevaban años intentando: expulsarme. ¿Las razones? Acciones humanas convertidas en faltas gravísimas porque necesitaban una excusa. Y aquí viene lo verdaderamente grave: nunca hubo pruebas. No es que fueran débiles, es que no existen. Mis pacientes siempre hablaron bien de mí. Las personas que declararon a mi favor fueron ignoradas y cuando confrontaron a mis propios compañeros, varios admitieron que yo era amable, que siempre estaba dispuesta al diálogo, que muchas cosas se dijeron por presión social dentro del grupo. Eso, ¿quedó en el expediente? No. Porque ya tenían decidido el final de mi historia”, relató.

La joven concluyó: “Cuando una institución minimiza el sufrimiento, cuando calla, cuando revictimiza, esas dinámicas también matan. Así, con ese mismo silencio y esa misma indiferencia, fue como terminaron llevándose la vida de Catalina y, por poco, muy poco, la mía”.
Hasta el momento, la Pontificia Universidad Javeriana no ha emitido nuevas declaraciones oficiales sobre el caso de Sara María Medina.
A su vez, colegios médicos y entidades universitarias analizan de nuevo los llamados a revisar los protocolos de atención en salud mental para residentes y estudiantes, ante la reiteración de denuncias similares.
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