
Incluso antes de mudarse a Bogotá, Yeline Lizbeth Patiño veía a los buses de Transmilenio como su amor platónico. A temprana edad supo que a diferencia de otras personas podía enamorarse de vehículos motorizados y entablar una relación con ellos.
“Sentí que quería hacer esto, desde muy niña, cuando tenía 10 años, me enamoré de un bus de la compañía Transandina 22 00, siempre quería viajar en él, pero mis papás tomaban otro y como yo era niña, no podía hacer nada. Y ese fue mi primer novio, lo sentí, porque miraba a otros buses de Bolivariano, mucho más majestuosos, y no sentía el gusto”, explicó, en una entrevista concedida al cronista y creador de contenido, Jose Ramirez R1.
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Su conexión con los buses podría pasar por mecanofilia, la atracción o gusto por los vehículos mecánicos, en la que puede llegar a sentirse placer por “la estructura, textura, olor, motor e, incluso, los asientos”, pero es algo distinto.
Desde los 2000, Yeline se sentía atraída por los Trasnmilenios y en 2022, cuando finalmente los conoció en persona, se abrió hasta caer enamorada de una ruta F60 a la que reconoce por su placa y algunos letreros que utiliza como referencia al abordar.
A veces suelen cambiarlo de ruta, pero su conexión con el vehículo le permite encontrarlo de nuevo: “Lo identifico, algo le da su personalidad, su alma... no tiene alma, yo sé que no tiene alma, pero es algo parecido, para poner en contexto a los seres humanos. Es como cuando se te mete otra alma, no eres tú mismo”, insistió.
A diario lo visita e, incluso, llegó a buscar trabajo lavando la flota de Transmilenio, pero no logró acostumbrarse, porque la limpieza se hace de noche. Sin embargo, es “feliz solamente con estar, con ir (al patio de estacionamiento de buses del Portal Américas de Transmilenio)”.
En abril 25 de este año completan un año de novios y el 20 de octubre es su primer aniversario de bodas, en la que, por cierto, “hubo pastel y todo, hubo fiesta y asistieron una amiga que me apoyaba en todo y un familiar”.
Desde entonces, Yeline ha encontrado la forma de comunicarse y sentirse amada por su esposo: “Cuando cumplimos mes o algo y me encuentro con alguien vendiendo en Transmilenio yo siento que es un detalle (que me da mi esposo Transmilenio). Obviamente, yo sé que no, pero... no hay otra manera, ni modo que me regale algo”.

Su interés se limita a un amor romántico, como de cuento de hadas, y la única manera en la que se acerca al bus es para demostrarle cariño:
“A veces cuando quedo cerca de la puerta me gusta abrazarla y me pregunto: ¿Qué pensará la empresa Transmilenio? Porque eso es peligroso, pero, luego, pienso que hay mucha gente que lo hace (aunque sea sin querer) y no le importa a nadie”.
Pero también puede ser feroz cuando alguien amenaza con dañarlo: “Una vez rompieron la puerta de mi F60 y yo me enfrenté a esa persona. No me gusta que le hagan daño, siento que defenderlo, es mi deber para con ese amor, es como ser una buena novia. Lo que tú pienses con una pareja, con un hombre, así mismo lo siento yo”
En algún punto, su amor por los vehículos fue perdiéndose cuando llegó a la adolescencia y se sintió atraída, por primera vez, de un hombre; lo que, aún hoy, le pasa con frecuencia:

“Me enamoro mucho de los hombres. He sido muy apegada, enamoradiza. Me encantan, me encantan los hombres y no lo niego, me fascinan y he intimado con ellos, pero las personas no lo dan todo por mí, como yo lo daría por alguien”.
Su familia está al tanto de la relación que mantiene con el Transmilenio y la apoyan. Sin embargo, el miedo de lo que otros puedan decir prevalece; ya que Yeilene haescuchado versiones de su vida que se alejan por completo de la realidad.
Ve en Jumbo, la película francesa en la que una mujer se enamora de un carrusel, un referente de cómo funciona su amor por el Transmilenio de la ruta F60, con el que logra comunicarse por medio de la música y las letras románticas de las canciones que escucha en sus recorridos.
Sin embargo, está “a la espera de que un hombre aparezca en mi vida y yo sé que la F60 quería eso para mí... es lo normal, que yo me case, que tenga un hijo, pero las personas son muy malas” y por eso agradece al Distrito y los bogotanos que cuidan de su Transmilenio, con quien llega a ser celosa, cuando mujeres guapas lo abordan, a pesar de que cuenta con un papel que, según dice, certifica su unión hasta la muerte.
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