Cuidado, los síntomas de la anemia pueden confundirse con la vejez

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Un número significativo de personas mayores padecen esta enfermedad. Muchos encuentran alivio con un tratamiento eficaz que se receta con más frecuencia.

Gary Sergott se sentía fatigado todo el tiempo. "Me cansaba, me faltaba el aire, tenía una especie de malestar", dijo. Tenía frío incluso en los días cálidos y estaba pálido, con ojeras.

Su malestar no era misterioso. Como enfermero anestesista jubilado, Sergott sabía que tenía anemia, una deficiencia de glóbulos rojos. En su caso, era consecuencia de una enfermedad hereditaria que le provocaba hemorragias nasales casi diarias y le agotaba la hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que reparte oxígeno por todo el cuerpo.

Pero al consultar a los médicos sobre su fatiga, descubrió que muchos no sabían cómo ayudarle. Aconsejaron a Sergott, que vive en Westminster, Maryland, que tomara comprimidos de hierro, normalmente el tratamiento de primera línea para la anemia.

Como a muchas personas mayores, sin embargo, le resultaba difícil tolerar un régimen diario de cuatro a seis comprimidos. Algunos pacientes que toman hierro se quejan de estreñimiento grave o calambres estomacales. Sergott sentía "náuseas todo el tiempo". Y las tabletas de hierro no siempre funcionan.

Después de casi 15 años, encontró una solución. Michael Auerbach, hematólogo y oncólogo, quien es codirector del Centro de Cáncer y Trastornos Sanguíneos de Baltimore, sugirió que Sergott recibiera hierro por vía intravenosa en vez de oral.

Ahora Sergott, de 78 años, recibe una infusión de una hora de duración cuando sus niveles de hemoglobina y otros marcadores indican que la necesita, normalmente tres veces al año. "Es como llenar el depósito de gasolina", dijo. Sus síntomas desaparecen y "me siento muy bien".

Sin embargo, su historia refleja la frecuente desestimación de una enfermedad común, que no solo disminuye la calidad de vida de las personas mayores, sino que tiene graves consecuencias para la salud, como caídas, fracturas y hospitalizaciones.

Los síntomas de la anemia --cansancio, dolores de cabeza, calambres en las piernas, frío, disminución de la capacidad para hacer ejercicio, niebla cerebral-- suelen relacionarse con el propio envejecimiento, dijo William Ershler, hematólogo e investigador. (Algunas personas con anemia permanecen asintomáticas).

"La gente dice: 'Me siento débil, pero todo el mundo de mi edad se siente débil'", dijo Ershler.

Aunque es probable que los niveles de hemoglobina se hayan incluido en los historiales de sus pacientes, como parte del hemograma (un análisis sanguíneo completo) que se pide habitualmente en las visitas médicas, los médicos no suelen reconocer la anemia.

"Los pacientes vienen a la clínica y se les hacen los análisis de sangre, y no pasa nada", dijo.

La anemia afecta al 12,5 por ciento de las personas mayores de 60 años, y la tasa aumenta a partir de entonces, según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición.

Pero eso puede ser una subestimación.

En un estudio publicado en la revista Journal of the American Geriatrics Society, Ershler y sus colegas examinaron las historias clínicas electrónicas de casi 2000 pacientes ambulatorios mayores de 65 años de Inova, el gran sistema de salud del norte de Virginia del que él se jubiló recientemente.

Según los resultados de los análisis de sangre, la prevalencia de la anemia era mucho mayor: aproximadamente uno de cada cinco pacientes estaba anémico, con niveles de hemoglobina por debajo de lo normal según las pautas de la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, solo un tercio de esos pacientes tenían la anemia debidamente documentada en sus historiales médicos.

La anemia "merece nuestra atención, pero no siempre la recibe", dijo George Kuchel, geriatra de la Universidad de Connecticut, a quien no le sorprendieron los resultados.

Esto se debe en parte a que la anemia tiene muchas causas, algunas más tratables que otras. Quizá en un tercio de los casos se deba a una carencia nutricional, normalmente falta de hierro, pero a veces de vitamina B12 o folato (llamado ácido fólico en su forma sintética).

Las personas mayores pueden tener menos apetito o tener dificultades para comprar alimentos y preparar comidas. Pero la anemia también puede ser consecuencia de la pérdida de sangre por úlceras, pólipos, diabetes y otras causas de hemorragia interna.

La cirugía también puede provocar falta de hierro. Mary Dagold, de 83 años, bibliotecaria jubilada de Pikesville, Maryland, se sometió a tres operaciones abdominales en 2019. Permaneció postrada en cama durante semanas y necesitó una sonda de alimentación durante meses. Incluso después de curarse, "la anemia no desapareció", dijo.

Recuerda sentirse siempre agotada. "Y sabía que no pensaba como suelo pensar", añadió. "No podía leer una novela". Tanto su médico de cabecera como Auerbach le advirtieron que era poco probable que el hierro oral le ayudara.

Los comprimidos de hierro, de venta libre, son baratos. El hierro intravenoso, cada vez más recetado, puede costar entre 350 y 2400 dólares por infusión, según cómo esté hecha la fórmula, dijo Auerbach.

A algunos pacientes les basta con una sola dosis, mientras que otros necesitarán un tratamiento regular. Medicare lo cubre cuando los comprimidos son ineficaces o difíciles de tolerar.

Para Dagold, una infusión intravenosa de hierro de 25 minutos cada cinco semanas aproximadamente ha marcado una diferencia asombrosa. "Tardas unos días, y luego te sientes lo bastante bien para seguir con tu vida cotidiana", dijo. Ha vuelto a su clase de aeróbic acuático cuatro días a la semana.

En otros casos, la anemia se debe a afecciones crónicas como enfermedades cardiacas, insuficiencia renal, trastornos de la médula ósea o enfermedades inflamatorias intestinales.

"A estas personas no les falta hierro, sino que no son capaces de procesarlo para fabricar glóbulos rojos", dijo Kuchel. Como los suplementos de hierro no son eficaces, los médicos intentan abordar la anemia tratando las enfermedades subyacentes de los pacientes.

Otra razón para prestar atención: "La pérdida de hierro puede ser el primer presagio de cáncer de colon y de estómago", señaló Kuchel.

Sin embargo, en cerca de un tercio de los pacientes, la anemia sigue siendo frustrantemente inexplicable. "Lo hemos hecho todo, y no tenemos ni idea de cuál es la causa", dijo.

Aprender más sobre las causas y los tratamientos de la anemia podría evitar muchas desgracias en el futuro. Además de su relación con las caídas y las fracturas, la anemia "puede aumentar la gravedad de las enfermedades crónicas: cardiacas, pulmonares, renales, hepáticas", dijo Auerbach. "Si es realmente grave y la hemoglobina alcanza niveles potencialmente mortales, puede provocar un infarto de miocardio o un ictus".

Sin embargo, una de las incógnitas es si el tratamiento precoz de la anemia y el restablecimiento de la hemoglobina normal evitarán enfermedades posteriores. Aun así, "están ocurriendo cosas en este campo", dijo Ershler, señalando un taller sobre la anemia inexplicada del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento celebrado el año pasado.

La Sociedad Americana de Hematología nombró un comité sobre el diagnóstico y el tratamiento de la ferropenia, o deficiencia de hierro, y tiene previsto publicar nuevas directrices el año que viene. El Consorcio del Hierro de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón convocó un panel internacional sobre el tratamiento de la ferropenia y publicó recientemente sus recomendaciones en The Lancet Haematology.

Mientras tanto, muchos pacientes mayores pueden acceder a los resultados de su hemograma y, por tanto, a sus niveles de hemoglobina. La Organización Mundial de la Salud define como normales 13 gramos de hemoglobina por decilitro para los hombres y 12 para las mujeres no embarazadas (aunque algunos hematólogos sostienen que esos umbrales son demasiado bajos).

Preguntar a los profesionales sanitarios sobre los niveles de hemoglobina y hierro, o utilizar un portal del paciente para comprobar las cifras por sí mismos, podría ayudar a los pacientes a que las conversaciones con sus médicos se aparten de la fatiga u otros síntomas como resultados inevitables del envejecimiento.

Quizá sean signos de anemia y quizá sea tratable.

"Lo más probable es que te hayas hecho un hemograma en los últimos seis meses o un año", dijo Kuchel. "Si tu hemoglobina está bien, estupendo".

Pero, añadió, "si está realmente fuera de los límites normales, o ha cambiado en comparación con hace un año, tienes que hacer preguntas".