El nuevo 'acuerdo' comercial entre China y EE. UU. no es lo que parece

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Customs (Tariff) Rare Earths China International Trade and World Market United States International Relations

Si el acuerdo verbal entre los dos países se mantiene, solo reparará parte del daño de la guerra comercial que inició el presidente de EE. UU.

Tras dos días de tensas negociaciones, Estados Unidos y China parecen haber retrocedido desde el borde de un devastador conflicto económico… quizá.

Funcionarios de ambos países llegaron a un acuerdo verbal en las primeras horas del miércoles en Londres para eliminar algunas de las medidas perjudiciales que habían utilizado para atacar las economías del otro como parte de un enfrentamiento que se intensificó rápidamente en los últimos meses.

Aún no está claro si la tregua se mantendrá, o si se desmoronará como ocurrió en mayo. Incluso si el acuerdo resulta duradero, su gran logro parece ser simplemente devolver a los países al statu quo de hace varios meses, antes de que el presidente Donald Trump provocara tensiones con China a principios de abril al aumentar los aranceles sobre los bienes que produce.

"Parece como si estuviéramos negociando en círculos", dijo Myron Brilliant, consejero sénior de DGA-Albright Stonebridge Group y ex vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

"Se intensifica, se retrocede", añadió. "A fin de cuentas, no estamos realmente más avanzados".

Como resultado de las negociaciones de esta semana, los aranceles se quedarán donde están. Apenas hay más detalles, aparte del probable retroceso de las políticas agresivas que ambos países han adoptado desde mayo.

Se espera que China relaje las restricciones a la exportación de minerales que habían amenazado con paralizar a una serie de fabricantes estadounidenses. A cambio, Estados Unidos relajará los nuevos límites que impuso a sus propias exportaciones de tecnología y productos, y retirará sus amenazas de cancelar las visas a los estudiantes chinos en Estados Unidos.

Los países no anunciaron avances en otras cuestiones comerciales. Esos asuntos se dejarían para futuras discusiones, dijeron funcionarios estadounidenses.

Para muchos analistas, las reuniones de Londres plantearon interrogantes sobre qué se había ganado exactamente con las agresivas tácticas comerciales de Trump contra China en los últimos meses, o si sus acciones habían resultado finalmente contraproducentes.

"¿Qué estamos consiguiendo exactamente que no estuviéramos consiguiendo ya antes?", preguntó Veronique de Rugy, investigadora principal del Mercatus Center, un laboratorio de ideas libertario. "Este acuerdo sugiere que nunca hubo un plan real".

Funcionarios del gobierno de Trump han argumentado que Estados Unidos ha salido ganando de las recientes escaladas, al afirmar que las medidas punitivas que emitieron en respuesta a los recortes de China a las exportaciones de tierras raras demuestran que el país tiene mucho de su propio poder. En las últimas semanas, Estados Unidos limitó el acceso a una serie de programas informáticos, productos, sustancias químicas y tecnologías, incluidos elementos cruciales que China utiliza para desarrollar chips avanzados y motores a reacción.

El gobierno también ha señalado la fortaleza de la economía estadounidense y la limitada inflación para argumentar que incluso los aranceles muy elevados sobre las importaciones chinas han tenido pocos efectos negativos.

Otros analistas no se han mostrado tan optimistas. En un informe de esta semana, el Banco Mundial dijo que los aranceles estadounidenses sentarían las bases para la década de crecimiento mundial más débil desde los años sesenta.

Trump proclamó en las redes sociales el miércoles por la mañana que "nuestro acuerdo con China está hecho" y que la "relación es excelente", aunque reconoció que el acuerdo aún estaba sujeto a la aprobación final suya y de su homólogo, Xi Jinping.

"Todos los imanes, y las tierras raras que sean necesarias, serán suministrados, por adelantado, por China", escribió, en mayúsculas. "Del mismo modo, proporcionaremos a China lo acordado, incluidos los estudiantes chinos que utilicen nuestros colegios y universidades (¡lo que siempre me ha parecido bien!)".

Las discusiones en Londres se prolongaron durante dos largos días y noches, y en repetidas ocasiones llegaron a ser acaloradas, según dos personas con conocimiento de las reuniones. En varios momentos, las conversaciones parecieron a punto de fracasar, añadieron, lo que es un signo de la falta de confianza entre los dos gobiernos.

Howard Lutnick, secretario de Comercio, quien participó en las negociaciones, dijo que el objetivo fundamental del presidente hacia China era "reducir el déficit comercial y aumentar el comercio".

"Pero primero teníamos que eliminar, en cierto modo, la negatividad", dijo al concluir las conversaciones. "Ahora podemos avanzar para intentar hacer un comercio positivo, un comercio creciente y beneficioso tanto para China como para Estados Unidos".

Liu Pengyu, un portavoz de la embajada china en Washington, dijo el miércoles que la esencia de las relaciones entre ambos países residía en el beneficio mutuo y la cooperación. "No hay ganadores en las guerras comerciales", añadió. "China no busca el conflicto, pero no se dejará intimidar por él".

Analistas y expertos afirmaron que los acontecimientos de las últimas semanas demostraban que el gobierno de Trump había exagerado su posición frente a China. Estados Unidos tiene una necesidad económica casi inmediata de los minerales e imanes de tierras raras que produce China. Las restricciones chinas a estas exportaciones obligaron a los fabricantes de automóviles y a otras industrias a presionar a la Casa Blanca para que las aliviara, y finalmente amenazaron con agotar las existencias de material militar estadounidense.

Sin duda, las restricciones que Estados Unidos impuso a China a cambio también resultarían dolorosas para la economía china. Pero algunos analistas subrayaron que también infligirían penurias a Estados Unidos.

Philip Luck, director del programa de economía del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un laboratorio de ideas de Washington, escribió en un análisis reciente que las restricciones estadounidenses a las exportaciones de etano destinadas a China habían sido especialmente contraproducentes. Obligaron, por ejemplo, a las principales empresas energéticas estadounidenses a detener exportaciones previstas por el valor de miles de millones de dólares. Con el etano cortado, las plantas chinas podrían simplemente quemar otros combustibles que pueden obtener en otros lugares, que cuestan más pero evitarían cualquier interrupción.

"Estos controles no superan ni siquiera el listón más bajo para un arma económica", escribió Luck. "Más allá de perjudicar a los productores estadounidenses más que a sus homólogos chinos, socavan la propia agenda de dominio energético del gobierno y señalan a los aliados que no se puede confiar en Estados Unidos ni siquiera en los mercados de materias primas supuestamente apolíticos".

Ilaria Mazzocco, investigadora principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que las amenazas arancelarias y otras políticas se habían guiado por la teoría de Washington de que "China cedería ante la presión muy rápidamente", en parte porque su economía, impulsada por las exportaciones, ha estado mostrando signos de debilidad.

"Creo que lo que China ha demostrado es que, en realidad, se encuentra en una posición bastante fuerte y puede soportar muchas penurias, y quizá en realidad más penurias que Estados Unidos", añadió. También dijo que China había demostrado su capacidad de utilizar los controles de las exportaciones para infligir daño a Estados Unidos de una forma que nunca antes había abordado.

Jin Canrong, profesor de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de Pekín, escribió en un comentario la semana pasada que las tierras raras eran "una as bajo la manga de China".

"Trump debería entender que la presión y las amenazas no son definitivamente la forma correcta de tratar con China", escribió.

Algunos analistas también han cuestionado el precedente que sentó el gobierno de Trump al poner en juego los controles de exportación estadounidenses, que suelen considerarse una cuestión de seguridad nacional, más que de influencia económica.

Wendy Cutler, vicepresidenta de la Sociedad Asiática y ex negociadora comercial estadounidense, dijo que Estados Unidos "parece haber pagado un alto precio" por recuperar el acceso a los minerales e imanes críticos chinos.

"Estas cuestiones se han mantenido deliberadamente fuera de la mesa de negociaciones durante años, dada la insistencia estadounidense en que las medidas relacionadas con la seguridad nacional no son apropiadas para un toma y daca", dijo. "Al ahora invertir aparentemente esta posición mantenida durante tanto tiempo, Estados Unidos ha abierto a China una puerta que será difícil cerrar".

Añadió que China podría insistir ahora en concesiones bidireccionales sobre el control de las exportaciones en el futuro. "El marco del acuerdo de Londres puede significar un importante punto de inflexión en las relaciones económicas entre Estados Unidos y China", dijo.

Ana Swanson cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década.