
El acta de defunción del pontífice indicaba que padecía diabetes de tipo 2 e hipertensión arterial, además de bronquiectasia, una enfermedad pulmonar crónica.
El Vaticano dijo el lunes que el papa Francisco murió de un derrame cerebral que estuvo seguido de un coma y del colapso de su sistema cardiovascular.
Un derrame cerebral, o ictus, se produce cuando se interrumpe el suministro de sangre al cerebro, ya sea a causa de un coágulo o de una hemorragia en el cerebro. En la declaración de defunción se indicaba que Francisco padecía diabetes de tipo 2 e hipertensión, enfermedades que pueden aumentar el riesgo de ictus.
También padecía una enfermedad pulmonar crónica llamada bronquiectasia, que puede debilitar y dilatar las vías respiratorias y hacerlas más susceptibles a las infecciones.

Cuando se produce una infección en un paciente con bronquiectasia, “lo que a veces puede ocurrir es que las cosas vayan de mal en peor”, dijo Burton Dickey, médico de cuidados pulmonares y críticos del Centro Oncológico MD Anderson de Houston.
Lo que podría empezar como una infección menor de las vías respiratorias puede extenderse a los diminutos sacos de aire donde los pulmones y la sangre intercambian oxígeno y dióxido de carbono, causando neumonía. Recientemente, el papa estuvo hospitalizado cinco semanas con neumonía.
Esto, a su vez, puede aumentar la tendencia a la formación de coágulos sanguíneos y, por tanto, la probabilidad de sufrir un derrame cerebral, dijo Dickey. Un ictus grave puede conducir al coma, como le ocurrió a Francisco.

En un comunicado en el que anunciaba la causa de la muerte, el Vaticano dijo que el ictus había provocado un “colapso cardiocirculatorio”, que se produce cuando el corazón y los pulmones ya no pueden funcionar.
Se trata del acontecimiento final de cualquier muerte, explicó Michelle Kittleson, profesora de cardiología del Instituto del Corazón Smidt del Cedars-Sinai en Los Ángeles.
Hay varias formas en que un ictus puede provocar un colapso cardiocirculatorio, dijo. Un ictus puede afectar a las partes del cerebro que controlan la función cardiaca o puede causar una inflamación cerebral que crea presión y desplaza el tejido cerebral, lo que lleva al organismo a detenerse.
En algunos pacientes, dijo Kittleson, un ictus puede producirse junto con un infarto de miocardio o precipitarlo, lo que a su vez puede provocar el colapso del sistema cardiocirculatorio.
©The New York Times 2025
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