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Muchos de los factores que tuvieron parte en la catástrofe todavía están siendo descubiertos. Los investigadores siguen intentando reconstruir la colisión en la que murieron 67 personas.
Volar helicópteros cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan siempre conlleva algún riesgo. Sin embargo, las condiciones de la noche sin luna del 29 de enero, cuando un helicóptero Black Hawk del ejército y un avión de pasajeros de American Airlines colisionaron, eran inusualmente difíciles.
Muchos de los factores que contribuyeron a la catástrofe todavía están siendo descubiertos, mientras los investigadores de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte intentan reconstruir la colisión en la que murieron 67 personas. El choque en pleno vuelo, que hizo que los restos de ambas aeronaves cayeran al helado río Potomac, fue el accidente de aviación más mortífero de Estados Unidos desde 2009.
Los investigadores han dicho que el helicóptero volaba unos 30 metros por encima de la altura autorizada en su parte designada del espacio aéreo, y están intentando determinar por qué.
Pero las entrevistas con pilotos de helicópteros sugieren que el Black Hawk también se enfrentaba a una serie de condiciones de vuelo complejas; algunas típicas de la bulliciosa zona que rodea el Aeropuerto Nacional, a las afueras de Washington, y otras exclusivas de la serie de sucesos ocurridos el pasado miércoles. Y la tripulación pilotaba un modelo antiguo que carecía de ciertas tecnologías de seguridad en su cabina que son habituales en las de los aviones comerciales en Estados Unidos.
"Dada la complejidad de todo lo que ocurre allí, es un lugar de mayor riesgo para volar", dijo Austin Roth, antiguo instructor de Black Hawk para el ejército, quien dice que volaba a menudo por las rutas de helicópteros cercanas al Aeropuerto Nacional cuando estaba en el servicio.
Los investigadores de seguridad de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (NTSB, por su sigla en inglés) no han atribuido ninguna culpa a la tripulación del Black Hawk, que el secretario de Defensa Pete Hegseth describió como "bastante experimentada".
La agencia de seguridad dijo el martes que aún quedaba información del helicóptero por reunir, un proceso que se espera que comience esta semana, cuando se retiren sus restos del Potomac. Los investigadores dijeron que las dos aeronaves colisionaron a 91 metros, un detalle que ha suscitado dudas sobre cómo se desvió el helicóptero, dado que no estaba autorizado a volar a más de 60 metros sobre el suelo.
The New York Times, a través de entrevistas con seis aviadores militares actuales y retirados y con un piloto de helicóptero civil que vuela con frecuencia por las rutas cercanas al Aeropuerto Nacional, ha reconstruido algunos datos sobre las condiciones a las que se enfrentó la tripulación la noche de la colisión.
La tripulación del UH-60 Black Hawk salió de su base de operaciones, Fort Belvoir, en Virginia, después de que anocheciera el miércoles pasado, para realizar una misión de entrenamiento que permitiera a la copiloto, la capitana Rebecca Lobach, llevar a cabo un vuelo de evaluación anual obligatorio.
Formaba parte del pequeño grupo de helicópteros militares y de las fuerzas del orden civiles autorizados a volar en el espacio aéreo altamente restringido sobre Washington y el norte de Virginia. Esos pilotos deben volar por rutas designadas que generalmente siguen los ríos Potomac y Anacostia. Los controladores aéreos de la torre del Aeropuerto Nacional gestionan ese espacio aéreo para helicópteros y aviones por igual.
Estas rutas especifican ciertas restricciones de altitud para los helicópteros a lo largo del agua, incluida la Ruta 4, la que prohíbe volar a más de 200 pies, o 60 metros, sobre el tramo del Potomac donde se produjo la colisión.
Esa restricción, según varios de los pilotos, proporciona poco espacio para maniobrar en caso de emergencia. A una altitud tan baja sobre un río, moverse hacia arriba --no hacia abajo-- es la respuesta más realista.
Roth dijo que hay rutas para helicópteros en el Aeropuerto Internacional de Dulles y en el Aeropuerto Internacional Thurgood Marshall de Baltimore/Washington que permiten a los pilotos sobrevolar el espacio aéreo de los aviones comerciales en lugar de atravesarlo, lo que da a los pilotos más opciones en caso de emergencia.
"No se me ocurre ningún sitio donde se pueda volar junto a un aeropuerto importante a 200 pies", dijo Roth, quien estaba en la misma unidad que la tripulación del helicóptero que se estrelló. Una combinación de cielos oscuros y luces urbanas circundantes --luces que se habrían amplificado exponencialmente si los miembros de la tripulación llevaban gafas de visión nocturna-- puede haberles distraído mientras buscaban el tráfico aéreo cercano.
"Entonces están volando sobre una superficie de agua negra del Potomac con eco de tierra en el radar y los edificios a sus espaldas", dijo la senadora Tammy Duckworth, demócrata por Illinois, quien pilotó helicópteros Black Hawk durante su carrera militar.
Cerca de las 8:46 p. m. del pasado miércoles, un controlador aéreo advirtió a la tripulación del helicóptero que había un avión de pasajeros cerca. Ese avión, el vuelo 5342 de American Airlines, había sido desviado de la pista 1, que utilizaban habitualmente los aviones regionales, a la pista 33, menos utilizada.
Lo más probable es que la capitana Lobach estuviera en el asiento de la derecha, dijo un oficial de alto rango del ejército que ha volado en repetidas ocasiones por las rutas de helicópteros del Aeropuerto Nacional, pero que pidió el anonimato porque no estaba autorizado para hablar públicamente.
Esto es significativo, dijo el oficial, porque si el piloto instructor estaba ocupado o distraído con algo, el asiento de la capitana Lobach en el lado derecho de la aeronave podría haberla situado en una mala posición para ver el vuelo de American Airlines que descendía a su izquierda.
Sin embargo, otros pilotos militares experimentados dijeron que estaban desconcertados por el choque, dado que los pilotos militares cuentan con el entrenamiento para estar preparados ante tales peligros.
El Black Hawk, un helicóptero bimotor surgido en la década de 1970 que ha inspirado diversos modelos, es desde hace tiempo un elemento fijo del ejército estadounidense, tanto para fines generales como para misiones más específicas. Solo en el Ejército, unos 2000 Black Hawks están en funcionamiento actualmente.
En la zona de Washington, donde se encuentran la Casa Blanca, el Pentágono y varios campos de aviación de los que suelen partir tanto vuelos de entrenamiento como el transporte del presidente y otros oficiales de alto rango, los Black Hawk están en todas partes.
El 12.º Batallón de Aviación de Fort Belvoir vuela dos tipos de Black Hawks: el UH-60L, un modelo antiguo, y el VH-60M, más reciente. El implicado en el choque era el modelo antiguo. No tiene la capacidad de permitir a los pilotos volar con piloto automático, pero no se considera insuficiente para el trabajo, según el oficial de alto rango del Ejército.
En cualquier caso, dijo el oficial, el piloto automático no habría sido útil para la tripulación que volaba a lo largo del río Potomac. El vuelo a baja altura, dijo, requiere una atención constante al terreno, los obstáculos y las rutas.
Los Black Hawk, incluso los modelos más antiguos, no son especialmente difíciles de manejar, dijeron aviadores militares actuales y retirados. Sin embargo, el tráfico alrededor del Aeropuerto Nacional, uno de los espacios aéreos públicos más transitados del país, requiere destreza especial y disposición para quedarse atrás si es necesario para permitir que los aviones de pasajeros despeguen o aterricen de forma segura.
"Esa aeronave estaba en el lugar equivocado mucho antes de encontrarse en el mismo espacio aéreo literal con el CRJ", dijo Jon-Claud Nix, expiloto de helicópteros del Cuerpo de Marines, utilizando la abreviatura del avión que se vio implicado en la colisión.
Nix, que ha revisado las grabaciones del control del tráfico aéreo y otros detalles públicos del choque, añadió: "Solo necesitaban detenerse un poco para identificar o localizar adecuadamente su tráfico correcto".
Dijo que en los instantes finales antes del choque, la tripulación del Black Hawk estaba esencialmente por su cuenta para evitar la colisión. Eso se debe a que la tripulación, según una grabación del audio del control del tráfico aéreo, había solicitado lo que se conoce como "separación visual", que según las normas de aviación significa que la tripulación buscaría el tráfico cercano por su cuenta, sin ayuda de los controladores.
Y lo más probable es que el modelo más antiguo de Black Hawk que pilotaba la tripulación el miércoles pasado no tuviera ciertos sistemas de seguridad aérea que son estándar entre los aviones de pasajeros estadounidenses.
Por ejemplo, no disponía del Sistema de Alerta de Tráfico y Evasión de Colisión (TCAS por su sigla en inglés), que avisa a los pilotos que sus aviones están peligrosamente cerca de otras aeronaves y puede indicarles que asciendan o desciendan rápidamente si la colisión parece inminente.
Los pilotos dicen que uno o todos estos factores podrían haber contribuido a una trágica secuencia de acontecimientos.
"Especialmente en esa ruta", dijo Roth, "hay 200 pies, que es una altitud baja. Está cerca de otras aeronaves. Las condiciones de iluminación son difíciles y no hay muchos lugares en el mundo donde todo eso le ocurra a alguien a la vez".
Mark Walker es periodista de investigación especializado en transporte. Reside en Washington. Más de Mark Walker
Kate Kelly escribe de temas financieros, política e influencia para el Times. Más de Kate Kelly
Eric Schmitt es corresponsal de seguridad nacional para el Times y se centra en asuntos militares estadounidenses y antiterrorismo en el extranjero, temas sobre los que ha informado durante más de tres décadas. Más de Eric Schmitt
John Ismay es un periodista que cubre el Pentágono para el Times. Sirvió como oficial de desactivación de artefactos explosivos en la Marina estadounidense. Más de John Ismay
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