La turbulenta vida de Marius Borg, el hijo de la princesa de Noruega: el “angelical niño rubio” está acusado de cuatro violaciones

La fiscalía noruega formalizó este lunes la acusación contra Marius Borg Høiby, de 28 años, por 32 delitos que incluyen cuatro violaciones, violencia machista y amenazas de muerte. El hijastro del futuro rey de Noruega, que llegó al palacio cuando apenas tenía tres años como un angelical niño rubio, ahora enfrenta una posible condena de hasta 10 años de prisión por crímenes que él mismo habría documentado en video.

El fiscal general Sturla Henriksbo calificó el caso como “grave” y subrayó que “la violencia machista y las violaciones pueden dejar profundas cicatrices y destruir vidas”. La investigación, que se extiende por más de un año, reveló material incriminatorio en los dispositivos electrónicos del acusado, incluyendo grabaciones de agresiones sexuales realizadas sin consentimiento.

Marius Borg Høiby nació el 13 de enero de 1997 fruto de una relación previa de la entonces futura princesa con Morten Borg, un hombre también condenado por violencia y delitos relacionados con drogas.

Criado desde los cuatro años en el seno de la familia real noruega tras el matrimonio de su madre con el príncipe heredero Haakon, Marius creció junto a sus medios hermanos, la princesa Ingrid Alexandra y el príncipe Sverre Magnus.

A diferencia de sus hermanos menores, Borg Høiby nunca estuvo destinado a asumir funciones oficiales, pero vivió con todos los privilegios de la realeza. Esta situación ambigua marcó su desarrollo: técnicamente ajeno a la Casa Real pero educado en su interior, en lo que la comentarista Sigrid Hvidsten del periódico Dagbladet describió como “una jaula de oro”.

Su trayectoria criminal comenzó a tomar forma en 2017, cuando fue sorprendido consumiendo cocaína en un festival de música, episodio que se saldó entonces con una multa. Los problemas se intensificaron cuando empezó a frecuentar círculos criminales, incluyendo miembros de los Hells Angels y la mafia albanesa. En 2023, la policía lo citó para una entrevista preventiva tras observarlo en compañía de “delincuentes notorios”.

Las cuatro violaciones imputadas se habrían producido entre 2018 y 2024, la última después de que ya hubiera comenzado la investigación policial. Entre las víctimas identificadas se encuentran mujeres de aproximadamente 20 años, una de ellas agredida el 24 de marzo del año pasado, según detalló AFP. Además, la modelo Linni Meister, de 39 años, figura como víctima de una presunta violación ocurrida en 2018 durante una fiesta en los sótanos de la residencia real de Skaugum.

El escándalo estalló públicamente el 4 de agosto de 2024, cuando fue detenido por agredir a su entonces pareja, Rebecca Helberg Arntsen, quien tuvo que ser hospitalizada por las lesiones. Diez días después de su arresto, el propio Borg Høiby admitió los hechos en una declaración pública, reconociendo haber actuado “bajo la influencia del alcohol y la cocaína después de una discusión” y confesando sufrir “problemas mentales” y luchar “durante mucho tiempo con el abuso de sustancias”.

La investigación policial descubrió posteriormente material videográfico en sus dispositivos que evidenciaba las violaciones. Las autoridades encontraron archivos ocultos mediante contraseñas especiales, incluyendo imágenes y videos de contenido sexual de Meister, quien declaró desconocer completamente la existencia de estas grabaciones hasta que la policía se las mostró.

Durante su detención en noviembre de 2024, hecho sin precedentes para un miembro de la familia real noruega, la policía le prohibió recibir visitas y correspondencia debido al riesgo de manipulación de pruebas. Su defensa, dirigida por el abogado Øyvind Bratlien, considera las acusaciones como “errores de juicio catastróficos” por parte de las autoridades.

El impacto en la institución monárquica ha sido devastador. Borg Høiby fue excluido de la fotografía navideña oficial de la familia real publicada en diciembre de 2024, rompiendo una tradición de décadas. Además, según informó Daily Mail, le fue revocado su pasaporte diplomático tras descubrirse que lo utilizaba indebidamente para viajes privados, incluyendo escapadas a Cannes, Italia y Mónaco mientras la investigación estaba en curso.

A pesar de las acusaciones, el hijastro del príncipe heredero continuó llevando una vida aparentemente normal, participando en fiestas exclusivas y viajando con frecuencia. Incluso disfrutó de unas vacaciones de cinco días en Portugal junto a su padrastro y su medio hermano el príncipe Sverre Magnus, lo que generó críticas adicionales de las víctimas.

Linni Meister expresó su indignación en un podcast, criticando la actitud del acusado: “No tiene respeto por sí mismo ni por su familia. Ni siquiera por nosotras, las víctimas. En lugar de hacer lo correcto, huye y se va de fiesta”. La modelo reveló que inicialmente dudó de la veracidad de las pruebas presentadas por la policía, llegando a preguntarse si habían sido creadas mediante inteligencia artificial.

El príncipe Haakon se pronunció sobre el caso en noviembre, calificándolo como “un asunto grave” y expresando que la familia había trabajado “durante mucho tiempo para que reciba más ayuda”. Como parte de estos esfuerzos, Borg Høiby fue enviado a un centro de rehabilitación en Londres, aunque permaneció apenas un par de semanas debido a las obligaciones legales pendientes en Noruega.

La investigación reveló que el número de víctimas alcanza “cifras de dos dígitos”, según el fiscal Andreas Kruszewski, quien supervisó el proceso. Entre los cargos adicionales se incluyen agresiones a exparejas como Juliane Snekkestad y Nora Haukland, violación de órdenes de alejamiento, amenazas de muerte contra un conocido y agresión a un agente de policía.

El caso representa un terremoto para la monarquía noruega, especialmente considerando que el rey Harald V, de 87 años, enfrenta problemas de salud que podrían precipitar la coronación de Haakon y Mette-Marit. La posibilidad de que el hijastro de los futuros reyes cumpla condena por violación mientras ellos asumen el trono constituye una crisis institucional sin precedentes.

La transformación del niño que una vez despertó ternura entre los noruegos en el centro de un escándalo criminal pone en foco los límites difusos entre privilegio y responsabilidad en las monarquías modernas.