
El análisis de textos medievales demuestra que la creatividad literaria influyó en la memoria colectiva durante una de las crisis sanitarias más relevantes de la humanidad. La imagen común de la Peste Negra como una ola devastadora que avanzó rápidamente desde Asia por la Ruta de la Seda hasta Europa está siendo cuestionada por investigaciones recientes.
Un estudio publicado en el Journal of Arabic and Islamic Studies, difundido por la University of Exeter, señala que la creencia en la “propagación veloz” de la peste se sustenta en una mala interpretación de un texto árabe del siglo XIV: la maqāma de Ibn al-Wardī, considerada durante siglos un testimonio histórico, aunque en realidad es una obra de ficción en prosa rimada.
La maqāma es un género literario árabe que prosperó en el siglo XIV y se reconoce por sus relatos en prosa rimada centrados en un personaje astuto o viajero. Ibn al-Wardī, poeta e historiador de Alepo, compuso en 1348-49 una maqāma en la que personificó a la peste como un viajero que durante quince años devastó regiones desde las fronteras de China hasta el Mar Negro, Egipto y el Levante, tras pasar por India, Asia Central y Persia.
Según el análisis de Muhammed Omar y Nahyan Fancy, este texto no tenía intención de ser un registro factual, sino que empleaba la metáfora del viaje para explorar el impacto de la peste en la imaginación y la vida social de la época.

La maqāma de Ibn al-Wardī no fue un caso aislado. Autores como al-Ṣafadī e Ibn Abī Ḥajala también recurrieron al género para tratar la peste, integrando recursos como la personificación, el juego de palabras y referencias religiosas y culturales. Estas obras, pensadas para la lectura en voz alta y la apreciación creativa, no buscaban documentar hechos, sino facilitar la reflexión y el afrontamiento ante la catástrofe.
La transición de la maqāma de Ibn al-Wardī de la literatura a la historiografía ocurrió cuando, desde el siglo XV, historiadores árabes como al-Maqrīzī y cronistas europeos comenzaron a citar el texto como si fuese una crónica fidedigna de la expansión de la peste. El Journal of Arabic and Islamic Studies detalla cómo esta interpretación literal se consolidó y desplazó la distinción, clara para los eruditos medievales, entre géneros literarios y crónicas históricas.
El equívoco aumentó porque Ibn al-Wardī incorporó fragmentos de su maqāma en su propia crónica, lo que llevó a asumir que todo el relato tenía valor testimonial. Así, la imagen de un azote que cruzó Asia en pocos años se afianzó, aunque otros textos y crónicas contemporáneas no respaldan este ritmo de propagación.
La University of Exeter subraya la influencia global de la maqāma de Ibn al-Wardī, ya que desde el siglo XVIII, historiadores europeos adoptaron la narrativa de la “propagación rápida” y la incluyeron en mapas y estudios sobre la peste, reforzando la idea de un movimiento veloz de la pandemia desde Asia Central hasta el Mediterráneo.

Incluso investigaciones genéticas recientes, que han confirmado el origen de la bacteria Yersinia pestis en Asia Central, utilizaron la maqāma como referencia para fechar y trazar la pandemia, sin apoyo suficiente en otras fuentes.
El profesor Nahyan Fancy, de la University of Exeter, sintetiza el dilema: “Todas las rutas que llevan a la descripción incorrecta de la propagación de la peste conducen a este único texto. Es como si estuviera en el centro de una telaraña de mitos sobre el movimiento de la Peste Negra”. Al tiempo que advierte que la maqāma fue escrita solo para ilustrar que la peste viajaba y engañaba a la gente, sin pretensión de literalidad.
Lejos de ser simples errores, las maqāmas sobre la peste muestran los mecanismos de afrontamiento y creatividad de las sociedades islámicas medievales ante la adversidad. Tanto el Journal of Arabic and Islamic Studies como la University of Exeter coinciden en que estos textos reflejan cómo las comunidades recurrieron a la literatura, la religión y el ingenio lingüístico para procesar el trauma y buscar sentido en medio de tanta devastación.
El género de las maqāmas, con su abundancia de metáforas, referencias coránicas y juegos de palabras, permitió contemplar la peste como desafío no solo biológico, sino también espiritual y social.

Según Fancy, “estos escritos pueden ayudarnos a entender cómo la creatividad pudo haber sido una forma de ejercer cierto control y servir como mecanismo de afrontamiento en tiempos de muerte generalizada, de manera similar a cómo la gente desarrolló nuevas habilidades culinarias o artísticas durante la pandemia de COVID-19”.
Reconocer la naturaleza literaria de la maqāma de Ibn al-Wardī permite a la historiografía valorar la importancia de brotes previos y repensar las rutas y tiempos de propagación de pandemias. El Journal of Arabic and Islamic Studies destaca que abandonar la narrativa del tránsito rápido abre nuevas vías para investigar cómo se introdujo y focalizó la peste en diferentes regiones, e integrar perspectivas de la genética, la arqueología y la climatología.
Esta revisión también pone en valor las maqāmas como memoria social y cultural, en lugar de fuentes epidemiológicas. Así, se reconoce su significado en la construcción de sentido y en la transmisión de experiencias colectivas frente a la adversidad.
Si bien las maqāmas no contienen datos precisos sobre la expansión de la Peste Negra, su verdadera aportación reside en exponer cómo las sociedades enfrentaron y buscaron significado durante una crisis sin precedentes, dejando un legado literario que continúa invitando a la reflexión.
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