
Durante una tarea rutinaria de mantenimiento de una valla en el patio trasero de una vivienda familiar en una zona costera de Hampshire, al sur de Inglaterra, un descubrimiento alteró la vida de sus propietarios y captó la atención de la comunidad internacional de coleccionistas y expertos en numismática.
Oculto bajo un parche de arcilla, el suelo de ese tranquilo jardín escondía un tesoro de 69 monedas de oro que datan de los turbulentos siglos XV y XVI, específicamente de la dinastía Tudor, uno de los periodos más señalados en la historia inglesa.
El hallazgo se produjo en dos fases: primero, en 2020, los propietarios encontraron 63 monedas mientras realizaban el trabajo en la valla de su propiedad. Lejos de divulgar su descubrimiento de inmediato, la familia optó por seguir el cauce legal y responsable, notificando el hallazgo al Programa de Antigüedades Portátiles del Museo Británico, un organismo especializado en gestionar y documentar descubrimientos de valor arqueológico realizados por ciudadanos particulares a lo largo del país.

La intervención de este organismo condujo, unos meses más tarde, a que arqueólogos acudiesen al sitio y hallaran otras seis monedas adicionales, reforzando el valor y unicidad del conjunto descubierto.
El tesoro de Hampshire destaca no solo por su cantidad —69 monedas de oro— sino por la rareza de tales hallazgos. Aunque el Reino Unido es conocido por sus numerosos descubrimientos de monedas de plata enterradas, las de oro pertenecientes a la época Tudor son considerablemente menos frecuentes.
Este hecho convierte al llamado “Tesoro del Bosque Nuevo” en uno de los conjuntos más extraordinarios hallados en suelo inglés en las últimas décadas.

Entre las monedas recuperadas, aparecen ejemplares acuñados durante los reinados de figuras emblemáticas como Enrique VI, Eduardo IV, Enrique VII y Enrique VIII. Algunas piezas incluso llevan grabados inusuales, como los nombres de dos de las esposas de Enrique VIII y las iniciales de una tercera, elementos que aportan valor histórico y singularidad a la colección.
Según el catálogo de la próxima subasta, se trata del “único tesoro de monedas de oro completo y totalmente documentado del periodo Tudor temprano que se haya vendido en una subasta”, según detalla Smithsonian Magazine.
La gestión del hallazgo siguió un proceso meticuloso desde su descubrimiento. Inicialmente guardado en secreto por sus descubridores, el tesoro fue debidamente comunicado a las autoridades correspondientes, cumpliendo con la legislación británica que regula los tesoros arqueológicos encontrados por particulares.

Posteriormente, expertos arqueólogos acudieron al jardín familiar, documentaron cada fase del hallazgo y aseguraron la conservación y el estudio detallado de las monedas, preservando así tanto el valor material como el contexto histórico del descubrimiento.
Ahora, la expectativa gira en torno a la subasta programada para el 5 de noviembre, organizada por la casa suiza Numismatica Ars Classica, especializada en acoger y tasar este tipo de excepcionales lotes. Según información de la revista Smithsonian Magazine, la valoración inicial supera los 300.000 dólares, aunque las expectativas aumentan ante las palabras del numismático y empresario David Guest a Fox News Digital: “Estoy convencido de que el precio final será considerablemente superior a la estimación previa a la venta”.
Debido a su integridad, su documentación excepcional y el atractivo histórico de las piezas, la comunidad internacional aguarda con interés el desenlace de esta puja, que promete convertir al Tesoro del Bosque Nuevo en uno de los conjuntos numismáticos más valorados y disputados de la actualidad.

Más allá del aspecto material y comercial, el tesoro se enmarca en uno de los momentos más convulsos de la historia inglesa: la Reforma impulsada por Enrique VIII. Fue en este periodo, durante la primera fase de la ruptura con el Vaticano y la disolución de los antiguos monasterios, cuando muchos bienes de la Iglesia católica fueron requisados o puestos en riesgo de confiscación.
Sobre el trasfondo y los motivos del hallazgo, Guest afirma: “Aunque nunca sabremos por qué ni quién enterró el tesoro, es casi seguro que fue ocultado durante la tumultuosa primera fase de la Reforma inglesa, cuando Enrique VIII estaba disolviendo los antiguos monasterios de Inglaterra y apropiándose de gran parte de la riqueza de la Iglesia católica”.
Estas declaraciones reflejan la incertidumbre que rodea al origen del tesoro, pero también el contexto de miedo y secretismo propio de la Inglaterra del siglo XVI. Guest añade detalles sobre el simbolismo de la colección: “En las monedas del tesoro figuran los nombres de cuatro reyes, dos reinas y un cardenal”.

Muchas iglesias o particulares en la época eligieron enterrar sus riquezas, como una forma de preservar su patrimonio y asegurarse la posibilidad de recuperarlo cuando las circunstancias fueran menos amenazantes.
Esta estrategia de “enterrar el oro o la plata en tiempos de riesgo” ha sido recurrente desde la aparición de las monedas fuertes y sigue explicando hoy la procedencia de muchos tesoros descubiertos siglos después.
El tesoro Tudor hallado en Hampshire es testimonio directo de esas prácticas ancestrales y de los ciclos de incertidumbre y resiliencia que han marcado la historia británica. Con su próxima venta en el circuito internacional de subastas, dichas monedas no solo representan un valioso activo material, sino también una ventana invaluable al pasado y sus secretos aún por descifrar.
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