La Bienal de Venecia servirá café con agua del canal como parte de una propuesta innovadora

Con un sistema de purificación visible, la iniciativa en esta primavera busca concientizar sobre la crisis hídrica y la innovación en contextos urbanos

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Pronto se podrá beber café
Pronto se podrá beber café preparado con agua de los canales del Bienal de Venecia (EFE)

En una ciudad en la que las góndolas se deslizan entre palacios centenarios y los reflejos de la historia se funden con las olas, esta primavera boreal los visitantes de la Bienal de Venecia podrán participar de una experiencia tan insólita como provocadora: beber café preparado con agua de los canales.

El proyecto, bautizado "Canal Café“, es una instalación del estudio neoyorquino Diller Scofidio + Renfro, y forma parte del programa oficial de la Bienal de Arquitectura 2025.

La propuesta, que combina tecnología, arte, gastronomía y reflexión ambiental, invita a “experimentar el auténtico sabor de Venecia” en sentido literal. Pero, lejos de un acto performático banal, el proyecto es una demostración de ingeniería aplicada a un desafío global: cómo producir agua potable en un mundo afectado por el cambio climático.

El concepto: café filtrado del canal

Canal Café se presenta como
Canal Café se presenta como una cafetería al aire libre que sirve espresso elaborado con agua extraída directamente del Bienal de Venecia (EFE/EPA/ANDREA MEROLA)

¿Alguna vez pensaste que el agua marrón del Támesis daría para un flat white?”, pregunta con ironía el artículo original que describe el proyecto. La idea es tan absurda como efectiva: despertar curiosidad para cuestionar la relación entre infraestructura, contaminación y recursos hídricos.

En ese contexto, “Canal Café” se presenta como una cafetería al aire libre que sirve espresso elaborado con agua extraída directamente de la Laguna del Arsenal, parte del sistema de canales venecianos.

Según explicó Elizabeth Diller, cofundadora del estudio, el objetivo es fusionar “el placer de beber un buen espresso con la complejidad de tener agua potable”. Y añadió: “Tomaré la primera taza de espresso y seré el conejillo de indias”.

La instalación no pretende esconder la procedencia del agua: todo el proceso será visible para los visitantes a través de tuberías transparentes que conectan la laguna con el sistema de purificación, situado dentro del propio espacio de la cafetería.

Un proyecto que lleva 17 años en gestación

El origen del “Canal Café” se remonta al 2008. En aquel momento, el equipo de Diller Scofidio + Renfro concibió la idea como parte de una serie de intervenciones que interrogaban la relación entre espacio público, percepción y sostenibilidad. Sin embargo, los sistemas de filtración disponibles en ese entonces no permitían garantizar una potabilidad segura del agua canalicia.

Hubo que esperar hasta 2025 para que la tecnología alcanzara el nivel de sofisticación necesario. Recién entonces el estudio pudo ejecutar la propuesta en condiciones reales, gracias a avances en ósmosis inversa, luz ultravioleta y técnicas de filtrado biológico.

El resultado es un prototipo funcional que no solo busca impresionar a los visitantes de la Bienal, sino también demostrar una posible aplicación práctica en otros contextos urbanos con escasez de agua potable.

El sistema de filtración: ingeniería en tiempo real

Una vez extraída del canal
Una vez extraída del canal mediante tuberías visibles, el agua se divide en dos corrientes distintas (EFE/EPA/ANDREA MEROLA)

La instalación propone un sistema de tratamiento dual para transformar el agua de los canales venecianos en un líquido apto para el consumo humano. Una vez extraída del canal mediante tuberías visibles, el agua se divide en dos corrientes distintas:

  • La primera corriente pasa por un proceso de ósmosis inversa y desinfección por rayos ultravioleta, métodos que eliminan partículas microscópicas, bacterias y compuestos químicos.
  • La segunda corriente se depura a través de un microhumedal especialmente diseñado, donde plantas tolerantes a la sal (halófitas) purifican el agua de manera natural mediante procesos biológicos.

Una vez finalizado este doble tratamiento, ambas corrientes se reconectan y el agua resultante es sometida a pruebas de sabor y calibración.

Una estrella Michelin para calibrar el sabor veneciano

El toque final del proyecto está a cargo del reconocido chef italiano Davide Oldani, quien no solo seleccionó la mezcla de café adecuada, sino que también se encargará de probar el agua tratada para afinar sus características sensoriales.

Según la descripción del proyecto, Oldani realizará ajustes al agua purificada para lograr un perfil de sabor que refleje un “auténtico sabor veneciano”.

No se trata solo de garantizar la potabilidad: el chef busca que la bebida resultante tenga una identidad local, utilizando el café como vehículo sensorial para conectar el paladar de los visitantes con el entorno hídrico de la ciudad.

En el corazón del Arsenale

El “Canal Café” estará ubicado en la parte trasera del Arsenale, el histórico complejo naval que funcionó como astillero y base militar durante siglos, y que actualmente es uno de los principales espacios expositivos de la Bienal.

Esta elección no es casual: el Arsenale simboliza la capacidad veneciana de innovar y adaptarse frente a las adversidades del entorno acuático.

Además de su valor histórico, el lugar ofrece un contexto físico propicio para explorar las tensiones entre agua, ciudad y cultura, algo que está en el centro de la propuesta curatorial de la Bienal 2025.

Venecia ante la crisis climática

El proyecto no puede desvincularse del contexto climático en el que se inscribe. Según Carlo Ratti, director de la Bienal de Arquitectura 2025, Venecia “no solo tendrá que afrontar el desafío del exceso de agua, sino también el de asegurar suficiente agua limpia y potable”.

En ese sentido, el “Canal Café” se presenta como “un prototipo de los dilemas globales a los que nos enfrentamos en una época de creciente cambio climático, cuando nuestras infraestructuras deben adaptarse”.

A largo plazo, las proyecciones más pesimistas estiman que la ciudad podría quedar completamente sumergida hacia el año 2150, lo que refuerza la necesidad de soluciones resilientes y adaptativas.