
A lo largo de más de una década, el hall principal del Aeropuerto Internacional de Wellington ofrecía a los viajeros una imagen imponente: dos águilas gigantes suspendidas en el aire, con Gandalf el Gris cabalgando sobre una de ellas mientras alzaba la voz en un grito heroico. Esta instalación, inspirada directamente en el universo cinematográfico de “El Hobbit”, capturaba la atención de los turistas y también recordaba el papel central que tuvo la ciudad como epicentro de producción de las sagas fílmicas de J. R. R. Tolkien.
Pero esa era llega a su fin. Esta semana, las águilas van a ser retiradas definitivamente, según confirmó el lunes el Aeropuerto de Wellington. “Aquí se ha dado una temática narrativa muy centrada en El Señor de los Anillos”, declaró Matt Clarke, director ejecutivo del aeropuerto a AP News. “Ahora buscamos cambiar eso por algo nuevo”.
Una obra suspendida sobre los viajeros

Las esculturas, instaladas en 2013, poseen una escala difícil de ignorar: cada una alcanza una envergadura de 15 metros y un peso aproximado de 1.179 kilogramos. La composición más destacada representa al mago Gandalf montando una de las aves, suspendida en pleno vuelo, con detalles minuciosos que incluyen mil plumas elaboradas mediante impresión 3D. La otra águila, sin jinete, acompañaba la escena desde un ángulo diferente.
Este tipo de instalaciones no son frecuentes en espacios aeroportuarios y su mera presencia añadía una dimensión escenográfica única al entorno de tránsito. Más allá del impacto visual, la pieza operaba como un guiño inmediato al legado cinematográfico que convirtió a Wellington en sinónimo de Tierra Media.
A pesar de su popularidad, el mantenimiento de las esculturas no estuvo exento de dificultades. En 2016, una de las águilas se desprendió de sus anclajes durante un fuerte terremoto y cayó sobre el suelo de la terminal. El hecho no dejó heridos, pero puso en evidencia la complejidad técnica de mantener estructuras de ese tamaño suspendidas en espacios con alta circulación de personas y propensos a sismos.

Pese a ese episodio, las esculturas continuaron expuestas y fueron reparadas, retomando su rol como emblema visual del aeropuerto durante casi una década más.
Un símbolo de identidad para Wellington y sus visitantes
La elección de esta instalación no fue azarosa. Desde el inicio de las trilogías dirigidas por Peter Jackson, Wellington se convirtió en el corazón operativo del universo Tolkien en el cine. Las producciones de “El Señor de los Anillos” y “El Hobbit” no solo colocaron a Nueva Zelanda en el mapa fílmico mundial, sino que aportaron miles de millones de dólares a la economía local, principalmente a través del turismo y del empleo directo durante los 15 años que duró el proceso de filmación y postproducción.
La empresa detrás de las esculturas, Wētā Workshop, fabricó decenas de miles de piezas para las películas. Su sede se encuentra en Miramar, un istmo cercano al aeropuerto donde también reside el propio Peter Jackson.

Una nueva narrativa para un aeropuerto con identidad mutable
El retiro de las águilas no implica, sin embargo, una desvinculación completa con ese imaginario. Clarke anticipó que Wētā Workshop está preparando una nueva exhibición para el aeropuerto, la cual será presentada antes de que finalice el año. Sin dar mayores detalles sobre su contenido o enfoque, el anuncio sugiere un cambio de estilo, aunque no necesariamente un corte definitivo con el legado cinematográfico.
“El aeropuerto no pierde su lado peculiar”, afirmó Clarke, en un intento de calmar los temores de los nostálgicos.
La decisión de desmontar las esculturas no fue bien recibida por todos. Varios viajeros expresaron su desconcierto y tristeza al enterarse del retiro inminente. Además, la empresa responsable de las esculturas, Wētā Workshop, se consolidó como una de las casas de efectos visuales y diseño de utilería más reconocidas del mundo.
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