
Hace 8.500 años, un grupo humano cruzó más de 100 kilómetros de mar abierto en el Mediterráneo sin velas ni brújulas, desde Sicilia, y llegó a la isla de Malta.
Según la investigación publicada en la revista Nature y liderada por la profesora Eleanor Scerri del Instituto Max Planck de Geoantropología (MPI-GEA) y la Universidad de Malta, se trata del primer registro de navegación de larga distancia en esta región mucho antes del inicio de la agricultura.
El descubrimiento se produjo en el sitio de la cueva de Latnija, en la región norteña de Mellieħa, donde el equipo arqueológico halló restos que documentan la ocupación humana más antigua conocida en Malta.

“El fuego nos habla de cómo vivían, cómo se organizaban y cómo se adaptaban al paisaje. Aquí encontramos restos de carbón, de la madera que usaban en los hogares que principalmente era de lentisco, una planta que probablemente era la que más dominaban de su entorno y que era buen combustible”, explicó Ethel Allué, investigadora del IPHES-CERCA, una de las instituciones participantes en el estudio, en diálogo con la agencia de noticias EFE.
Un cruce sin velas ni brújulas
El yacimiento conserva vestigios claros de hogares, herramientas líticas y restos de alimentos cocinados. Entre los materiales recuperados se encuentran también restos de especies actualmente extintas en la isla.
“En el sitio recuperamos una gran variedad de animales, incluidos cientos de restos de ciervos, aves, tortugas y zorros”, declaró Mathew Stewart, del Centro Australiano de Investigación para la Evolución Humana de la Universidad Griffith, en un comunicado compartido en EurekAlert!.
La travesía marítima se habría realizado en canoas sin velas, utilizando como guía las estrellas, las corrientes marinas y las referencias costeras. Según el equipo, la velocidad de navegación estimada era de entre 3 y 4 km/h, lo que implicaba un trayecto de al menos 24 horas, informó el medio de ciencia Popular Science.
“Incluso en el día más largo del año, estos marineros habrían tenido más de varias horas de oscuridad en mar abierto”, contó Nicholas Vella, coinvestigador del estudio y profesor en la Universidad de Malta, también en EurekAlert!.

Cómo era la dieta y el uso del fuego
Hasta ahora, se creía que los desplazamientos marinos de esa antigüedad sólo se habían producido en el Pacífico, mediante viajes de cabotaje.
Esta es la primera vez que se documentó un cruce directo de mar abierto en el Mediterráneo, lo cual modifica las hipótesis predominantes sobre el acceso humano a islas remotas antes de la expansión agrícola.
Además, los restos faunísticos hallados en el sitio revelaron una dieta basada tanto en especies terrestres como marinas.
“Cazaban y cocinaban ciervos rojos junto con tortugas y aves, incluidas algunas extremadamente grandes y hoy extintas”, dijo Scerri según Popular Science. Además, los investigadores encontraron evidencia clara de consumo de fauna marina.
“Encontramos restos de foca, varios peces, incluido mero, y miles de gasterópodos marinos comestibles, cangrejos y erizos de mar, todos indiscutiblemente cocidos”, detalló James Blinkhorn, de la Universidad de Liverpool y del MPI-GEA, en el comunicado.
Entre las técnicas analíticas aplicadas se incluyó el estudio del registro piroarqueológico, que permitió identificar las especies vegetales utilizadas como combustible.
“Por suerte, el registro de fuego estaba muy bien conservado, lo que nos ha permitido ir más allá de su simple detección y reconstruir prácticas humanas que de otro modo podrían haber pasado desapercibidas”, señaló Aitor Burguet-Coca, investigador postdoctoral del IPHES-CERCA, en EFE.
Aunque en etapas anteriores de excavación sólo se habían encontrado niveles neolíticos, la continuidad de los trabajos llevó al descubrimiento de estratos más antiguos, datados en el Mesolítico, donde no se hallaron restos humanos directos pero sí una amplia colección de residuos arqueológicos asociados a su presencia.

Estos resultados plantean interrogantes sobre la relación de estas comunidades con su entorno y su impacto en la fauna insular. “Durante mucho tiempo se creyó que algunos de estos animales salvajes se habían extinguido”, recordó Scerri.
Cambios en la historia humana del Mediterráneo
Además, los autores del estudio no descartan que existieran redes de navegación entre comunidades mesolíticas asentadas en distintas islas.
“Los resultados añaden mil años a la prehistoria maltesa y obligan a reevaluar las capacidades marineras de los últimos cazadores-recolectores de Europa, así como sus conexiones e impactos en el ecosistema”, afirmó Scerri.
Para Allué, más allá de la necesidad de recursos, la motivación detrás de estos viajes también pudo ser de naturaleza exploratoria.
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