
El 14 de noviembre de 1974, la vida de Barbara Mabee Abel, una madre soltera de 31 años de West Palm Beach, Florida, Estados Unidos, se transformó en un escalofriante episodio de terror. Abel, quien trabajaba como redactora para una emisora de radio, dedicaba sus días a mantener a su hijo Dale, de 6 años, y a su hermana gemela Beverly, diagnosticada con parálisis cerebral. Pero ese día rutinario se tornó en pesadilla cuando Paul John Knowles, conocido-por su aspecto seductor- como el “Asesino Casanova” y con un número de alrededor de 35 víctimas, irrumpió en su hogar.
“Sabía que algo no iba bien cuando no pude contactar con Beverly durante todo el día”, contó Abel a Fox News años después de los hechos. La preocupación se convirtió en pánico cuando llegó a casa. “Cuando recogí a mi hijo y llegamos a casa, noté que las luces del auto estaban encendidas, algo que nunca pasaba”, detalló Abel. La falta de respuesta de Beverly acrecentó su temor y, tras una búsqueda rápida, fue confrontada por Knowles, quien estaba armado con una escopeta recortada.
“Hice mi mejor actuación para mantenernos con vida”, reveló Abel a People. Knowles ya había dejado a Beverly atada y amordazada en la cama, con sangre que goteaba de su boca. “Le pedí que me llevara a mí en lugar de a mi hijo”, continuó Abel, un sacrificio que posiblemente les salvó la vida a todos.

Del encuentro al secuestro
Durante el trayecto, bajo la amenaza constante de la escopeta, Abel utilizó la psicología inversa para ganarse la confianza de su captor. “Sabía que tenía que hacer que se enamorara de mí para salvar mi vida”, contó la madre soltera. La táctica de Abel era mantenerlo calmado, apeló a su necesidad de admiración. En el camino, él le habló de su familia y de asesinatos que había cometido anteriormente a lo largo de su “carrera criminal”.
Knowles la llevó a un motel en Fort Pierce, Florida, donde la violó repetidamente. “Las sábanas estaban atadas alrededor de mis tobillos. Mis muñecas también estaban atadas por las sábanas. Me puso una mordaza en la boca. Estaba acostada boca arriba y, de repente, vi a mi madre”, recordó Abel entre lágrima.
La situación de Abel cambió repentinamente cuando por televisión se informó sobre su secuestro, gracias a un llamado a la policía de su hijo. “Estaba feliz de verse en la televisión,” recordó sobre la reacción de Knowles. Abel entendió que quería hacerse famoso.
“Fue cuando supe que estaba diciendo la verdad sobre haber matado antes”, explicó Abel. Tras 18 horas de cautiverio, Knowles la llevó a un restaurante. Abel fingía amarlo para evitar que hiciera daño a alguien, mientras agradecía al destino que aún no la hubiera matado.

De regreso al motel, Knowles volvió a violarla antes de salir a hacer una llamada telefónica. Cuando regresó y no pudo ingresar, se acordó de que había olvidado la llave dentro de la habitación, con Abel allí.
“Me dijo que me amaba y que no podía entrar a la habitación”, dijo Abel. “Luego me dijo ’te amo‘ y se fue. Estaba tratando de descubrir cómo diablos iba a conseguir esta llave mientras todavía estaba atada. Fue entonces cuando el querido Señor me ayudó”, recordó sobre su escape.
Y cerró: “Vi un poco de vidrio y traté de romperlo, así que pude cortar las sábanas de mi muñeca. Finalmente, descubrí que la mesa de noche tenía una mesa de vidrio con una esquina que ya estaba rota”. Una vez que logró tener las manos libres, llamó a la recepción del hotel y dijo haber sido secuestrada por un asesino. A las horas las autoridades la asistieron en el lugar.
La caída del Asesino Casanova

Después de dejar a Abel, Knowles continuó su senda criminal. Fue arrestado tras chocar contra un control policial y ser perseguido a pie por el bosque. Días después, Knowles, que intentaba llevar a la policía al lugar donde había escondido una arma, se lanzó contra un agente. Sin embargo, otro oficial lo abatió con tres tiros en el pecho. Fue en diciembre de 1974.
“Creo que fue uno de los días más felices de mi vida. Fue maravilloso porque no mataría a nadie más”, recordó Abel sobre la muerte de Knowles. Volvió a su casa y, con el tiempo, reconstruyó su vida. Se casó con Jim Abel, tuvo más hijos y resistió el cáncer de mama. Beverly falleció en 2019, pero no sin haber visto los avances de Abel en su libro “One Survivor” que fue publicado en 2021.
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