
Los escenarios violentos del Cártel de Sinaloa continúan creciendo en la sierra Tepuche: localizada al norte de la municipalidad de Culiacán, se ha convertido en el epicentro de lucha entre narcotraficantes del estado, provocando cada vez más muertos y agresiones.
La guerra entre Ismael “El Mayo” Zambada y “Los Chapitos”, que escala día tras día, comenzó desde, por lo menos, diciembre de 2019. El gobierno federal y estatal fueron obligados a enviar a la Guardia Nacional a la zona, pero la violencia no ha parado.
La sindicatura de Tepuche, de acuerdo con el gobierno de Sinaloa, cuenta con aproximadamente 3,565 habitantes, siendo Tepuche, Agua Caliente de los Monzón, y Palos Blancos, las comunidades más pobladas. Al norte colinda con el estado de Durango y el municipio de Badiraguato-Presa Adolfo López Mateos; al este con la sindicatura de Imala, y al sur y oeste con la sindicatura Central.
La palabra Tepuche viene de la lengua cahita y significa “Lugar de pulgas”. El territorio es característico de la sierra sinaloense. Los narcotraficantes luchan entre los límites de Durango y Badiraguato en una orografía que el gobierno describe como agreste (”áspero, sin cultivar o lleno de maleza”, de acuerdo con la Real Academia Española).

El río Humaya es su principal corriente de agua, y cruza el territorio para dirigirse a la ciudad de Culiacán y después formar otro río. En los periodos vacacionales se aprovechan las aguas termales, con sulfuro y propiedades curativas, y las aguas de los ríos. Sin embargo, desde que escalaron los enfrentamientos y la pandemia de COVID-19, solamente sirven de escenarios para la ola de violencia en Sinaloa.
La zona está invadida por las facciones de Ismael “El Mayo” Zambada y “Los Chapitos” desde hace mucho tiempo: no es nuevo. En los años recientes con mayor fuerza por el poder que tomó “El Ruso”, jefe de la célula que controla dicho territorio. Los pobladores le atribuyen una vivienda enorme, visible en lo alto de un cerro al sur de la carretera principal.
No hay forma de entrar por tierra a Tepuche sin ser visto. Hay punteros aquí y allá, describe el semanario local Río Doce. Los radios van dando detalle de recorrido de desconocidos hasta que alguien da la cara por el intruso.
Tepuche es la comunidad principal de la sindicatura. Se puede llegar a ella a través de un camino pavimentado de 10 kilómetros desde Culiacán. Sus habitantes, según el gobierno, viven “prácticamente de una agricultura granelera y de temporal, otras actividades son la avicultura, ganadería de tipo extensiva, industria del ladrillo, corte de leña y estacón, y fabricación de carbón”.

La sindicatura y sus pobladores veían venir el que su territorio se convirtiera en el epicentro de la guerra. De acuerdo con El Sol de Sinaloa, que entrevistó a policías del lugar, la lucha entre ambos bandos se ha vuelto más violenta y directa: se envían insultos hasta por los radios generales de la zona.
No es raro que los informes policiales registren la localización de cientos de casquillos, restos de granadas, y cadáveres, además de viviendas baleadas y completamente calcinadas. Desde que los pobladores de la sindicatura vieron venir la guerra entre los narcotraficantes, en marzo exigieron a las autoridades estatales y federales instalar una base provisional de la Guardia Nacional.
El conjunto de pequeñas comunidades rurales, casi pegadas al casco urbano de Culiacán, ha sido escenario para distintos enfrentamientos y hechos de alto impacto que dejan una cosa clara: los enfrentamientos dentro del Cártel de Sinaloa se intensifican.

Este miércoles, distintos enfrentamientos violentos ocurridos en las comunidades serranas Los Bagrecitos y La Vainilla, ambos en la sindicatura de Tepuche, dejaron como saldo, hasta el momento, 16 personas muertas, informó Cristobal Castañeda Camarillo, secretario de Seguridad de Sinaloa.
El reporte oficial de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana señaló que las víctimas se encontraban cerca de camionetas, motocicletas, sobre la cinta asfáltica de la carretera, en la parte trasera de un domicilio, dentro de una casa, y sobre “arroyos, caminos, y veredas” de Tepuche.
Castañeda Camarillo reconoció que los enfrentamientos son debido a la rivalidad entre grupos de crimen organizado, pero que es responsabilidad de la Fiscalía General de la República investigar los hechos. Las víctimas, todos hombres, tenían desde los 21 hasta los 58 años.
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