El agua de los lagos amazónicos registró temperaturas sin precedentes durante la sequía y la ola de calor de 2023: llegó hasta 41 °C, según un reciente estudio internacional dirigido por Ayan Fleischmann del Instituto Mamirauá que fue publicado en la revista Science.
Este fenómeno extremo detonó graves consecuencias ecológicas en la región, lo que ha generado preocupación en la comunidad científica sobre el futuro de la biodiversidad.
Entre septiembre y octubre de 2023, la Amazonía central experimentó la peor sequía de su historia: el lago Tefé redujo su superficie un 75% y soportó temperaturas letales para la vida acuática.
En cinco de los diez lagos monitoreados, los investigadores midieron temperaturas superiores a 37 °C, y en el caso del lago Tefé, el agua llegó a 41 °C en toda la columna de hasta dos metros de profundidad. Las variaciones diarias alcanzaron los 13 °C, imponiendo a peces y otros organismos un estrés térmico extremo.

La magnitud del desastre se hizo evidente con el hallazgo de 209 cadáveres de delfines de río en el lago Tefé en menos de dos meses, una parte importante de la población local de este cetáceo.
También se registraron mortandades masivas de peces, tanto en lagos como en instalaciones de acuicultura: en un solo estanque llegaron a morir 3.000 ejemplares, según los expertos. Además, la ausencia de refugio térmico en aguas poco profundas agravó el daño, ya que ni los delfines ni los peces pudieron escapar del calor.
“A medida que las temperaturas globales del aire en la superficie siguen aumentando, también lo hacen las temperaturas de los distintos componentes de nuestro entorno. Una sequía severa y una ola de calor simultáneas en la Amazonía en 2023. Esta combinación provocó una alta mortalidad de peces y delfines de río, y la temperatura de varios lagos de la región estudiada alcanzó máximos históricos, llegando un lago entero a los 41 °C. Es probable que el cambio climático en curso cause más casos como este, en los que las temperaturas se acerquen o superen los límites de tolerancia térmica de la vida acuática", repasaron los expertos.
Causas del calentamiento extremo
El análisis de las causas de este calentamiento, realizado con modelos hidrodinámicos y mediciones directas, identificó la combinación de radiación solar intensa, niveles de agua extremadamente bajos, alta turbidez y vientos muy débiles.
El estudio explicó que varios días sin nubes permitieron una penetración solar total; la poca profundidad y la turbidez impidieron disipar el calor, mientras que el viento escaso no favoreció la pérdida térmica durante la noche, generando un calentamiento progresivo del agua.

Según los autores, este episodio forma parte de una tendencia de calentamiento acelerado. Los expertos atribuyeron este incremento al cambio climático y a eventos como El Niño, que intensificaron la sequía y el calor en la región.
Impacto ecológico y social
Las consecuencias ecológicas y sociales fueron profundas. El estudio en Science destacó que la mortandad de delfines y peces amenaza la biodiversidad y la seguridad alimentaria de las comunidades ribereñas, que dependen de la pesca y el transporte fluvial.
Durante la sequía, miles de personas quedaron aisladas, sin acceso adecuado a alimentos, agua potable ni medicinas. Los científicos advirtieron que los peces amazónicos son ectotermos con escasa tolerancia térmica, de modo que incluso pequeños aumentos de temperatura pueden ser letales, especialmente si disminuye el oxígeno disuelto.

Ante este panorama, la comunidad científica emitió una alerta sobre la necesidad de actuar con rapidez. “Estas observaciones ponen de relieve las grandes amenazas que probablemente afectarán a las personas y la biodiversidad del Amazonas y otras aguas tropicales en los próximos años”, comunicaron los autores a la revista Science.
Además, se destacó el llamado a establecer sistemas de monitoreo ambiental robustos y de largo plazo en lagos vulnerables como Tefé y Coari, para que funcionen como centinelas del cambio climático y faciliten estrategias de gestión para los habitantes de la región.
El futuro de los ecosistemas acuáticos amazónicos dependerá de la capacidad para monitorear y comprender estos procesos. Solo así será posible anticipar y mitigar los impactos del calentamiento global en una región que destaca por su extraordinaria biodiversidad y el alto grado de dependencia social de sus aguas.
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