
Las grandes ciudades del mundo enfrentan un aumento promedio del 25% anual en los días de calor extremo respecto a los años 90, según un análisis de la organización independiente International Institute for Environment and Development (IIED) publicado este martes.
El informe muestra un crecimiento alarmante en los episodios de altas temperaturas en urbes alrededor del planeta y advierte sobre el impacto para la salud y la infraestructura urbana.
El estudio, que abarca las 40 capitales más pobladas y tres ciudades adicionales de relevancia política, revela que en 2024 se registró el mayor número de días con temperaturas de 35°C o más en tres décadas, con un total de 1.612 días de calor extremo, un 52% más que en 1994. Este incremento afecta directamente a más de mil millones de personas que viven en grandes urbes y anticipa desafíos crecientes para la salud pública, la infraestructura y la vida cotidiana.
“Las temperaturas globales están aumentando más rápido de lo que los gobiernos probablemente anticipaban y, sin duda, más rápido de lo que parecen estar reaccionando”, advirtió Anna Walnycki, investigadora del IIED.
El informe de esa entidad con sede en Londres, se basa en datos de temperatura diaria recopilados entre 1994 y 2024 en 43 ciudades, utilizando registros de estaciones meteorológicas ubicadas en aeropuertos cercanos a los centros urbanos. El análisis emplea promedios móviles de 10 años para suavizar las variaciones anuales y resalta tendencias a largo plazo. La selección de ciudades incluyó capitales de todos los continentes, con especial atención a aquellas que, por su clima más templado, también fueron evaluadas en el umbral de 30°C.

Entre las urbes latinoamericanas evaluadas en el documento aparecen Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá, Lima, Santiago, São Paulo y Brasilia. Estas ciudades forman parte del grupo global sobre el que se analizaron datos históricos y tendencias de calor extremo. En casos como Buenos Aires y Lima, se utilizaron los registros de los aeropuertos principales para ilustrar el comportamiento de las temperaturas extremas urbanas y la evolución de episodios calurosos en la región.
Algunas de estas ciudades latinoamericanas destacan por tendencias particularmente representativas en el informe. Brasilia experimentó un aumento del promedio anual de días con temperaturas de 35°C o más, pasando de menos de uno por año en los 90 a tres en la década reciente. São Paulo batió récords en 2024 con 120 días por encima de 30°C; Santiago registró la segunda mayor marca de calor extremo de su serie. Estas cifras, según el análisis, evidencian que el calentamiento urbano no solo afecta zonas tradicionalmente cálidas, sino también grandes metrópolis de clima templado donde los nuevos umbrales generan presión adicional sobre los sistemas de salud y transporte.
El aumento de días extremadamente calurosos no se distribuye de manera uniforme. Nueve ciudades, entre ellas Antananarivo (Madagascar), El Cairo (Egipto), Johannesburgo (Sudáfrica), Kinshasa (República Democrática del Congo), Manila (Filipinas), Roma (Italia), Tokio (Japón), Washington D.C. (EE.UU.) y Yaundé (Camerún), alcanzaron en 2024 su récord de días con temperaturas de 35°C o más en los últimos 31 años.
Otras cuatro, como Beijing (China), Yakarta (Indonesia), Santiago (Chile) y Seúl (Corea del Sur), registraron su segundo año más caluroso. El informe destaca que “los tres años con mayor número de días de calor extremo han ocurrido desde 2019”, lo que subraya la aceleración del fenómeno.

En términos regionales, África muestra una tendencia especialmente preocupante. El promedio anual de días de 35°C o más en las ciudades africanas analizadas creció un 64%, pasando de 79 a 129 días. El caso de El Cairo es ilustrativo: su media anual aumentó de 58 días en la década de 1994-2003 a 87 entre 2015 y 2024, con un máximo de 106 días en 2024. Dar Es Salaam (Tanzania) triplicó su promedio, y Kinshasa duplicó el número de días extremadamente calurosos. En Pretoria, la capital de Sudáfrica, el promedio anual pasó de tres a once días, y en 2024 se alcanzaron 18 días de calor extremo. Johannesburgo experimentó un salto notable: entre 1994 y 2021 solo tuvo tres días de 35°C, pero entre 2022 y 2024 sumó 26.
En Asia Oriental, el aumento es igualmente marcado. Beijing, Seúl y Tokio suman casi 70 millones de habitantes y han visto duplicarse o triplicarse sus días de calor extremo. Beijing pasó de 13 a 26 días anuales en promedio, con 36 días en 2024. Tokio duplicó su media y alcanzó 10 días en 2024, el máximo del periodo. En el sudeste asiático, ciudades como Hanói (Vietnam), Kuala Lumpur (Malasia) y Manila muestran incrementos aún más pronunciados. Manila registró 79 días de 35°C o más en 2024, el mayor número en tres décadas, y su promedio anual se triplicó.
En Europa, todas las capitales analizadas, salvo Moscú, muestran una tendencia al alza. Madrid pasó de 25 a 47 días anuales de calor extremo, y Roma más que duplicó su promedio, con 53 días en 2024. Ciudades tradicionalmente más frescas, como Berlín, Londres y París, también experimentan más días por encima de 30°C, lo que sugiere que el fenómeno se extiende incluso a latitudes más altas.
El informe del IIED advierte que “los centros urbanos se volverán cada vez más incómodos y poco saludables sin una acción coordinada para adaptarlos a las temperaturas crecientes”. Sobre este punto, Walnycki sostuvo que “la falta de adaptación condenará a millones de habitantes de las ciudades a condiciones cada vez más incómodas e incluso peligrosas debido al efecto isla de calor urbano”.

El calor extremo representa un riesgo directo para la salud, especialmente para niños, ancianos, mujeres embarazadas y trabajadores al aire libre. Además, el impacto no se distribuye equitativamente. “Es probable que las personas más pobres sean las que más sufran, ya sea en Londres, Luanda (Angola) o Lima, pero los impactos serán significativamente peores en las comunidades de bajos ingresos o sin planificación del sur global debido a la baja calidad de las viviendas”, remarcó la experta del IIED.
El estudio subrayó la urgencia de adaptar la infraestructura urbana y los edificios a la nueva realidad climática. Recomienda que los gobiernos y las comunidades colaboren en soluciones que incluyan desde el rediseño de espacios públicos hasta la mejora de viviendas y la creación de sistemas de alerta temprana.
Walnycki resaltó: “Muchos sabemos lo que es pasar la noche sudando y desvelando durante una ola de calor. No es un problema que podamos solucionar simplemente con aire acondicionado. Las ciudades necesitan un aumento inmediato de fondos para mejorar el aislamiento y la ventilación de los edificios, desarrollar planes de calefacción y crear zonas de sombra donde sea posible". Además, destacó la necesidad de que los países ricos cumplan con su compromiso de financiar la adaptación al cambio climático en el sur global, con una meta de 300.000 millones de dólares anuales para 2035.
La metodología del estudio se apoyó en datos meteorológicos diarios de fuentes reconocidas y en criterios de selección transparentes para las ciudades analizadas. Aunque el uso de estaciones en aeropuertos puede no reflejar con exactitud las condiciones en todos los barrios urbanos, la consistencia de la fuente permite identificar tendencias globales robustas. El informe reconoció que la falta de datos completos excluyó a algunas ciudades importantes, como Jartum (Sudán) y Abuya, lo que representa una limitación.

De cara al futuro, el IIED plantea que la adaptación urbana al calor extremo será una prioridad ineludible. El crecimiento de la población urbana, especialmente en África y Asia, aumentará la exposición al calor y la presión sobre los servicios públicos. El informe concluye que “los objetivos climáticos solo se cumplirán cuando las ciudades estén en el centro de los planes nacionales y globales”, una afirmación que refuerza la necesidad de políticas integrales y financiamiento sostenido para enfrentar el desafío del calor en las grandes urbes del mundo. Anna Walnycki afirma: “El cambio climático es la nueva realidad. Los gobiernos ya no pueden seguir escondiendo la cabeza bajo la arena”. Macky Sall, presidente del Centro Global de Adaptación (GCA) y expresidente de Senegal, coincide en la urgencia: «El calor extremo no es un riesgo lejano; está aquí ahora, amenazando a nuestra gente, nuestras economías y nuestro futuro. Al invertir en soluciones prácticas y probadas, podemos proteger a nuestros ciudadanos».
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