En medio de las discusiones sobre políticas ambientales, Francia se erige nuevamente como un pionero en el cuidado del medioambiente con la inauguración de la primera planta de reciclaje que se encargará de reciclar materiales no biodegradables.
La empresa Carbios se prepara para inaugurar lo que será reconocida como la primera planta de bioreciclaje en el mundo, ubicada en la localidad de Longlaville. Este proyecto innovador busca transformar las bandejas de plástico para alimentos, entre otros residuos plásticos que normalmente son desechados o incinerados, en materiales reutilizables sin disminuir su calidad.
El presidente francés, Emmanuel Macron, a través de LinkedIn, resaltó esta tecnología y manifestó su orgullo por el logro nacional.
“Mañana se está gestando una revolución tecnológica con la colocación de la primera piedra de la planta de Carbios en Longlaville: el primer sector de biorreciclaje del mundo. La transición ecológica y el crecimiento, made in France y la innovación van de la mano”, sentenció.

Cómo funcionará la nueva tecnología para reciclaje
La tecnología desarrollada por Carbios presenta una despolimerización enzimática, que permite descomponer el tereftalato de polietileno (PET) a través del uso de una enzima específica, logrando reciclar el 90% del material tratado.
Según Emmanuel Ladent, director general de la empresa, este proceso no solo es capaz de reciclar plásticos de baja calidad o contaminados, sino que también produce un material bioreciclado de alta calidad, pudiendo tratar 50.000 toneladas de residuos al año.
La planta, que requerirá una inversión de 230 millones de euros (aproximadamente 246,3 millones de dólares), representará un hito en la industria del reciclaje al ser capaz de procesar residuos que otras empresas no pueden tratar. “No nos interesa la calidad del residuo entrante, buscamos incluso residuos mediocres”, indicó Ladent, destacando la capacidad de la tecnología para generar valor de materiales previamente considerados como desecho.

La futura fábrica tendrá un impacto significativo no solo a nivel ambiental, sino también económico, pues se estima la creación de alrededor de 150 empleos entre directos e inducidos.
El proceso comienza con la inclusión de aproximadamente un kilo de enzimas por cada tonelada de PET, que tras unas horas facilita la separación del material. Este se somete luego a filtración y purificación para obtener PET bioreciclado. “Una tonelada de residuos preparados, se obtiene 90% de material”, explicó Ladent, subrayando la eficiencia del proceso.
La implementación de esta tecnología no solo abordará el problema de la acumulación de desechos plásticos, sino que también supone una alternativa sostenible ante la producción convencional de plásticos, que mayoritariamente sigue dependiendo del petróleo. La iniciativa ya ha atraído el interés de reconocidas marcas como L’Occitane, L’Oréal, Salomon y Puma, lo que anticipa una colaboración entre distintos sectores para impulsar la economía circular.

La tecnología de Carbios, que fue perfeccionada tras una década de investigación y desarrollo iniciada en 2011, también contempla aplicaciones en el sector textil, donde actualmente solo se recicla un 13% de los materiales. La empresa prevé abrir un departamento específico dedicado al reciclaje de productos textiles, a menudo compuestos por poliéster. Con una superficie de 13 hectáreas, la planta se propone como un modelo a seguir en el tratamiento de residuos plásticos, apostando por un futuro más sostenible.
Con este avance, Carbios no solo promueve una solución al desafío del reciclaje de plásticos, sino que también apunta hacia la comercialización a nivel mundial de su tecnología, empezando por su propia planta en Longlaville. La recogida de residuos PET se realizará en un radio de 300 a 500 kilómetros, abarcando varios países europeos cercanos. Este enfoque integral hacia el reciclaje de plásticos pone de manifiesto el compromiso de la empresa con el medio ambiente y su visión de liderazgo en la innovación de procesos de reciclaje.
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