
La vida en los océanos está en peligro. Y esta afirmación está lejos de ser alarmista. Se trata de una realidad que la comunidad científica y distintas ONG han alertado desde hace años. Ahora, a 40 años de que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), también conocida como la “Constitución de los océanos”, fuera aprobada, más de 100 gobiernos, junto a asociaciones científicas, buscan alcanzar, este viernes, el Tratado Global de los Océanos. El objetivo es que, para 2030, se proteja al menos el 30% de estas aguas.
Desde este lunes y hasta el 26 de agosto, en la sede central de Naciones Unidas ubicada en Nueva York (Estados Unidos), se desarrollan las negociaciones finales para alcanzar un acuerdo internacional que permita proteger la biodiversidad marina y la vida en alta mar y las aguas internacionales. De esta manera, se podrá lograr cerrar aquello que los expertos señalaron como una de las “brechas jurídicas más importantes de los océanos”, la cual se encuentra bajo análisis desde septiembre de 2018.
El primero y más importante de estos acuerdos, el Convemar, fue aprobado en 1982. Sin embargo, pese a que existen muchos aspectos en los cuales se protege a los océanos, la biodiversidad marina ubicada en zonas que no forman parte de la jurisdicción de los países se convirtió en un vacío legal. Es por este motivo que solo un tercio de las aguas oceánicas cuentan con protección.

El océano, según señalaron desde la Alianza de Alta Mar (conformada por unas 40 ONG ecologistas y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN-), es la mayor biosfera de la Tierra. Incluso, es una parte fundamental del sistema climático y la alta mar es un ecosistema esencial para las zonas costeras, además de todo el planeta.
Sin embargo, solo las aguas que se encuentran dentro de las 200 millas marinas (370 kilómetros) desde las costas de una nación se encuentran protegidas, el resto no tienen “dueño” o “responsable a cargo”. Es por eso que, en la actualidad, enfrentan un futuro sombrío. Luego de 4 rondas de negociaciones (una por cada año desde 2018) y con el firme horizonte de alcanzar un acuerdo que sea vinculante para todas las naciones, la ONU busca obtener un tratado que proteja la biodiversidad marina en zonas de aguas internacionales.

“Estamos ante unas negociaciones que son una oportunidad única para proteger nuestro planeta azul. Los océanos sustentan toda la vida en la Tierra, pero durante mucho tiempo los hemos abandonado. Las delegaciones deben cerrar un tratado ambicioso estas dos semanas. Un Tratado débil, o cualquier otra demora, mantendrá el statu quo tan deteriorado que ha llevado a los océanos a esta crisis”, aseguró Pilar Marcos, de la delegación política de Greenpeace en Nueva York, en diálogo con el diario ABC.
En ese sentido, afirmó que este encuentro (el quinto hasta el momento) “determinará el destino de los océanos para las generaciones futuras”. “Los océanos han perdido demasiado y las comunidades costeras que dependen de los recursos marinos están sufriendo las consecuencias”, alertaron desde Greenpeace.

Océanos en peligro: qué pasó durante estos años de espera y cuál es la situación en Argentina
Pasaron 20 años desde que el tratado global se discutió por primera vez. Y en ese tiempo, más de 100 especies marinas fueron clasificadas en peligro crítico de extinción. En la actualidad, la pesca industrial se extendió, al menos, en el 55% de todos los océanos, según Greenpeace. “Si no se cierra un Tratado Global de los Océanos ambicioso en Nueva York, será imposible lograr el 30x30, es decir, tener al menos el 30% de los océanos protegidos para 2030. La comunidad científica señala que este es el mínimo absoluto requerido para que los océanos puedan recuperarse”, afirmaron desde la organización ecologista.
Por otro lado, desde Greenpeace Argentina señalaron que “este pacto mundial determinaría las bases para que se creen e implementen una red de santuarios marinos en diferentes lugares del planeta. Estos santuarios brindarían un refugio seguro para que la flora y fauna marina se recuperen de los efectos del impacto humano en el ecosistema marino. En estas áreas podría prohibirse la pesca industrial y la extracción de petróleo y gas, entre otras actividades destructivas”.

Sobre este último aspecto, en la Argentina, según explicaron desde la organización ecologista, se encuentra “el Agujero Azul”. Esta zona de aguas internacionales se ubica a unos 500 kilómetros al este del Golfo de San Jorge, en la Patagonia. Este lugar, según señalaron, cumple “un rol ecológico central dentro de los océanos globales, porque proporciona áreas clave para el desove de peces y alimentación de mamíferos marinos y aves que se alimentan y migran a través de esta zona”.
“Es un lugar de alimentación y tránsito para especies como la ballena Franca Austral y otras de estado de conservación vulnerable, como el cachalote, el rorcual y los albatros y también es el hogar de especies comerciales importantes”, resaltaron. Al tiempo que advirtieron que, en la actualidad, “está siendo explotado por industrias destructivas, como la pesca indiscriminada. Los barcos pesqueros cuyos principales objetivos son el calamar, la merluza y la merluza negra aprovechan la falta de regulación en aguas internacionales para saquear las áreas que bordean la zona económica exclusiva”.
Asimismo, aseguraron que “las técnicas nocivas de pesca no discriminan entre especies, tanto la pesca de arrastre, como el palangre son responsables de un gran porcentaje de pesca accidental. Cada año, son más de 500 buques pesqueros los que se detectan en la zona”. “Necesitamos de forma urgente mecanismos de preservación para el mar Argentino. Y sin dudas, esta es una oportunidad histórica para defender los océanos La vida del planeta, incluso la nuestra, depende de ellos”, concluyeron.
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