
En 2025, un equipo de científicos presentó resultados que cambiaron el horizonte de la percepción visual humana: lograron que varias personas vieran un nuevo color, desconocido hasta entonces, mediante el uso de tecnología de punta. Este descubrimiento, centrado en un intenso tono azul verdoso bautizado como “olo”, abrió un campo inexplorado para la ciencia de la visión y planteó posibilidades inéditas para personas con daltonismo.
El hallazgo pionero de 2025: una ventana a un color jamás visto
El punto de partida fue el trabajo de investigadores encabezados por Austin Roorda, de la Universidad de Waterloo en Canadá. En abril de ese año, el equipo anunció que gracias a un sofisticado dispositivo óptico, distintos voluntarios pudieron experimentar un matiz de azul verdoso nunca antes observado por ojos humanos.
La revelación de este color, al que posteriormente denominaron “olo”, desató una ola de interés tanto en la comunidad científica como entre el público general. El eco mediático se manifestó rápidamente: artistas, expertos en percepción visual y curiosos de todo el mundo solicitaron una oportunidad para experimentar el descubrimiento de primera mano.
Según explicó Roorda, la motivación detrás del proyecto radicaba en explorar los límites de la experiencia sensorial humana. “Nos interesa mucho ampliar las dimensiones de la experiencia del color”, señaló, subrayando que el color percibido no solo representaba una rareza científica, sino que también podía abrir la puerta a nuevas formas de percibir la realidad para quienes sufren alteraciones en la visión cromática.
Tecnología de precisión: cómo funciona el dispositivo que abrió una nueva dimensión cromática

Detrás de esta nueva experiencia visual se encuentra un sistema basado en láser de altísima precisión. El ojo humano normal cuenta con tres tipos de células fotorreceptoras en la retina denominadas conos: S, M y L, responsables de captar distintas longitudes de onda de luz. El cerebro interpreta las combinaciones de señales de estos conos para formar la percepción de color.
No obstante, el equipo de la Universidad de Waterloo se centró en una particularidad anatómica: el rango de detección de los conos del tipo M (sensibles al espectro medio) se superpone significativamente con los otros dos tipos, lo que hace improbable que el cerebro reciba señales aisladas puramente de los conos M.
El dispositivo desarrollado permitió sortear esta limitación. Mediante un láser de extraordinaria precisión, los científicos lograron estimular exactamente unos 300 conos M en una pequeña región de la retina, ajustada para que solo ellos reaccionaran. Esa zona se calibró para abarcar el equivalente al tamaño de una uña en el campo visual de los participantes.
El grado de control alcanzado por el sistema otorgó a los participantes del experimento la capacidad de percibir una señal visual inédita: una descarga de información cromática proveniente prácticamente solo de los conos M, definida por una saturación e intensidad imposibles de provocar mediante medios naturales o artificiales convencionales.
El asombro ante lo nunca visto: primeras experiencias con “olo”
Cinco investigadores participaron como voluntarios en los experimentos iniciales. El resultado fue unánime. De acuerdo con las pruebas de correspondencia cromática que se les practicó, todos ellos advirtieron la presencia del nuevo tono, completamente distinto de cualquier otro registrado en el espectro visible convencional.

En palabras de Roorda, “fue un momento realmente impresionante”. Según relataron los participantes, el color “olo” poseía tal pureza y profundidad que incluso la luz natural resultaba comparativamente desvaída frente a esa nueva sensación óptica. El científico, principal responsable técnico del sistema, fue quien más veces accedió a la experiencia, dado su papel en el desarrollo del método.
Las impresiones recogidas apuntaron no solo a un fenómeno novedoso, sino a la posibilidad de ampliar de manera tangible el repertorio perceptual humano. Tan pronto como el hallazgo se dio a conocer, decenas de personas—artistas y no científicos incluidos—manifestaron el deseo de vivir la experiencia. No obstante, la complejidad del proceso, que requiere días para adaptar el equipo a cada persona, impidió abrirlo a un público más amplio por el momento.
Más allá del asombro: nuevas aplicaciones para el daltonismo
El siguiente paso de la investigación se centra en personas con daltonismo, un grupo para el que este avance representa una esperanza real. Particularmente, el dispositivo podría servir como puente para que ciertas personas con formas de daltonismo derivadas de la ausencia de alguno de los tres tipos de conos perciban colores que hasta ahora les resultaban inaccesibles.
La metodología implica estimular a unos conos del mismo tipo de forma diferenciada, simulando la actividad de un tercer tipo de fotorreceptor. La hipótesis es que el cerebro interpretará estas señales como colores completamente nuevos, ampliando de facto la paleta cromática de quienes hasta ahora solo distinguían una gama más reducida.
En paralelo, los científicos exploran si su técnica puede permitir que personas sin daltonismo, pero con la dotación común de tres tipos de conos, experimenten una percepción semejante a quienes poseen de manera natural cuatro tipos de conos—aumentando, en ese caso, la riqueza de matices accesibles a la visión. Los resultados de ambos experimentos, tanto con daltónicos como con personas con visión cromática estándar, se conocerán en los próximos meses.
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