
Los océanos, lejos de ser espacios silenciosos, albergan una diversidad acústica en gran parte desconocida para el oído humano. Recientes hallazgos científicos han puesto el foco sobre la capacidad de los peces para emitir sonidos, revelando que estos vertebrados acuáticos son mucho más “ruidosos” de lo que tradicionalmente se pensaba.
Gracias a una combinación de desarrollos tecnológicos y nuevos enfoques investigativos, los especialistas en biología marina han comenzado a desentrañar la vida privada sonora de los peces, con implicaciones directas para el conocimiento, la conservación y la gestión de especies marinas.
Revalorizando la importancia del sonido en los peces
Hasta hace poco, la percepción general consideraba a los peces como criaturas silenciosas. No obstante, estudios recientes han transformado esa visión: los peces forman uno de los grupos más numerosos de vertebrados que emiten sonidos de manera intencionada.
El catálogo de ruidos marinos es amplio, con especies capaces de generar golpes, graznidos y gruñidos, sonidos ejecutados en diversos contextos vinculados a su comportamiento y supervivencia. Estos hallazgos no solo enriquecen el entendimiento biológico de las especies, sino que también abren nuevas posibilidades de monitoreo acústico, cruciales para proteger ecosistemas amenazados.

Nuevas tecnologías y desafíos en la identificación de sonidos
El avance en el estudio de los sonidos submarinos ha estado marcado por la incorporación de tecnologías de grabación de última generación. Un reciente proyecto, difundido por The Washington Post y detallado en la revista Methods in Ecology and Evolution, ha sido pionero en la combinación de visualizaciones de audio espacial con vídeo de 360 grados.
Esta técnica permite a los investigadores no solo “escuchar”, sino también “ver” el entorno sonoro de arrecifes de coral sin necesidad de intervención humana directa. Para ello, se instalaron cámaras 360° equipadas con micrófonos sensibles en arrecifes situados cerca de la Isla Grande de Hawái y la isla caribeña de Curazao, recopilando durante tres años imágenes y sonidos de la vida acuática sin interferir en el comportamiento natural de los peces.
Registrar y analizar el universo acústico de los peces ha supuesto múltiples desafíos técnicos y metodológicos. A diferencia de las ballenas o aves, que suelen producir vocalizaciones de gran intensidad, los peces emiten ruidos más sutiles y de menor volumen. Los sonidos se confunden fácilmente entre sí cuando los peces nadan en grupo y, en un medio como el oceánico, se torna difícil señalar la fuente exacta de cada emisión.
Por esta razón, los científicos han procurado instalar los dispositivos de grabación sin supervisión directa, evitando que la presencia humana modifique las conductas reproductivas o defensivas de los sujetos de estudio. La combinación de audio espacial y video inmersivo resulta especialmente útil para asociar cada sonido a un movimiento o acción concretos observados en el video, facilitando la posterior identificación individual y funcional.
Propósitos y valor estratégico de los registros en la conservación

La gama de ruidos que los peces pueden generar obedece a mecanismos anatómicos y comportamentales variados. El pez soldado de barra negra, por ejemplo, emplea un grupo de músculos sónicos que conecta la parte posterior de la cabeza con las costillas; la contracción de estos músculos hace vibrar tanto las costillas como la vejiga natatoria, produciendo sonidos distintivos en el agua.
Otros peces, como el pez ballesta, crean sonidos al golpear sus aletas pectorales contra escamas especializadas. Además, al igual que muchos otros vertebrados, los peces emplean las señales acústicas para la localización de pareja y la competencia por recursos, sumando así una dimensión sonora a sus interacciones ecológicas.
El almacenamiento y análisis de registros sonoros bajo el agua no solo enriquece el conocimiento científico, sino que aporta una herramienta invaluable para la conservación. Los investigadores pretenden que sus hallazgos contribuyan a una amplia biblioteca de sonidos de peces.
Este acervo facilitaría el rastreo de especies raras, la detección precoz de especies invasoras y la identificación de épocas de apareamiento, apoyando así la toma de decisiones en torno a la pesca sustentable y la gestión de recursos marinos. Si se generaliza el uso de estas grabaciones, los responsables de áreas protegidas podrían vigilar la salud de los ecosistemas sin intervención invasiva, basando parte de sus acciones en los “paisajes sonoros” bajo el agua.
Un hito en la observación de tiburones cartilaginosos

Entre los descubrimientos recientes destaca el registro inédito de sonidos en tiburones cartilaginosos. Un estudio publicado en Royal Society Open Science, divulgado a comienzos de este año, confirmó que estos animales pueden emitir fuertes chirridos, un fenómeno nunca antes documentado en peces de este tipo.
Este hallazgo amplía el espectro del paisaje acústico marino, sugiriendo que aún queda mucho por explorar en cuanto a las capacidades y funciones del sonido en otras especies de peces, lo que podría generar nuevas preguntas sobre la evolución del comportamiento sonoro en el medio acuático.
Las investigaciones continúan revelando que el mar es mucho más que un entorno visual: es un vasto espacio sonoro donde los peces y otros organismos acuáticos han encontrado estrategias propias para comunicarse y sobrevivir. Los nuevos métodos tecnológicos y los recientes hallazgos consolidan la bioacústica marina como una vía prometedora para la ciencia y la conservación.
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