
Cuatro de cada cinco países lograron que bajara el riesgo de morir de manera prematura por una enfermedad crónica en los últimos 10 años.
El número lo reveló un equipo internacional encabezado por Majid Ezzati, del Imperial College London, en el Reino Unido y se publicó en la revista de medicina The Lancet.
Lo que se midió es la mortalidad por enfermedades como el cáncer, las afecciones cardíacas, la diabetes y los problemas de los riñones, entre otras.
Los investigadores revisaron los datos de muertes desde 2010 a 2019 y detectaron avances importantes, aunque el efecto fue menor en países con más ingresos.

Por ejemplo, casi todos los países en Europa, América del Norte y Oceanía tuvieron menos mejoras que antes.
“Casi dos tercios de todos los países, incluidos casi todos los países de altos ingresos de Europa, América del Norte, Australasia y el Pacífico, experimentaron una desaceleración en el ritmo de descenso para la mortalidad entre 2010 y 2019 respecto a la década anterior”, escribieron.
Qué reveló el estudio para América Latina

En América Latina y el Caribe el escenario no es igual para todos. Chile se ubicó entre los que mejoraron, al registrar menos muertes por enfermedades crónicas antes de los 80 años.
México, Colombia y Argentina mejoraron, pero quedaron un paso atrás en la carrera. Por otro lado, Perú y Jamaica subieron las cifras de mortalidad crónica, especialmente por infartos y cánceres.
Los investigadores resaltaron: “El estudio muestra una extraordinaria heterogeneidad en los resultados entre países”.
Pusieron la lupa en las diferencias de acceso a la salud y el peso de las políticas públicas.
“Estos resultados muestran una necesidad urgente de mayor inversión para abordar las enfermedades crónicas y asegurar que las estrategias lleguen a quienes más lo necesitan”, señalaron.

En la investigación participaron equipos de Australia, Estados Unidos, Brasil, Japón y Sudáfrica.
El informe recibió el apoyo de las Naciones Unidas (ONU), que propone que para el año 2030 bajen un tercio las muertes por estas enfermedades.
El mensaje principal es que no hay manera de alcanzar ese objetivo si los descensos siguen tan lentos. De allí la recomendación de los científicos de invertir más y llegar realmente a la gente con soluciones que funcionen.
Por qué el riesgo bajó (o no)

Un dato que motivó todo el estudio fue que el descenso del riesgo de muerte no venía tan fuerte como antes.
La baja inicial en la mortalidad entusiasmó, pero luego la curva empezó a ser menos inclinada.
Entonces, los investigadores intentaron entender dónde funcionó la prevención y el tratamiento, y por qué algunos países o regiones quedaban estancados.
Muchos factores cambiaron en estos años. Aparecieron nuevos tratamientos; algunos países lograron campañas exitosas para frenar el consumo de tabaco y alcohol.
Otros, en cambio, perdieron fuerza en su estrategia o enfrentaron dificultades para que la atención sanitaria llegue a todos.

La pregunta central fue: ¿qué marcó el camino para que un país logre bajar mucho, poco o nada su riesgo de muerte crónica antes de los 80 años?
Ahora, dieron una respuesta. “El informe es el primero que no solo monitorea los cambios a nivel nacional, sino que también compara los avances frente a desempeños históricos y los mejores resultados regionales”, mencionaron.
Eso permitió ver con detalles no solo los números propios, sino cómo se ubicaban frente a sus vecinos.
El objetivo del estudio fue dejar en evidencia cómo varían los progresos, frenos y retrocesos en la batalla contra las enfermedades crónicas.
El cómo y los resultados al desnudo

Para hacer el trabajo se tomaron en cuenta las bases de datos nacionales de mortalidad y las analizó usando técnicas que igualaron la calidad de los registros.
Se miraron datos de millones de personas en 185 países y se compararon con modelos estadísticos probados.
Los resultados muestran a Japón con el mejor registro en mujeres y a Singapur en hombres. Afganistán y Esuatini (al sureste de África), en cambio, encabezaron el riesgo más alto.
En un extremo opuesto, los Estados Unidos aparece entre los países ricos que menos avanzaron.
Advirtieron que los datos no siempre son iguales en todos lados. Hay países donde registrar las causas legítimas de fallecimientos es un reto, y eso puede modificar el análisis.
Por eso se usaron técnicas especiales para evitar errores y que las comparaciones sean rigurosas.
El acceso a tratamientos médicos, cambios sociales, económicos y demográficos entraron en juego como factores para modificar el riesgo de muerte prematura.

“Las restricciones gubernamentales sobre tabaco y alcohol han contribuido a disminuir las muertes relacionadas, pero en varios países esas políticas perdieron fuerza o avanzan lento”, sostuvieron.
Al final, la principal recomendación fue la siguiente: debe fortalecerse la prevención, ampliar el acceso a los fármacos y mejorar los controles.
“Mayor inversión y atención a la prevención para evitar el repunte de casos y asegurar que las mejoras lleguen a toda la población objetivo”, enfatizaron.
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