
En 2026, recetas diseñadas en Francia viajarán más allá de la atmósfera terrestre.
La astronauta Sophie Adenot llevará consigo una selección de platos creados por Anne-Sophie Pic, una chef que actualmente tiene 8 estrellas Michelin en distintos restaurantes, como parte de su primera misión a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Esta colaboración entre ciencia y gastronomía pone en escena una nueva frontera para la experiencia humana: el gusto como vínculo cultural y personal en el espacio.

La propuesta surge en el marco de la misión Epsilon, en la que Adenot representará a la Agencia Espacial Europea (ESA). Durante su estadía en la EEI, podrá compartir con su equipo una serie de comidas personalizadas que no solo buscan deleitar el paladar, sino también conectar a los astronautas con sus orígenes en la Tierra. El menú incluye cuatro entradas, dos platos principales y dos postres, elaborados bajo estrictas normas técnicas para su conservación y consumo en microgravedad.
Desde los tiempos en que Yuri Gagarin probó por primera vez un puré de carne e hígado en tubos metálicos, la alimentación espacial evolucionó de forma notable. Hoy, los astronautas ya no se limitan a raciones estandarizadas o comidas insípidas. La alta cocina se convirtió en un símbolo de bienestar emocional y cohesión grupal. En este contexto, el trabajo conjunto entre Adenot y Pic no es un lujo, sino una forma de extender la cultura y el cuidado personal a una misión científica.
La colaboración surgió luego de una serie de conversaciones y catas entre ambas. “¡Qué emoción que Sophie Adenot me pidiera acompañarla en su misión! A través de nuestras conversaciones y catas, descubrí a una mujer excepcional, inspiradora en muchos sentidos. Cocinar para el espacio es un reto apasionante; es un verdadero honor formar parte de esta extraordinaria aventura”, dijo Pic.

Adenot, por su parte, señaló: “Este encuentro fue un golpe de suerte. Nada nos predecía a conocernos y trabajar juntos, y aun así, terminamos colaborando en esta aventura colectiva. Anne-Sophie es una profesional brillante y una figura verdaderamente inspiradora, ¡y estoy encantado de tenerla a bordo!”.
La chef francesa, de 55 años, diseñó una carta que fusiona tradición culinaria y adaptación técnica. Entre las entradas, destacan una crema de foie gras sobre brioche tostado con limón confitado, un bisqué de langosta con cangrejo y alcaravea, un velouté de chirivía con curry y eglefino ahumado y una sopa de cebolla con pimienta rosa y crutones gratinados.
Como platos principales, los astronautas podrán elegir entre carne de res desmenuzada estofada con ajo negro y vainilla ahumada o pollo con pimienta voatsiperifery, haba tonka y polenta cremosa de queso comté. El cierre llega con dos opciones dulces: arroz con leche de coco y vainilla ahumada, y una crema de chocolate con flor de avellana y café.
Alimentos certificados
Los alimentos destinados a la EEI deben seguir lineamientos rigurosos. No pueden contener migas sueltas, deben ser livianos y conservarse al menos durante 24 meses. Por eso, la mayoría de las preparaciones se procesan mediante liofilización, enlatado o envasado al vacío. Para cumplir con estos requisitos sin perder el alma del plato, Pic trabajó con una empresa especializada en catering aéreo, para desarrollar técnicas de esterilización en bolsas flexibles que conservaran los sabores y las texturas deseadas.
Según explicó la chef, “cocinar para el espacio significa trascender los límites de la gastronomía. Con mi equipo en el laboratorio de investigación y desarrollo, asumimos un reto apasionante: preservar la emoción del sabor a pesar de las extremas limitaciones técnicas”. El desarrollo de esta propuesta fue definido por Pic como un “desafío estimulante”. El proyecto también fue validado por los equipos técnicos de la ESA, que verificaron el cumplimiento de todos los estándares de seguridad y funcionalidad.
Durante las misiones prolongadas, la posibilidad de acceder a una comida especial representa un momento de conexión emocional y cohesión entre los tripulantes. Estas comidas extra se asignan individualmente, según los gustos y tradiciones de cada astronauta, y constituyen aproximadamente el 10% del total de raciones transportadas.

“Durante una misión, compartir nuestros respectivos platos es una forma de invitar a los compañeros de tripulación a aprender más sobre nuestra cultura. Es una experiencia de unión muy fuerte”, declaró Adenot.
Además del aporte emocional y cultural, el menú también busca contribuir al equilibrio fisiológico de los astronautas, en un entorno donde el cuerpo enfrenta desafíos físicos como la pérdida de masa muscular o la disminución del apetito. La chef seleccionó ingredientes asociados con el bienestar y el recuerdo de lo familiar, elementos que refuerzan el vínculo entre el espacio y el lugar de origen de cada tripulante. “Su cocina está profundamente influenciada por el terroir. Esto es importante para mí porque crecí en el campo y me recordará mis raíces”, dijo Adenot.
La astronauta francesa, de 42 años, es expiloto de pruebas y rescate de helicópteros, y cuenta con varios reconocimientos, incluido uno por su labor en favor de la igualdad de género en las ciencias espaciales.

El envío de alimentos personalizados a la EEI ya tiene antecedentes. El astronauta Thomas Pesquet, compatriota de Adenot, llevó en sus misiones de 2016 y 2021 propuestas de alta cocina preparadas por chefs franceses con estrellas Michelin.
En ambos casos, el objetivo fue ofrecer un momento especial de convivencia para los tripulantes, lejos de la rutina diaria de trabajo y aislamiento. Adenot seguirá esta línea, pero con un menú creado exclusivamente para su misión.
Gusto y avance tecnológico
En las últimas décadas, el avance tecnológico hizo posible ampliar la oferta gastronómica a bordo. En la EEI ya se prepararon galletas horneadas y se consumió espresso mediante una taza diseñada para condiciones de microgravedad. Aunque los astronautas aún no pueden freír alimentos ni acceder a productos frescos de forma sostenida, ya se están desarrollando prototipos para ampliar el repertorio culinario en futuras misiones.

Uno de los episodios más comentados ocurrió cuando se perdió un tomate cultivado en el espacio. Durante meses, la tripulación no pudo localizarlo, y aunque no se trató de un robo, el hecho recordó las limitaciones logísticas del consumo vegetal fresco en órbita. Actualmente, frutas y verduras solo se disfrutan durante los primeros días de la misión o cuando una nave trae nuevos suministros.
La elección de una carta de alta cocina para el espacio no apunta a la sofisticación superficial, sino a una estrategia de bienestar integral. En un entorno donde los sentidos se ven alterados por la microgravedad y la presión atmosférica, un plato que evoque aromas, texturas y recuerdos puede ser un recurso valioso para mantener el equilibrio emocional.
Adenot también destacó el valor simbólico de llevar por primera vez la cultura gastronómica francesa fuera del planeta. Compartir con sus colegas los sabores de su tierra natal es, para ella, un gesto de pertenencia y apertura. “Después de todo, es un momento importante: la cultura gastronómica francesa se vuelve por primera vez extraterrestre”, afirmó.

Desde los tubos metálicos de puré consumidos por Gagarin hasta los menús con ingredientes como foie gras, langosta o café con flor de avellana, la alimentación espacial refleja la evolución de nuestra especie más allá de lo técnico. Cocinar para el espacio ya no es solo una tarea funcional, sino también una forma de extender la humanidad a cada rincón de la experiencia orbital.
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