¿Por qué un tipo de dolor de cabeza podría tener origen en los neandertales?

Un estudio comparativo reveló que personas con una malformación llamada Chiari tipo 1 comparten rasgos del cráneo con los humanos prehistóricos

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Un cráneo con forma de
Un cráneo con forma de neandertal podría explicar por qué algunas personas sufren dolores de cabeza (Courtesy of Kimberly Anne Plomp)

A veces, el cuerpo humano conserva señales de un pasado lejano que aún influyen en nuestra salud sin que lo sepamos y una de estas se identificó en un reciente trabajo científico. Una condición neurológica conocida como malformación de Chiari podría tener una explicación inesperada en nuestras raíces evolutivas.

Recientes estudios sugieren que ciertos rasgos craneales asociados a esta dolencia, caracterizada principalmente por dolores de cabeza y otros problemas neurológicos, se asemejan a la estructura del cráneo de los neandertales, abriendo una puerta al debate sobre la influencia de la herencia genética arcaica en la salud actual de los seres humanos.

Qué es la malformación de Chiari

Las malformaciones de Chiari, y en particular la tipo 1, ocurren cuando la base del cráneo es más pequeña y plana de lo habitual en la región donde el cráneo se conecta con la columna vertebral. Como resultado, una parte crucial del cerebro, el cerebelo, se ve comprimida en el canal espinal del cuello.

Esta compresión puede derivar en síntomas variados, como dolor de cabeza, dolor de cuello, apnea del sueño, entumecimiento y en algunos casos no genera ningún síntoma evidente. Se estima que la forma tipo 1 de esta anomalía afecta hasta a una de cada cien personas, convirtiéndola en una condición más frecuente de lo que podría pensarse.

La malformación de Arnold Chiari
La malformación de Arnold Chiari se trata de una afección en el que el tejido cerebral se extiende hacia el canal espinal (Foto: Archivo)

Yvens Barbosa Fernandes, neurocirujano de la Universidad Estatal de Campinas, Brasil, advirtió un parecido notable entre la base del cráneo de sus pacientes con Chiari y los cráneos de neandertales que había observado en museos europeos.

En los neandertales, la base craneal tiende a mostrar una mayor inclinación hacia atrás y una forma más aplanada si se compara con la base más redondeada de los humanos modernos. Este rasgo anatómico implica una menor angulación en la unión occipital, factor que también se observa en quienes presentan Chiari tipo 1. La coincidencia anatómica llevó a Barbosa Fernandes a especular sobre un posible origen común y no meramente una variación aleatoria del desarrollo óseo humano.

Además de la tipo 1, existen otras variedades de malformación de Chiari. El tipo 2 suele estar vinculado a una forma grave de espina bífida, mientras que los tipos 3 y 4 son extremadamente raros y pueden resultar mortales. Estos tipos más graves obedecen a mecanismos causales diferentes, independientemente de la forma básica del cráneo, y representan un reto médico y científico distinto.

El origen neandertal de las malformaciones de Chiari

Barbosa Fernandes propuso la idea de que la forma del cráneo asociada a la malformación de Chiari podría ser resultado de genes heredados de especies humanas extintas que se cruzaron con el Homo sapiens.

Los resultados del estudio fueron
Los resultados del estudio fueron reveladores (Courtesy of Kimberly Anne Plomp)

Su hipótesis sugería un vínculo perdido entre la antropología y la medicina, y planteaba que ciertos problemas de salud actuales podrían deberse a la persistencia de rasgos anatómicos introducidos por ancestros arcaicos como los neandertales. Esta propuesta, en su momento especulativa, sirvió como punto de partida para investigaciones posteriores que buscaron confirmar o refutar la teoría con análisis más cuantitativos.

Inspirados por esta sugerencia, Kimberly Plomp, de la Universidad de Filipinas Diliman, lideró un equipo que empleó tecnología avanzada para comparar de manera precisa las estructuras craneales. Utilizando tomografías computarizadas, construyeron modelos digitales en tres dimensiones de los cráneos de 46 personas con Chiari tipo 1 y 57 individuos sin esta condición.

Paralelamente, se generaron modelos digitales de ocho fósiles pertenecientes a Homo neanderthalensis, Homo erectus, Homo heidelbergensis y Homo sapiens arcaico. Los análisis matemáticos sobre los ángulos, volúmenes y proporciones craneales permitieron contrastar las muestras modernas con las antiguas para identificar similitudes y diferencias de manera objetiva.

Los resultados del estudio fueron reveladores. Los cráneos de personas con Chiari tipo 1 compartían una base más pequeña, un ángulo más plano y una compresión cerebral semejante a la observada en las cabezas fósiles de Homo neanderthalensis.

Dolores de cabeza intensos, uno
Dolores de cabeza intensos, uno de los síntomas más comunes de la malformación de Chiari, podrían tener una raíz ancestral ligada a la estructura del cráneo heredada de los neandertales. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En contraste, las bases craneales de otros homínidos, incluidos Homo erectus y Homo heidelbergensis, se parecían más a la morfología de humanos modernos que no tienen Chiari. Estas coincidencias refuerzan la interpretación de que el rasgo anatómico responsable de la malformación podría haber sido introducido en la población humana a través del contacto y mestizaje con los neandertales.

Implicaciones genéticas y futuras investigaciones

Para Plomp y su equipo, el hallazgo destaca otra faceta de la influencia neandertal en la biología humana, esta vez con consecuencias negativas. Aunque aún falta confirmación genética directa, los próximos esfuerzos se centrarán en analizar el ADN de individuos con Chiari para identificar la presencia de genes que puedan haber sido heredados de los neandertales.

Se espera así avanzar en la comprobación del papel de la herencia arcaica en la aparición de condiciones de salud neurológica y ósea en la población actual. Asimismo, el vínculo entre la genética antigua y las dolencias actuales sigue siendo un terreno fértil para la investigación, mostrando cómo el pasado humano puede influir en nuestra salud presente de maneras inesperadas.