
El estudio de herramientas antiguas siempre ha sido revelador en cuanto a las adaptaciones y habilidades de los primeros humanos. Recientemente, un descubrimiento en Europa ha arrojado nueva luz sobre el uso de recursos marinos hace 20.000 años. En Francia y España se han desenterrado más de 60 herramientas, identificadas como hechas de hueso de ballena, lo cual redefine la comprensión del aprovechamiento marino por los humanos prehistóricos.
Descubrimiento de herramientas de hueso de ballena en Europa
La investigación realizada en cuevas y abrigos rocosos del suroeste de Francia y el norte de España ha desvelado 83 herramientas óseas, de las cuales 66 fueron definitivamente fabricadas con huesos de ballena. Este hallazgo es significativo, ya que representa la evidencia más antigua conocida de fabricación de objetos a partir de restos de ballenas. Estas herramientas son principalmente puntas de proyectil y astas de lanza utilizadas hace 20.000 años por cazadores-recolectores que habitaban las costas del Golfo de Vizcaya.
El descubrimiento se destaca no solo por su antigüedad, sino también por la diversidad de especies de ballenas utilizadas. Estas incluyen el cachalote, la ballena de aleta, la ballena gris, la ballena azul y la ballena franca o de Groenlandia. La variedad de especies sugiere un aprovechamiento de diferentes tipos de hueso en función de las características deseadas, lo que muestra un nivel de conocimiento y selección que era previamente insospechado.

Importancia de estos hallazgos en la comprensión del uso de recursos marinos
El hallazgo es crucial para reevaluar la frecuencia y variedad de uso de recursos marinos por parte de los humanos antiguos. Hasta ahora, se creía que el uso regular de estos recursos no se instauró hasta hace unos 19.000 años; sin embargo, estos descubrimientos indican que la explotación de restos de ballena comenzó al menos mil años antes de lo que se pensaba. Este conocimiento ofrece una nueva perspectiva sobre el ingenio y adaptación de estos cazadores-recolectores a su entorno marino.
Los humanos antiguos probablemente se concentraron en la explotación de recursos viables y accesibles para su supervivencia y desarrollo tecnológico. El uso de huesos de ballenas, especialmente los de cachalotes conocidos por sus mandíbulas largas, muestra cómo nuestros ancestros aprovecharon la morfología particular de estos cetáceos para fabricar herramientas práctica y efectivamente.
Análisis y datación de las herramientas
Para confirmar que las herramientas eran de hueso de ballena e identificar las especies específicas, los investigadores, liderados por Jean-Marc Pétillon de la Universidad de Toulouse-Jean Jaurès, emplearon análisis químicos de colágeno. Este proceso implicó tomar pequeñas muestras de cada hueso y analizar la composición proteica presente. Los resultados revelaron que 71 de los huesos eran de cetáceos, siendo la mayoría de ellos definitivamente de ballenas.
En términos de datación, muestras diminutas de 37 objetos fueron examinadas, situando al más antiguo entre 20.200 y 19.600 años atrás. Esto lo ubica como la evidencia más antigua de trabajo humano con tales materiales, proporcionando una línea temporal más específica de cuando esta práctica comenzó y alcanzó su apogeo.
Lo fascinante de este estudio es que las herramientas óseas no se distribuyen uniformemente en el tiempo; la mayoría data de un periodo más reciente, entre 17.500 y 16.000 años atrás. Este patrón ha sido descrito por Pétillon como una “moda” en el uso de materiales óseos marinos, sugiriendo picos en la utilización, posiblemente relacionados con cambios ambientales o sociales.

Estrategias de recolección y uso de recursos marinos por cazadores-recolectores
A pesar de la evidencia del uso de huesos de ballena, los cazadores-recolectores de esa época no cazaban ballenas activamente. Más bien, aprovechaban las oportunidades de recolección de restos de ballenas varadas en la costa. Pétillon subraya que el varamiento de una ballena resultaba en un evento significativo, con su olor atrayendo a grupos desde grandes distancias. Esto habría influido en los patrones migratorios y de subsistencia de los grupos humanos, estimulando el cambio temporal de rutas y asentamientos.
Este enfoque oportunista muestra una adaptación inteligente al entorno y evidencia cómo los recursos marinos pudieron haber jugado un papel más crítico en el desarrollo cultural de las sociedades prehistóricas de lo que se había considerado anteriormente. El uso de huesos de ballena también resalta un grado de innovación tecnológica y social, revelando una faceta más compleja de las prácticas culturales de estos antiguos pobladores que dependieron no solo de la caza terrestre sino también del mar como recurso.
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