El misterio de los perezosos gigantes: cómo evolucionaron hasta su colosal tamaño y por qué desaparecieron

Más de 400 fósiles y modelos evolutivos revelan cómo estas especies se adaptaron al clima y a los cambios del entorno durante millones de años. Cuál fue el rol de la ciencia argentina en este descubrimiento

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Los perezosos evolucionaron repetidamente hacia
Los perezosos evolucionaron repetidamente hacia tamaños corporales grandes y pequeños según sus hábitos de vida terrestres y arborícolas. Ilustración de Diego Barletta. Crédito: Gentileza Conicet

Parecían osos descomunales y pesaban casi como los elefantes modernos, pero su dominio, que se extendió durante milenios, llegó a su fin con un misterio que, hasta ahora, desconcertaba a los científicos.

Se trata de los perezosos gigantes, quienes reinaron en los paisajes de América, caminando por selvas, desiertos y hasta, en algunos casos, el mar, en un territorio que abarcó desde Argentina hasta el sur de Estados Unidos.

Ahora, un estudio revela la historia completa de estos titanes, desde sus modestos orígenes, hace 37 millones de años, hasta su abrupta desaparición hace unos 15.000 años. El trabajo, publicado en Science, surge de una investigación internacional que combinó ADN antiguo, más de 400 fósiles y modelos evolutivos avanzados.

Liderado en parte por el Museo de Historia Natural de Florida, el equipo reconstruyó la genealogía de los perezosos gigantes y reveló un patrón claro: su desaparición coincidió con los primeros pasos humanos en el continente. Una pieza más en el rompecabezas de la extinción de una de las especies más emblemáticas de la prehistoria americana.

En el Día Nacional del
En el Día Nacional del Fósil, en 2019, el museo norteamericano recordó a los perezosos terrestres de Shasta habitaron cuevas en el Gran Cañón. Gentileza: Ilustración del Servicio de Parques Nacionales.

Los perezosos gigantes no son como los que ahora se encuentran en la selva”, advierte Ignacio Soto, científico del CONICET y del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA). Es que este argentino fue parte de estudio internacional sobre esta antigua especie.

Diversidad y dimensiones de los perezosos gigantes

En la actualidad, los perezosos son animales pequeños y arborícolas, conocidos por su vida pausada y su metabolismo lento. Sin embargo, estos representantes actuales son apenas un vestigio de una familia que, durante millones de años, dominó los paisajes de América con una asombrosa variedad de formas y tamaños.

De acuerdo con el estudio, existieron decenas de especies de perezosos, muchas de ellas terrestres y de gran tamaño, que habitaron desde las selvas hasta los desiertos, pasando por montañas, bosques boreales y sabanas abiertas.

Para descifrar cómo y por qué los perezosos alcanzaron tamaños tan dispares, los investigadores recurrieron a una combinación de técnicas innovadoras. El equipo, liderado por Alberto Boscaini y con la colaboración de Rachel Narducci, analizó ADN antiguo y comparó más de 400 fósiles procedentes de 17 museos de historia natural.

Durante millones de años, estos
Durante millones de años, estos titanes caminaron América. Hoy, su rastro sobrevive en piedra, en ADN antiguo y en preguntas sin cerrar. (AP Photo/Mary Conlon)

Esta labor permitió crear un árbol evolutivo detallado que rastrea la historia de los perezosos desde sus orígenes hace más de 35 millones de años. Al tiempo que el Museo de Historia Natural de Florida desempeñó un papel central en este proceso, ya que alberga la mayor colección de fósiles de perezosos de Norteamérica y el Caribe.

Narducci, responsable de la colección de paleontología de vertebrados del Museo de Historia Natural de Florida, realizó mediciones precisas de 117 huesos de extremidades, cuyos datos se integraron en el análisis global.

Los científicos combinaron información sobre la morfología de los fósiles, el ADN de especies vivas y extintas, e información sobre los hábitats y dietas de los perezosos, así como su modo de locomoción. Finalmente, estimaron el peso de cada especie a partir de las dimensiones de los restos óseos.

El género Megatherium, por ejemplo, incluía especies que rivalizaban en tamaño con los elefantes asiáticos, alcanzando pesos cercanos a los 3.600 kilogramos (7.937 libras). “Parecían osos grizzly, pero cinco veces más grandes”, describió Narducci en declaraciones recogidas por el propio museo.

Otros perezosos, como el Shasta, eran de tamaño más moderado, pero igualmente impresionantes, y se adaptaron a hábitats tan diversos como los desiertos del suroeste de Norteamérica, donde se alimentaban de cactus y utilizaban cuevas naturales como refugio y letrinas.

No solo es un perezoso:
No solo es un perezoso: es el último hilo de una historia que comenzó hace 37 millones de años. Crédito Sloth Conservation

La diversidad de hábitats fue un factor clave en la variedad de tamaños y formas de los perezosos. Mientras los gigantes terrestres dominaban el suelo, los perezosos arborícolas, tanto los actuales como sus antepasados, mantuvieron un tamaño reducido, con un peso promedio de apenas 6,3 kilogramos (13,9 libras).

Aquellos que alternaban entre el suelo y los árboles alcanzaban pesos intermedios, alrededor de 79 kilogramos (174 libras). Esta diferencia, según el estudio, se explica por las limitaciones físicas impuestas por la vida en los árboles: las ramas solo soportan cierto peso, y la supervivencia de los perezosos arborícolas dependía de su ligereza y agilidad para evitar caídas fatales.

“Eran grandes mamíferos que habitaron desde Canadá hasta la Patagonia, incluyendo las Islas del Caribe”, resalto el científico argentino. Al tiempo que agregó: “De ellos ya teníamos fósiles y registros, pero nosotros generamos la más extensa base de datos y la combinamos con el más completo mapa filogenético. Analizamos una inmensa cantidad de datos, y los interpretamos tan exhaustivamente, que el resultado llegó a publicarse en la prestigiosa revista Science”.

Por su parte, Néstor Toledo, investigador de CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), agregó: “Con todos esos datos, obtuvimos estimaciones del tamaño corporal de todas las especies de perezosos extintos y logramos ver cómo evolucionaron en el tiempo”.

En estas cuevas no solo
En estas cuevas no solo dormían: las usaban como letrinas comunales. Sus desechos, conservados por milenios, son clave para entender cómo vivían y con qué se alimentaban. Crédito: Foto cortesía del Servicio de Parques Nacionales, CC BY publicada por el Florida Museum

Y continuó: “Nos dimos cuenta de que el tamaño corporal de las especies evolucionó según su estilo de vida: al principio eran terrestres y no trepaban, después comenzaron a habitar en los árboles eventualmente, lo que los llevó a reducir paulatinamente de tamaño, hasta que se extinguieron abruptamente. Solo quedaron las especies actuales, que ya no son gigantes, y habitan las selvas tropicales del continente”.

Hábitat, clima y adaptaciones

El análisis reveló que el tamaño de los perezosos estuvo determinado principalmente por el tipo de hábitat que ocupaban y, en consecuencia, por los cambios climáticos que transformaron esos entornos.

El ancestro más antiguo identificado, Pseudoglyptodon, vivió hace 37 millones de años en Argentina y tenía un tamaño similar al de un gran danés. A lo largo de su historia evolutiva, los perezosos alternaron entre estilos de vida terrestres y arborícolas, pero los mayores tamaños se alcanzaron en las líneas terrestres.

Durante unos 20 millones de años, el tamaño de los perezosos apenas varió, independientemente de su modo de vida. Sin embargo, un evento volcánico de gran magnitud en el noroeste de América del Norte, que coincidió con un periodo de calentamiento global conocido como el Óptimo Climático del Mioceno Medio, alteró este equilibrio.

Hoy pesan unos pocos kilos
Hoy pesan unos pocos kilos y evitan el suelo. Pero su linaje una vez excavó cuevas, cruzó sabanas y enfrentó glaciares. (Imagen Ilustrativa Infobae)

El aumento de las temperaturas y las precipitaciones favoreció la expansión de los bosques y la proliferación de especies más pequeñas, ya que la reducción de tamaño es una estrategia común para enfrentar el estrés térmico.

Cuando el planeta retomó su tendencia al enfriamiento, los perezosos respondieron aumentando su tamaño. Los ejemplares más grandes surgieron durante las glaciaciones del Pleistoceno, cuando las bajas temperaturas y la escasez de recursos favorecieron cuerpos voluminosos capaces de conservar energía y agua.

“Esto les habría permitido desplazarse de manera más eficiente por hábitats con recursos limitados”, explicó Narducci. Además, el gran tamaño ofrecía protección frente a depredadores y ayudaba a soportar el frío.

Algunas especies desarrollaron adaptaciones sorprendentes. Thalassocnus, por ejemplo, se adaptó a la vida marina en la franja costera entre los Andes y el Pacífico, alimentándose de pastos marinos. “Desarrollaron adaptaciones similares a las de los manatíes”, señaló Narducci. Entre estas adaptaciones figuraban costillas densas para mejorar la flotabilidad y hocicos alargados para alimentarse bajo el agua.

Cuando los primeros humanos cruzaron
Cuando los primeros humanos cruzaron a América, los gigantes ya estaban aquí. La historia de su extinción comienza con un filo y un fuego. (Júlia d'Oliveira via AP)

Otros perezosos terrestres excavaban sus propias cuevas utilizando garras de gran tamaño, y algunos presentaban osteodermos, pequeñas placas óseas bajo la piel, similares a las de los armadillos.

La extinción: el papel del clima y la llegada de los humanos

A pesar de su éxito evolutivo y su capacidad de adaptación, los perezosos gigantes desaparecieron de forma abrupta hace unos 15.000 años. Según detalla la investigación, este declive coincide con la llegada de los primeros humanos a América, lo que sugiere una posible relación entre ambos eventos. “Hace unos 15.000 años es cuando realmente se empieza a ver la caída”, indicó Narducci.

El estudio señala que, aunque los cambios climáticos del final del Pleistoceno influyeron en la reducción de la diversidad de la megafauna, no explican por sí solos la rápida extinción de los perezosos terrestres. La irrupción humana, con nuevas técnicas de caza y la alteración de los ecosistemas, habría convertido a estos animales, lentos y poco protegidos, en presas fáciles.

“Su cronología de extinción refleja la expansión humana”, dice Soto, y añade: “Ninguna crisis climática previa los afectó de manera tan radical, lo que apunta a la presión antropogénica cómo la variable nueva y como el golpe final”.

Paradójicamente, el gran tamaño que les había permitido sobrevivir a depredadores naturales y resistir el frío se transformó en una desventaja frente a los humanos. Las especies arborícolas sobrevivieron algo más, refugiadas en las copas de los árboles, pero incluso ellas sucumbieron en última instancia.

En el Caribe, dos especies de perezosos de árbol persistieron hasta hace unos 4.500 años, cuando los humanos llegaron a las islas, aproximadamente en la misma época en que se construían las pirámides de Egipto. Poco después, estos últimos representantes de la familia también desaparecieron.

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