
Un experimento realizado en el Museo Británico de Ciencias arrojó luz sobre una curiosidad que ha intrigado a personas de todas las edades: las arrugas que aparecen en los dedos tras un tiempo prolongado en el agua. Según informó el medio especializado Popular Science, este fenómeno no solo tiene una explicación científica, sino que también podría haber sido una ventaja evolutiva para nuestros antepasados.
El estudio, liderado por Nick Davis, investigador de la Universidad Metropolitana de Manchester, demostró que los dedos arrugados mejoran la capacidad de agarre en superficies húmedas, lo que habría facilitado actividades como atrapar peces o cruzar ríos.
De acuerdo con Popular Science, este hallazgo es solo una pieza más en un rompecabezas que los científicos han intentado resolver durante décadas. Aunque inicialmente se pensaba que las arrugas eran el resultado de la absorción de agua por la piel, investigaciones más recientes han revelado que el fenómeno está estrechamente relacionado con el sistema nervioso simpático, el cual regula funciones corporales esenciales como la respuesta de “lucha o huida”.
La piel glabra y su conexión con las arrugas
La clave radica en la piel glabra, una superficie sin vello que se encuentra en las palmas de las manos y las plantas de los pies. Según explicó Danilo Del Campo, dermatólogo de la Clínica de la Piel de Chicago, esta piel es única debido a su alta concentración de receptores sensoriales que transmiten información al cerebro mediante impulsos eléctricos. Este tipo de piel no es exclusivo de los humanos; También está presente en animales como el topo de nariz estrellada y el ornitorrinco, en los que cumple funciones específicas de detección en su entorno.
Un análisis realizado en ratas reveló que la proporción de nervios de conducción rápida a conducción lenta es significativamente mayor en la piel glabra en comparación con la piel cubierta de vello. Este descubrimiento llevó a los científicos a considerar que la estructura nerviosa de esta piel podría estar relacionada con la formación de arrugas en los dedos.

Un descubrimiento clave en pacientes con polio
Popular Science detalló que los primeros indicios de esta conexión surgieron en un estudio realizado en 1936 por Sir George White Pickering y Thomas Lewis. Los investigadores observaron que pacientes con daño nervioso causado por la polio no desarrollaron arrugas en los dedos, sin importar cuánto tiempo permanecieran en el agua. Este hallazgo fue crucial para identificar el papel del sistema nervioso en este fenómeno.
Los pacientes estudiados presentaban daños en el nervio mediano, que conecta el brazo con la mano y el antebrazo, y forma parte del sistema nervioso simpático. Este sistema es responsable de preparar el cuerpo para actividades físicas intensas, como aumentar la frecuencia cardíaca o dilatar las pupilas. Según investigaciones posteriores realizadas en la década de 1970, el daño en estas conexiones nerviosas impedía la formación de arrugas, lo que llevó a utilizar la inmersión de las manos en agua como una prueba diagnóstica para detectar lesiones en el sistema nervioso simpático.
El papel de la vasoconstricción en las arrugas

Los científicos lograron explicar cómo el sistema nervioso simpático genera las arrugas en los dedos. Según publicó el medio Popular Science, un estudio de ese año demostró que la inmersión en agua provoca una disminución del flujo sanguíneo en las manos debido a un proceso llamado vasoconstricción, en el cual los vasos sanguíneos se estrechan. Este cambio en el flujo sanguíneo es lo que produce las características arrugas en la piel glabra.
Aunque este descubrimiento resolvió el “cómo” del fenómeno, aún quedaba por responder el “por qué”. La respuesta llegó con el experimento liderado por Nick Davis, que confirmó que las arrugas mejoran el agarre en superficies mojadas, ofreciendo una ventaja funcional que pudo haber sido crucial para la supervivencia de nuestros antepasados.
De la evolución a la medicina moderna
Además de su posible origen evolutivo, las arrugas en los dedos tienen aplicaciones prácticas en la medicina actual. Según explicó Lauren Taglia, dermatóloga de Northwestern Medicine, este fenómeno es una herramienta útil para evaluar la salud del sistema nervioso simpático. “Me gusta decir que la piel es la ventana a todo el cuerpo”, afirmó Del Campo, destacando cómo una característica aparentemente trivial puede ofrecer información valiosa sobre el estado general de una persona.
En última instancia, lo que comenzó como una simple curiosidad infantil ha llevado a descubrimientos significativos sobre la conexión entre la piel, el sistema nervioso y la evolución humana. Tal como concluyó el medio, las arrugas en los dedos no solo son un recordatorio de nuestro pasado evolutivo, sino también una herramienta que sigue beneficiando a la ciencia y la medicina en la actualidad.
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