
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford documentó por primera vez un comportamiento de caza nunca observado en la araña de cueva europea (Meta menardi). Según un reciente artículo publicado en Ethology , estas arañas, que habitan en las oscuras cuevas europeas, usan los hilos radiales de sus redes como mecanismos de detección, un diseño que incrementa su eficacia para capturar presas terrestres. Este descubrimiento ofrece evidencia directa de cómo se adaptan estas arañas frente a la limitada disponibilidad de alimentos en su entorno subterráneo.
New Scientist destacó que esta técnica implica que las arañas “anclan sus telas a las paredes de las cuevas utilizando el doble de hilos de seda” en comparación con sus parientes que viven en la superficie, lo que incrementa las posibilidades de que las presas en movimiento golpeen los cables. Thomas Hesselberg, investigador principal del estudio, afirmó que “debido a que tiene muchos más accesorios en la pared, alguien que se arrastra tendría más probabilidades de golpear uno de esos accesorios por error”.
Durante la investigación, liderada por Hesselberg y Emily Brannigan, las observaciones se realizaron entre 2023 y 2024 en una cueva del parque arqueológico de Creswell Crags, en Reino Unido. Según informó Ethology , las arañas construyen redes con menos hilos de marco y una alta cantidad de hilos radiales que se extienden hacia las paredes. Esta estructura única funciona como una especie de “cable trampa” sensorial.

De acuerdo con New Scientist , el equipo “liberó diversas presas —incluido un gusano de la harina, un ciempiés y otra araña cavernícola— cerca o sobre los hilos radiales” para estudiar su reacción. Se observara que, cuando las presas activaban las vibraciones de los hilos, las arañas corrían inmediatamente hacia el origen del movimiento a través de los hilos adyacentes. Esto les permitiría intentar capturas rápidas, esenciales para sobrevivir en un entorno con escasez de insectos voladores.
En uno de los casos registrados por los investigadores, una araña reaccionó rápidamente al contacto de un ciempiés con su hilo radial. Aunque la presa logró evadir el ataque, el experimento dejó en claro la capacidad sensorial de estas arañas para detectar vibraciones y la rapidez con la que pueden reaccionar.
Adaptaciones evolutivas para cazar en la oscuridad
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que un 50 % de la dieta de estas arañas consiste en animales terrestres, como ciempiés, milpiés y otras arañas, lo que contradice los hábitos ampliamente conocidos de las arañas tejedoras orbiculares, especializadas en atrapar presas aéreas. En el estudio se subrayó: “Estos depredadores subterráneos han adaptado sus redes para detectar movimientos, incluso de presas que se desplazan en superficies cercanas”.

Esta adaptación es especialmente importante, dado que las cuevas representan un ambiente con recursos limitados. El propio Hesselberg señaló que este comportamiento “indica que tienen una flexibilidad mucho más amplia en sus estrategias de búsqueda de alimentos que los orbes del exterior”, lo que representa una ventaja evolutiva.
Además, las características del hábitat subterráneo obligan a estas arañas a enfrentarse a retos adicionales. Más de una vez las arañas atacaron presas que resultaron ser demasiado peligrosas, como grandes ciempiés o arañas venenosas, que en ocasiones suponen una amenaza directa para ellas.
Sin embargo, el estudio también dejó preguntas abiertas. Tal como señaló New Scientist , en algunos casos las arañas parecieron fallar en dirigirse directamente hacia el punto de vibración, lo que los expertos atribuyen a posibles errores o incluso a estrategias destinadas a sorprender a sus presas desde un ángulo inesperado. Por otro lado, las presas que no activaron los hilos radiales no recibieron intentos directos de caza, lo que podría ser indicativo de que el éxito depende completamente de estas vibraciones específicas.

Según Hesselberg, los métodos podrían incluir “otras tácticas desarrolladas para adaptarse a la alimentación en cuevas”, como la captura de presas que accidentalmente cae en las redes.
El descubrimiento de cómo la Meta menardi utiliza estos “cables trampa” para adaptarse a la falta de insectos voladores amplía la comprensión de la ecología de los arácnidos y subraya la necesidad de estudios más profundos. El estudio sugirió que futuros trabajos podrían usar grabaciones continuas para registrar cómo estas arañas responden a diversos tipos de presas en tiempo real.
Además, en el mismo género Meta, que incluye 33 especies conocidas, aún existe una gran brecha en el conocimiento sobre su comportamiento. Según conclusiones del estudio, la posibilidad de que otras especies utilicen estrategias similares “hace que el estudio de los hilos radiales y sus técnicas de caza sean claves para entender su evolución”.
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