
La acumulación de células senescentes, también conocidas como “células zombi”, podría desempeñar un papel clave en la inflamación crónica vinculada al envejecimiento. Un estudio realizado por científicos de Sanford Burnham Prebys y colaboradores de todo Estados Unidos ahondó en esta temática.
“En los humanos y otros organismos multicelulares, las células se multiplican. Esta característica definitoria permite que los embriones crezcan hasta la edad adulta y facilita la curación de los numerosos golpes, moretones y rasguños que sufren durante el proceso”, divulgaron en un comunicado de Sanford Burnham Prebys.
Al tiempo que repasaron que ciertos factores “pueden provocar que las células abandonen esta característica y entren en un estado de senescencia, casi zombi, en el que persisten, pero ya no se dividen para formar nuevas células. Nuestro cuerpo puede eliminar estas células senescentes que tienden a acumularse con la edad. Sin embargo, a medida que envejecemos, nuestro sistema inmunitario se vuelve menos eficiente para hacerlo”.
En ese sentido, Peter Adams, uno de los autores del trabajo, apuntó: “Además de dejar de crecer y proliferar, la otra característica distintiva de las células senescentes es que tienen este programa inflamatorio que hace que secreten moléculas inflamatorias”.

Según precisaron en el comunicado, “las células que ‘ejecutan’ este programa inflamatorio exhiben el fenotipo secretor asociado a la senescencia (SASP). Un exceso de células con SASP que secretan moléculas inflamatorias puede contribuir a la inflamación crónica del organismo. Esta inflamación generalizada, denominada ‘inflamación’, se ha vinculado a muchas enfermedades relacionadas con la edad”.
Los hallazgos, que fueron publicados en la revista Nature, “demuestran que las mitocondrias que alimentan nuestras células también controlan la capacidad de una proteína reparadora del ADN para suprimir la SASP, lo que puede reducir o retrasar la inflamación”, de acuerdo a lo destacado por los especialistas.
Ellos agregaron en el documento difundido por Sanford Burnham Prebys: “El equipo de investigación transformó células humanas en senescentes mediante la exposición a radiación y, posteriormente, las utilizó para demostrar que la proteína tumoral fijadora de ADN p53 suprimía la SASP y uno de sus eventos desencadenantes: la formación de fragmentos de cromatina citoplasmática (CCF). Estos fragmentos son fragmentos de ADN dañado que se han expulsado del núcleo celular al citoplasma gelatinoso que ocupa el espacio celular entre la membrana externa y el núcleo central. La presencia de ADN donde no debería estar puede activar el sistema inmunitario y contribuir a la SASP”.

Para validar estas observaciones, los científicos administraron a ratones un fármaco desarrollado para activar p53, con el fin de suprimir tumores. En ratones mayores, el tratamiento no redujo la cantidad de células senescentes, pero sí revirtió la firma celular que caracteriza la SASP asociada a la edad, lo que podría reducir el llamado inflammaging.
“Además, los investigadores descubrieron que las células senescentes sufren una disfunción en las mitocondrias, que sirven como fuente principal de energía celular. El estrés mitocondrial puede provocar que las células senescentes formen CCF y reduzcan la expresión del gen que codifica para p53″, señalaron en el comunicado.
Por su parte, Karl Miller, otro de los expertos que participó en la investigación, analizó: “En conjunto, hemos identificado un circuito celular capaz de promover la reparación del ADN y la integridad del genoma al tiempo que suprime la peligrosa característica inflamatoria de las células senescentes que contribuyen a las enfermedades relacionadas con la edad”.
Finalmente, Miller, quien se desempeña en el laboratorio de Adams en Sanford Burnham Prebys, destacó: “También hemos demostrado que esta vía puede modificarse con fármacos existentes en cultivos de células y ratones, por lo que algún día podría ser posible diseñar un tratamiento dirigido al p53 para promover un envejecimiento más saludable”.
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