
El grito es una vocalización universal y primitiva que cumple varias funciones tanto en humanos como en animales. Este fenómeno, que genera respuestas emocionales y fisiológicas intensas, ha sido objeto de diversos estudios científicos.
Según explicó el psicólogoPhilippe Gilchrist de la Universidad Macquarie, el grito activa la amígdala, una estructura del cerebro que ayuda a aumentar la percepción y alerta. Esta reacción puede ser desencadenada por distintas emociones como la sorpresa, la alegría, el placer, la tristeza, el miedo y la excitación. El grito es, por tanto, una manifestación vocal de emociones intensas y puede ser tanto involuntario como reflejo.
Cómo son los gritos
Un aspecto destacable del grito es su función comunicativa desde el nacimiento. Estudios, como uno publicado en Current Biology, han mostrado que los bebés, al llorar o gritar, exhiben melodías y acentos influenciados por los sonidos a los que estuvieron expuestos durante el último trimestre de gestación. Por ejemplo, los infantes franceses tienden a llorar con una melodía ascendente, mientras que los alemanes lo hacen con tonalidades descendentes.

Además de su papel en la comunicación y en el manejo de emociones intensas, el grito también tiene una función vital en situaciones de peligro. Según un estudio de Biology Letters, algunos primates como el tarsio en Filipinas utilizan frecuencias ultrasónicas para gritar, permitiendo la comunicación entre ellos sin ser detectados por depredadores. El grito en estos animales no solo alerta a sus semejantes sobre la presencia de una amenaza, sino que también puede servir para distraer al depredador y permitir la fuga.
A lo largo de la evolución, el grito ha sido un mecanismo de supervivencia crucial. Dr. Philippe Gilchrist, experto en este campo, menciona que “hay investigaciones que sugieren que gritar podría tener funciones importantes en los animales no humanos cuando están a punto de ser capturados por un depredador. Podría ser una forma de avisar a otros y ayudarles a evitar la captura, o podría ser una forma de llamar la atención para recibir ayuda”.

Qué pasa cuando se grita
La respuesta fisiológica al grito es compleja y fascinante. Cuando se grita, se activan varias estructuras en el cerebro que procesan emociones y memorias, como la hipocampo, la amígdala y la hipotálamo. La señal se transfiere luego a la médula espinal y a los músculos asociados con la vocalización, incluyendo la laringe, las cuerdas vocales, el pecho y el estómago. Esta “orquesta biológica” resulta en un grito que puede llegar a activar el sistema nervioso simpático, desencadenando la respuesta de “lucha o huida”, que incluye el aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial.
En cuanto a las características acústicas del grito, una investigación publicada en Plos Biology en 2021 resalta que los gritos poseen una calidad acústica particular, denominada “dureza”, que provoca una percepción de alarma. Los estudios con resonancias magnéticas han demostrado que esta dureza acústica activa partes del cerebro relacionadas con la percepción del peligro. El Dr. Philippe Gilchrist señala que “el grito tiene una cualidad acústica especial que ayuda a diferenciarlo de otras vocalizaciones, asegurando que la señal sea social y biológicamente eficiente”.

La activación del sistema nervioso simpático también puede vincularse con eventos culturales como Halloween. Durante esta celebración, el miedo y la excitación pueden desencadenar respuestas físicas que aumentan nuestra percepción de estar vivos y alerta. Gilchrist refiere que “el miedo puede sentirse como excitación. Cuando estamos asustados, podríamos sentirnos más poderosos y vivos debido a la activación de nuestro sistema nervioso simpático”.
En última instancia, la investigación sobre los gritos continúa revelando aspectos fascinantes de esta manifestación vocal. Desde su rol en la supervivencia de los primeros humanos y otros animales, hasta su influencia en nuestra cultura moderna, el grito sigue siendo un área rica en descubrimientos científicos y psicológicos.
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