
Los recuerdos y las anécdotas forman parte de nuestra vida más allá de los desenlaces positivos o negativos que puedan tener. La memoria registra y archiva las circunstancias que atravesamos cotidianamente, y este mecanismo, en cierto modo, forja lo que a grandes rasgos es la personalidad.
Sin embargo, recientemente, la ciencia puso en cuestión la capacidad que tenemos para recordar, incluso, lo que sucedió hace pocos instantes. Un estudio realizado por expertos de la Universidad de Ámsterdam, en Países Bajos, postuló que las personas “pueden generar evocaciones falsas en un abrir y cerrar de ojos, ya que el cerebro humano altera los recuerdos del corto plazo de acuerdo con lo que espera ver (las expectativas)”.
Para los investigadores, que publicaron sus hallazgos en la revista Plos One, “la memoria a corto plazo no siempre es una representación precisa de lo que se acaba de percibir. En cambio, está formada por lo que esperábamos ver, desde la formación del primer rastro de memoria”.
Para llegar a estas conclusiones, los autores realizaron cuatro experimentos, en los que convocaron a 534 personas para que visualizaran diapositivas con letras del alfabeto occidental. En el medio de cada procedimiento, según explicaron, “se les mostró una diapositiva distinta, de interferencia, con letras aleatorias” que estaban diseñadas de manera similar a las originales, pero en una orientación distinta (por ejemplo, Ɔ en lugar de C).
Cuando se les pidió a los participantes que recordaran la diapositiva de interferencia, la mayoría recordó “haber visto a la pseudoletra como una letra real”, ya que los individuos que participaron en el estudio estaban familiarizados con el alfabeto occidental, y sus cerebros esperaban ver las letras en su orientación real.

“Los participantes informaron constantemente, con gran confianza, que habían visto la contrapartida real de un objetivo de pseudo-letra”, analizaron los expertos. Y agregaron: “La percepción que tenemos con la vista y el cerebro puede ser moldeada por nuestras expectativas, lo que puede conducir a ilusiones perceptivas. Las expectativas pueden remodelar las representaciones perceptivas en escalas de tiempo cortas, lo que lleva a lo que llamamos ilusiones de memoria a corto plazo. Estas ilusiones aparecieron cuando los participantes vieron una pantalla de memoria que contenía letras reales y pseudoletras (es decir, letras reflejadas)”.
Infobae analizó los resultados de este estudio junto a Ricardo Allegri, jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni. “Desde lo perceptivo, a veces, estamos esperando que suceda algo. Un ejemplo hipotético y científico es cuando alguien va a disparar sobre un blanco, y espera que aparezca un animal determinado. Si de repente aparece otro animal distinto, la persona dispara igual, y eso es porque está predispuesta para lo que estaba por suceder. En la velocidad de procesamiento, el cerebro termina dando la orden de hacerlo por esta predisposición”, dijo el experto.
Y sumó: “Bajo esta idea, la memoria de corto plazo no siempre es una representación precisa de lo que se acaba de percibir. Una persona, con su percepción de la realidad, la memoria de corto plazo y la expectativa, puede generar una modificación en el recuerdo y crear una falsa memoria”.

“En el estudio científico —siguió Allegri— los expertos hablan de un manejo ‘de abajo hacia arriba’, que sería la entrada de la información en la memoria; y del manejo ‘de arriba hacia abajo’, que es la expectativa que tiene la persona sobre esa información real que entró. En esta última dinámica es donde hay posibilidades de que se produzca la modificación o falsa percepción”.
Según Allegri, “en principio, los humanos no podemos manejar conscientemente estos procesos de memoria, porque funcionan casi en automático. A su vez, la información de la falsa memoria puede manifestarse a corto y también a largo plazo. ¿Por qué? Porque en la memoria a largo plazo, uno puede consolidar informaciones, y esa consolidación puede producir que alguien rememore de manera diferente o falsa algo que le sucedió hace tiempo”.
Por su parte, la neuróloga Celeste Esliman (MN 152999) profundizó en diálogo con Infobae: “A grandes rasgos, tenemos dos tipos de memoria: la memoria a largo plazo, donde la información se almacena de forma duradera; y la memoria a corto plazo, que nos permite recordar algo por segundos o minutos para luego ser ‘desechado’. En la memoria a largo plazo guardamos la información sobre nuestra biografía o hechos que hemos experimentado”.
En ese tono, de acuerdo a Esliman, “la memoria a largo plazo constantemente tiene ‘huecos’ que ‘rellenamos’ y que vamos modificando de acuerdo a experiencias previas y distorsiones, donde nuestro recuerdo de la experiencia no es fidedigno a la experiencia en sí. Previamente, se creía que la memoria a corto plazo no presentaba falsos recuerdos o ilusiones, a diferencia de la memoria a largo plazo, que sí puede presentarlos”.

“Con el estudio —apuntó la especialista— los científicos de la Universidad de Ámsterdam mostraron que la memoria a corto plazo puede verse influenciada por nuestras experiencias previas, y que modificamos el recuerdo a corto plazo al comparar esta experiencia nueva con experiencias previas. Esto no es patológico, es una forma que tiene nuestro cerebro de ahorrar energía y que nos permite interpretar el mundo, y en este caso hasta los recuerdos más inmediatos, en base a nuestro conocimiento previo”.
¿Cómo se generan los recuerdos en el cerebro? Así lo explicó Esliman: “Para generar un recuerdo en el cerebro, especialmente en el hipocampo, deben ocurrir tres procesos: la fijación o modificación; el almacenamiento; y la recuperación. Es decir, que ingrese la información al cerebro (esto depende mucho de la atención y la motivación de la persona), que se almacene (para esto uno tiene que poder ordenar y categorizar) y, en un momento determinado, que se acceda a ese recuerdo almacenado para evocarlo o recuperarlo. Si en cualquiera de estas etapas se produjera un error, tendríamos un olvido”.
A su turno, Pedro Bekinschtein, biólogo especializado en neurobiología del comportamiento, director de investigación en Fundación INECO e investigador del CONICET, consideró: “El cerebro puede generar memorias ilusiorias o ilusiones de la memoria. Y en este caso, los científicos que realizaron el estudio dicen que varios de los errores que estaban atribuidos a una ilusión a nivel perceptual —como las típicas ilusiones ópticas de Internet—, son en realidad un error en la memoria de muy corto plazo”.

En segundo término, Bekinschtein aportó: “Cada vez que alguien evoca un recuerdo que está almacenado en la memoria, en realidad, lo completa, porque el cerebro no es una cámara que graba toda la información, sino que hay un acto de reconstrucción, y ahí se pueden generar recuerdos que no son iguales a la experiencia. Uno reconstruye en base a lo que conoce del mundo; las experiencias intentan llenar los baches de la memoria con el conocimiento previo que tenemos”.
Finalmente, el biólogo sostuvo que la información que adquirimos cotidianamente en el cerebro “se suma a la que tenemos desde antes y se hace una especie de red. Desde el punto de vista adaptativo, este mecanismo de reconstrucción nos ayuda a no tener que grabar constantemente y con atención todo lo que nos pasa, entonces estamos ahorrando recursos cognitivos”.
El problema, según Bekinschtein, “puede aparecer, por ejemplo, cuando uno confía en los testigos oculares de un crimen. Se sabe que lo que relata ese individuo no necesariamente va a coincidir con lo que pasó, y puede estar contaminado por la manera en que se le pregunta y por lo que pasó en el intervalo entre que almacenó la información y la activó”.
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