
Emilly Beatriz Azevedo Sena tenía 16 años y estaba en las últimas semanas de su embarazo cuando salió de su casa en Várzea Grande, Mato Grosso, en Brasil, sin imaginar que caminaba hacia una trampa.
Era el mediodía del 12 de marzo de 2024. El plan era simple: recoger una donación de ropa de bebé. La oferta había llegado a través de Nataly Helen Martins Pereira, una mujer de 25 años que decía estar embarazada y que aseguraba tener ropa de cuna que no necesitaba.
Lo que Emilly no sabía era que Martins Pereira no tenía una hija en camino. Que detrás de esa oferta de caridad se escondía un plan macabro, un engaño urdido con precisión: quedarse con su bebé.
El crimen y el hallazgo del cuerpo
La joven llegó al barrio Jardim Florianópolis, en Cuiabá, donde Martins Pereira la esperaba. La llevó a una casa que pertenecía a su hermano. Allí, en un cuarto oscuro y sin salida, la atacó con violencia.
La investigación forense reconstruyó los hechos: Emilly fue inmovilizada con cables de internet en sus muñecas y tobillos, indicó la Policía Civil de Mato Grosso en un comunicado.
Su agresora le cubrió la cabeza con bolsas plásticas, probablemente para silenciar sus gritos. La estranguló, la asfixió y la golpeó en el rostro. Luego, con un cuchillo, le abrió el vientre.
Cuando la policía llegó dos días después, guiada por la sospecha de que Martins Pereira no era la verdadera madre del bebé que llevaba en brazos, encontraron el cuerpo en una fosa poco profunda en el patio trasero. Una de sus piernas sobresalía de la tierra.
Su abdomen presentaba una incisión en forma de “T”, hecha con precisión, informó el medio brasilero g1. En su cuello, los surcos dejados por el cable que la estranguló. Había muerto desangrada.
El robo del bebé y la confesión
Horas después del asesinato, Martins Pereira llegó al Hospital de Maternidad Santa Helena con un bebé en brazos. Afirmó haber dado a luz en su casa y exigió que se registrara el nacimiento.
Pero, informó Globo, había algo extraño en su comportamiento. Se negaba a recibir atención médica. No tenía signos de trabajo de parto y no producía leche
Los médicos alertaron a la policía. Cuando los agentes interrogaron a la pareja de Martins Pereira, su historia se desmoronó. En la comisaría, ella confesó: la había matado para quedarse con el bebé.
Dijo que había actuado sola, que su esposo y los otros dos hombres detenidos (su hermano y un amigo) no habían participado en el crimen. Igualmente, los tres fueron interrogados y luego fueron puestos en libertad.

Según el comunicado de la policía, Martins Pereira “responderá por los delitos de homicidio triplemente calificado (móvil vil, medios crueles y medios que imposibilitaron la defensa de la víctima), ocultación de cadáver y por registrar como propio el nacimiento de otra persona”.
La brutalidad del crimen
El informe de la Pericia Oficial e Identificación Técnica (Politec) confirmó lo peor: Emilly estaba viva cuando le extrajeron al bebé.
La necropsia determinó que la causa de muerte fue un shock hipovolémico hemorrágico. Murió desangrada, según informó en un comunicado la Secretaria de Estado de Seguridad Pública de Mato Grosso.
Además de los cortes en el abdomen, presentaba lesiones en el rostro y el ojo derecho, posiblemente causadas por puñetazos. Luchó hasta el último momento. Los peritos detectaron signos de asfixia y estrangulamiento, junto con rastros de defensa bajo sus uñas, lo que sugiere que intentó resistirse.
También llamaba la atención la precisión de los cortes. La doctora Alessandra Carvalho Mariano, directora metropolitana de Medicina Legal, señaló en el informe que las incisiones respetaban las capas de piel y órganos internos, dejando el útero intacto.
Las autoridades dejaron en claro que por la precisión del plan, y sobre todo de los cortes, fue alguien con un buen conocimiento anatómico. En redes sociales, Martins Pereira se presentaba como bombero civil y socorrista, según g1.
Un embarazo fantasma y el engaño perfecto
Martins Pereira había fingido estar embarazada durante meses. A pesar de haber perdido un bebé en octubre del año anterior, continuó actuando como si aún estuviera en gestación. Engañó a su esposo, a su familia y a sus amigas.

Participó en grupos para madres embarazadas y compartía información sobre maternidad. Todo, al parecer, para reforzar la historia que había construido.
Cuando la familia de Emilly se enteró de la verdad, el dolor se mezcló con la incredulidad. “Mi hija no necesitaba esa ropa. ¡Tenía todo! Cayó en la trampa de una mujer que la engañó con algo que no le hacía falta”, dijo entre lágrimas su madre, Ana Paula Meridiane, a g1.
El bebé de Emilly sobrevivió y quedó bajo el cuidado de su familia, monitoreado por pediatras, indicó en su artículo el medio de Brasil.
Un funeral sin justicia y una investigación aún abierta
El 14 de marzo, el cuerpo de Emilly fue velado en Cuiabá. Amigos y familiares sostuvieron pancartas exigiendo justicia.

Su tía y madrina, Alessandra de Moraes, hizo un llamado desesperado: “Emilly era una niña. ¡Era inocente! Esto no puede seguir así, tenemos que unirnos. Pido justicia por la muerte de mi sobrina, ¡ayúdenme!”.
La Policía Civil de Mato Grosso continúa la investigación. Aunque Martins Pereira asumió toda la responsabilidad, la policía aún estudia la participación de su esposo, su hermano y un amigo, quienes estuvieron en la casa donde se halló el cuerpo.
El delegado Caio Albuquerque fue tajante en la rueda de prensa: “Este crimen no quedará impune. Hay piezas que aún faltan en este rompecabezas. La investigación sigue abierta”.
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