Los “daños graves” en madres solteras obligadas a dar hijos en adopción en Países Bajos

La Comisión de Investigación revela el sufrimiento de 14.000 mujeres solteras en Países Bajos, obligadas a entregar a sus hijos en adopción entre 1956 y 1984, sin control sobre sus decisiones

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Imane Rachidi

La Haya, 20 jun (EFE).- Unas 14.000 mujeres solteras obligadas a dar en adopción a sus hijos entre 1956 y 1984 por haberse quedado embarazadas sin estar casadas sufrieron “daños graves” y “no tuvieron voz” ni “mucho menos control sobre su situación”, concluyó una investigación independiente encargada por el Gobierno neerlandés.

En su informe “Daño por la vergüenza” ("Schade door Schande", en neerlandés), la Comisión de Investigación sobre Entrega Voluntaria y Adopción Nacional (CBAA) confirmó que las madres que entregaron a sus bebés en adopción no lo hicieron de forma voluntaria y es “esencial que reciban reconocimiento y apoyo” debido a que “sufrieron daños graves” aún visibles a día de hoy.

Se estima que entre 13.000 y 14.000 mujeres solteras se vieron forzadas a entregar a su bebé entre 1956 y 1984, a causa de la presión de instituciones y las normas sociales sobre la moral y el “buen comportamiento”.

Las mujeres y chicas embarazadas “no tuvieron voz o apenas la tuvieron, y mucho menos control sobre la situación” o sobre su propia maternidad, porque el “problema” debía resolverse rápido, dice la CBAA.

“La maternidad fuera del matrimonio se consideraba irresponsable, y se pensaba que lo mejor para el niño era crecer en una familia con un padre y una madre casados”, señala la CBAA, creada en 2022 por el Ministerio de Justicia y Seguridad.

La investigación contó con el testimonio de más de 200 hijos, alrededor de 50 madres biológicas y 15 padres adoptivos, entre otros, aunque el análisis cualitativo más profundo se centró en unos 50 casos personales.

Los niños entregados y los padres biológicos sufren problemas psicológicos, sentimientos de soledad y soportan las consecuencias de lo ocurrido. “En ese proceso, no se respetaban los deseos de la mujer embarazada ni, si se conocía, los del padre biológico”, añadió.

La Comisión propone que las madres tengan acceso a ayuda de profesionales de salud mental y otros cuidados, y que los niños adoptados por otras familias reciban ahora apoyo en la búsqueda de información sobre su origen.

“Lo trágico es que, como resultado de lo ocurrido, algunos de estos niños no llegaron a tener un hogar estable, o pasaron demasiado tiempo en instituciones, más de lo que ya en aquel entonces se consideraba pedagógicamente aceptable”, añadió.

La CBAA también apunta a la presión que venía del campo de la psiquiatría, puesto que, subraya, estar embarazada sin estar casada se consideraba “una desviación” o “patología”, lo que se interpretaba como incapacidad para criar de forma adecuada al bebé.

Según el informe, “aún en la vejez, existen sentimientos de culpa y vergüenza, relaciones familiares rotas y dolor” entre las madres biológicas; mientras que los padres biológicos “se sintieron invisibles y marginados”.

Los propios niños crecieron con “una sensación de no tener derecho a existir”, y eso no desapareció, “ni siquiera cuando más adelante comprendieron mejor las razones por las que fueron entregados” en adopción.

La CBAA recomienda más reconocimiento a estas mujeres e hijos, e insta a incluir lo ocurrido en lo que se conoce como “Canon de Países Bajos”, una lista oficial de acontecimientos importantes de la historia nacional, para que “de este modo, las futuras generaciones puedan conocer esta historia y las profundas consecuencias personales y sociales que ha tenido”, recoge el informe.

En un intento de responsabilizar al Estado neerlandés, una víctima llevó el caso a los tribunales -la mujer tenía 22 años y no estaba casada cuando tuvo un hijo en 1968- pero la Corte de apelación de La Haya dictaminó en marzo que el Estado no puede ser considerado responsable del sufrimiento causado a estas madres porque el caso presentado había prescrito.

Los resultados de la investigación, dicen los autores del informe, muestran ahora “que debemos tener cuidado a la hora de imponer nuestras ideas sobre lo que es una buena vida a otras personas, si no les damos la oportunidad de expresarse”. EFE

ir/cat/alf