Sesenta mil gargantas empujan desde el pulmón del Betis

Cuarenta grados de temperatura y un ambiente festivo en el Benito Villamarín, mientras aficionados béticos se agrupan para apoyar al equipo en su histórica final de la Liga Conferencia en Breslavia

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Carlos del Barco

Sevilla, 28 may (EFE).- Sesenta mil gargantas enardecidas empujan desde el Benito Villamarín, epicentro del terremoto de emociones que es hoy el beticismo, por la consecución este miércoles del primer título europeo del Betis, la Liga Conferencia, ante el Chelsea inglés en la ciudad polaca de Breslavia.

Con más de cuarenta grados de temperatura, Heliópolis, el barrio del Betis, ha hecho honor a su condición de Ciudad del Sol, el que han vencido todos los béticos que se han dado cita en el Villamarín en su última cita de gala antes de que el Betis empiece las obras de conclusión de su estadio y se traslade a La Cartuja.

La vetusta tribuna de Preferencia, la última que queda en pie del estadio del Mundial de España de 1982, ha sido la primera en empezar a teñirse de verdiblanco, no en balde es la primera en la que daba la sombra.

La pirámide que forman tres pantallas gigantes sobre el césped del estado verdiblanco ha esperado con una temperatura de canícula la entrada de los miles de béticos que han esperado en las afueras y en las galerías del estadio y que han empezado a entrar de manera perezosa en el recinto desde una hora y media antes del partido.

Las músicas martilleantes han ido dando paso a los cánticos conforme se acercaba la hora del partido y se pintaban de blanco y verde los tres anillos del Villamarín, marcados con leyendas como 'la que recorre el mundo entero' o 'de padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasión llamada Betis', tan es así que muchos llevan bufandas.

Media hora antes fue cuando la afición pidió protagonismo con su 'Betis, alé, tienes que ganar la Copa', "dale, dale, Beti alé' que acallaron todo atisbo de sonido electrónico con tanto aire verde como sangre en las arterias de sesenta mil fieles que han explotado con el cántico de 'la banda del campeón'.

Hasta que el bosnio Irfan Peljto ha dado el pitido inicial, el estadio se ha venido literalmente abajo con la alineación verdiblanca casi deletreada y festejada en cada uno de los futbolistas, con resonancias épicas en Isco Alarcón y de epopeya cuando por tres veces se cantó el nombre de Manuel Pellegrini: el Villamarín se vino abajo.

Desde primeras horas de la tarde, miles de béticos le han dado su sello a Sevilla y, especialmente, a de Heliópolis en bares, terrazas y calles hasta que el estadio bético ha abierto sus puertas.

El final de la Avenida de la Palmera ha sido la meta del beticismo de base que se ha quedado en Sevilla y que, al llegar al Villamarín, se lo ha encontrado engalanado con una gigantesca pancarta de ánimo que reza el 'Betis alé' de la final de la Copa del Rey ganada al Valencia en 2022.

El pulmón del beticismo insufla así aire y ánimos a los pupilos del chileno Manuel Pellegrini como lo hacen los más de veinte mil béticos desplazados a Polonia por las vías y combinaciones más variadas, y que comparten la misma pasión y objetivos con más de tres mil kilómetros de distancia, la que hay entre Sevilla y Breslavia.

La temperatura ha ido en ascenso conforme llegaba el partido y el paroxismo, si es que ello es posible con cuarenta grados fuera y fiebre bética por dentro, ha llegado cuando el equipo verdiblanco ha saltado al césped del estadio breslavo y, 'apiñados como balas de cañón', los béticos han empezado a cantar su himno: 'Hay una leyenda que recorre el mundo entero', de Breslavia a Heliópolis, el pulmón de un 'manicomio' en blanco y vrede. EFE