París, 15 may (EFE).- La OCDE considera imperativa una acción preventiva ante la constatación de que una exposición de tiempo excesiva de los adolescentes a las pantallas es dañina para su salud y bienestar, dado el nivel de presencia en sus vidas de dispositivos digitales, que ha pasado a ser prácticamente generalizado.
En un informe sobre el impacto de esos dispositivos en la vida de niños y adolescentes publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que son para ellos "herramientas preciosas para el aprendizaje, la creatividad y las relaciones sociales", pero que también entrañan riesgos.
El punto de partida es la descripción de la situación con cifras: el 95 % de los adolescentes de 15 años de sus países miembros tienen (con datos de 2022, los últimos disponibles de forma comparada) un móvil con acceso a internet y también lo tienen un 70 % de los niños de 10 años.
La mitad de los chicos de 15 años pasan al menos 30 horas a la semana con sus aparatos digitales y hay una minoría, pero significativa (entre el 10 % en Japón y el 43 % en Letonia) que están por lo menos 60 horas.
De forma general, el tiempo que pasan delante de las pantallas aumenta con la edad, pero para una misma edad también ha crecido en los últimos años; y uno de los problemas es que los niños muchas veces no tienen los conocimientos para moverse en ese entorno con seguridad y no anticipan las consecuencias de lo que hacen ni las intenciones que se ocultan detrás de muchos contenidos.
Los autores del estudio destacan que el tiempo que pasan con esos dispositivos los adolescentes supera con mucha frecuencia el tope de dos horas diarias que preconizan las autoridades sanitarias en países como Alemania, Australia y Estados Unidos.
De hecho, los quinceañeros de los países miembros pasan de media dos horas al día delante de las pantallas en la escuela para su aprendizaje, a los que se suma 1,5 horas fuera del centro también para esos mismos fines escolares y otras 3,7 horas dedicadas al ocio (3,9 los fines de semana).
A ese respecto, hacen notar que su bienestar en este entorno digital depende sobre todo de las actividades que hacen allí, de sus comportamientos y de las relaciones que establecen.
Y esas actividades dependen de diversos factores, entre los que están el origen social de los chicos, el marco familiar, el de los amigos y el escolar en el que se mueven, así como los adultos de su entorno.
Así, por ejemplo, los que proceden de un medio económico favorecido son más susceptibles de utilizar los recursos digitales para su instrucción que los de familias con pocos medios.
La OCDE se muestra más que escéptica con la idea, como se ha planteado últimamente en Australia, de una prohibición total de las pantallas, de ciertos aparatos o de acceder a ciertos medios, como las redes sociales, para proteger a los niños y adolescentes.
En primer lugar porque todo eso está ya integrado desde una edad muy precoz y resulta difícil invertir la tendencia, lo que hace dudar de su efectividad.
Pero también porque los niños necesitan adquirir unas competencias digitales "indispensables para su vida personal y profesional futura" y porque ni responde a sus demandas para estar protegidos en línea ni al hecho de que sus padres o los adultos de confianza les pueden ayudar a moverse en seguridad por ese universo.
La OCDE pone el acento igualmente en que para la mayoría de los adolescentes los dispositivos digitales tienen un efecto positivo o neutro en su salud y bienestar, así como en que la utilización problemática se manifiesta en "una minoría de individuos vulnerables".
Esa utilización problemática queda en evidencia cuando los chicos no consiguen controlar el tiempo que pasan conectados, se sienten obligados a continuar y eso en detrimento de sus tareas cotidianas o de su bienestar.
Llevado al extremo, eso conduce a comportamientos equiparables a la adicción, que acarrean riesgos de depresión, ansiedad, soledad, dificultades escolares, problemas con el propio cuerpo o alteraciones del sueño, unas patologías que afectan más a las chicas que a los chicos. EFE
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