
P: Las pupilas de mi gato mayor parecen permanecer dilatadas, incluso con mucha luz. ¿Por qué?
R: En gatos mayores, las pupilas dilatadas suelen ser solo un signo de una afección inofensiva llamada atrofia del iris. Sin embargo, si su gato tiene las pupilas dilatadas y parece somnoliento, no camina con normalidad, deja de comer o se choca con objetos, debe llamar a su veterinario de inmediato o llevarlo a una clínica de urgencias.
Estos signos pueden indicar enfermedades subyacentes graves que requieren tratamiento inmediato. Y si su gato bizquea o parece tener problemas de visión, o si sus ojos se ven nublados o rojos, consulte con su veterinario para ver si le conviene consultar con un oftalmólogo veterinario certificado.
¿Cómo funcionan los ojos de los gatos?
Al igual que en los humanos, la pupila de un gato es el agujero negro en el centro de la parte coloreada del ojo (el iris). La pupila se estrecha y se ensancha para regular la cantidad de luz que el ojo capta, optimizando así la percepción de las imágenes. Un pequeño músculo esfínter rodea la pupila y actúa como el cordón de una bolsa para estrecharla en respuesta a la luz intensa. Otro músculo dilata la pupila en la oscuridad.
La dilatación de las pupilas es un componente crucial de la respuesta de lucha o huida. Cuando un animal es perseguido por un depredador, la agudeza visual puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, por lo que las pupilas se dilatan. La respuesta de lucha o huida también ocurre cuando los gatos rastrean a una presa; si alguna vez has observado a un gato justo antes de abalanzarse, habrás visto sus pupilas dilatarse anticipando su presa. Y los gatos que experimentan el terror del transporte al veterinario suelen tener pupilas tan grandes como platos de comida.
¿Por qué las pupilas se ensanchan con la edad?

Pero las pupilas dilatadas no siempre son sinónimo de miedo o excitación. Con la edad, la parte del iris que rodea la pupila puede desgastarse, por lo que sus bordes adquieren una apariencia festoneada (atrofia del iris). La degeneración del músculo esfínter relacionada con la edad también debilita la capacidad de la pupila para contraerse.
En ocasiones, todo el iris se adelgaza y parece un fino velo de encaje. Cuando esto ocurre, la luz reflejada por la parte iridiscente de la retina (el tapetum lucidum) se filtra a través del iris, creando un efecto de “vitral”.
La atrofia del iris no suele afectar la visión, pero puede aumentar la sensibilidad a la luz. La atrofia del iris suele ser un hallazgo casual en gatos mayores que examinamos para detectar otros problemas, y casi todos los perros mayores presentan algún grado de atrofia del iris, afirma Sara Thomasy, diplomada del Colegio Americano de Oftalmología Veterinaria y profesora de ciencias quirúrgicas y radiológicas en la Universidad de California en Davis. (La edad adulta se define como más de 10 años en los gatos y el último 25% de la vida en los perros).
¿Cuáles son algunas causas preocupantes de la dilatación de la pupila?
Aunque la dilatación de las pupilas no sea motivo de preocupación, también puede ser señal de una enfermedad grave. Un daño extenso a la retina o al nervio óptico provoca ceguera y la incapacidad de las pupilas para contraerse ante la luz. Este daño puede deberse a ciertas infecciones, hipertensión arterial, algunos medicamentos, una deficiencia dietética del aminoácido taurina, enfermedades hereditarias que provocan la degeneración de la retina y glaucoma.

El glaucoma, que tiene múltiples causas, se refiere al aumento de la presión dentro del globo ocular. Este aumento de presión primero daña el músculo del esfínter del iris, y luego la lesión se extiende a la retina, provocando ceguera y pupilas dilatadas. Según Thomasy, el glaucoma en gatos suele deberse a una inflamación ocular o uveítis. Aunque la uveítis puede causar que el ojo se vea turbio, a menudo, las pupilas dilatadas son el único signo de glaucoma en gatos, añadió.
Thomasy también describió casos poco frecuentes de ceguera con dilatación pupilar en gatos sometidos a procedimientos dentales prolongados bajo anestesia, incluyendo un caso de 2025 en el Reino Unido.
En estos gatos, mantener la mandíbula abierta durante un tiempo prolongado (con instrumentos con resorte) interrumpió el flujo sanguíneo a la retina, provocando la muerte de las células retinianas. Para prevenir esto, se ha recomendado a los veterinarios evitar la apertura prolongada de la mandíbula durante procedimientos quirúrgicos en gatos.
Las pupilas dilatadas también pueden ser consecuencia de daño cerebral, que suele ir acompañado de otros signos de enfermedad cerebral, como falta de respuesta o convulsiones. Las infecciones, ciertos tipos de cáncer, los traumatismos craneoencefálicos, toxinas como el cebo para caracoles y la deficiencia dietética de tiamina (vitamina B1) también pueden causar enfermedad cerebral con dilatación pupilar.
¿Qué debo hacer si me preocupan los ojos de mi gato?

Si su gato es menos interactivo, no camina bien, come menos o se choca con las cosas, consulte a su veterinario lo antes posible para descartar problemas más graves en los ojos y el cerebro. Vaya a una clínica de urgencias si es fuera del horario de atención o no puede conseguir una cita de rutina en 24 horas. Los veterinarios pueden realizar un examen neurológico para evaluar la función del cerebro y los nervios que controlan el tamaño de la pupila.
También pueden usar instrumentos especiales que iluminan y amplían cada parte del ojo de su gato para distinguir entre las causas de las pupilas dilatadas. En algunos casos, podría ser necesario derivarlo a un oftalmólogo veterinario certificado. Pero no hay motivo de preocupación si su gato se comporta con normalidad, especialmente si el iris solo se ve un poco irregular en los bordes.
Jane Sykes es profesora de medicina veterinaria en la Universidad de California-Davis. Es especialista certificada en medicina interna de pequeños animales (perros y gatos), con especial interés en enfermedades infecciosas. Además de su título en veterinaria, cuenta con un doctorado de la Universidad de Melbourne, un MBA de la Universidad de Georgia y un MPH de la Universidad Estatal de Kansas, y es miembro distinguido de las Academias Nacionales de Práctica Veterinaria. Es la orgullosa dueña de dos labradores retrievers (Flora y Bodhi) y un gato atigrado naranja (Freckles).
©The Washington Post
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