
Cuándo el reloj marque las seis de la tarde en Caracas las puertas de los centros de votación deberán cerrarse, una sola situación puede cambiar esto: que aún haya gente en la fila esperando para votar.
La oposición ya advirtió a su masa de votantes que deben estar atentos, y María Corina Machado justo después de votar dio instrucciones para que nadie se descuide. “¡Ningún testigo se va de su centro de votación sin el acta en la mano!”, dijo a la prensa.
El miedo surge en parte por lo que se llama operación remate, una vieja estrategia del gobierno, utilizada en elecciones anteriores. Básicamente consiste en esperar hasta las cinco de la tarde y lanzar entonces una enorme ola de votantes de última hora, para dar un golpe de efecto sobre el final y acaparar a la hora de cierre los centros de votación.
Este año, sin embargo, la oposición está prevenida de esto y prepara su propia operación remate. Pretenden así ocupar las escuelas con gente propia y dar la batalla voto a voto o papelito por papelito como gritan muchos emocionados por las calles.

Los efectos de esta estrategia cruzada se ven en las calles de Caracas: de repente comenzaron a circular motos y vehículos por todos, moviéndose en caravana. Grupos que hasta la media tarde habían permanecido dormidos.
La mesa de unión democrática prepara sus reportes con datos que, aseguran, son alentadores, y la carpa blanca que el Consejo Nacional Electoral instaló fuera de su sede comienza a ver movimiento. Elvis Amoroso, el rector del CNE, es el hombre más mencionado del momento en cada esquina de la ciudad. ¿Hará honor a su cargo como rector de un poder independiente o moverá las fichas para ayudar a un gobierno del cual es íntimamente cercano? No se trata solo de él, aseguran algunos, hay cargos medios comprometidos con la democracia.
El comando de la oposición por su parte trabaja atomizado por todo el país. Recibe denuncias de “incidencias”, como le llaman a los incidentes, y publican en redes sociales todas las alertas que consideran oportunas. Parte del equipo de María Corina Machado debe trabajar encerrado. Se trata de sus colaboradores que se refugiaron en la embajada argentina antes de ser detenidos por el régimen. Cercanos a ellos cuentan de primera mano que tienen instaladas varias pantallas desde las cuales monitorean todo lo que pasa.

“Esto es como un comando por zoom. Están haciendo lo más que pueden desde ahí, con varios teléfonos a la vez. Son muchas operaciones juntas”, dicen.
Durante el cierre de campaña tuvieron su bocado de presencialidad, la caravana de María Corina pasó por la embajada Argentina y ella les dedicó una palabras de agradecimiento desde afuera, a vociferada limpia.
Son los últimos minutos de votación. La operación remate puede cargarse hoy de un nuevo sentido. Las calles respiran una ansiedad nunca antes conocida.
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