
A sus 71 años, Jackie Chan sigue personificando el compromiso con el movimiento auténtico y la superación constante.
Alejado de cualquier retiro, continúa involucrado directamente en las escenas de acción de sus películas, fiel a una convicción que lo acompaña desde su infancia y que hoy se expresa con igual vigor en cada producción. Su filosofía ha sostenido el atractivo único de sus películas y lo colocó como una referencia insoslayable del cine físico.
La trayectoria de Jackie Chan arranca en su niñez, en un entorno donde el rigor y la exigencia se convirtieron en parte de la formación cotidiana. Su carrera se cimentó en hacer propias escenas de acción en cada rodaje, sin intermediarios ni atajos. El compromiso con el riesgo físico no responde únicamente a una cuestión de estilo o marketing, sino a un código personal. El propio Chan sintetiza esta ética con ironía y constancia: “Siempre hago mis propias acrobacias. Así soy. Eso no cambiará hasta el día de mi jubilación, ¡que probablemente nunca llegue!“.

Durante más de sesenta años, el entrenamiento y la exposición al riesgo se absorbieron en la vida cotidiana del artista. Para Chan, la capacidad de seguir realizando movimientos exigentes no se apoya solo en el entrenamiento físico, sino en un estado mental construido a lo largo de las décadas: “Cuando lo has hecho durante 64 años seguidos, ya no hay preparación física. Todo está en tu corazón y alma”.
Por otro lado en una entrevista para WebMD, el actor compartió detalles sobre sus costumbres en relación a la salud y el bienestar físico. Explicó que su mejor hábito es el ejercicio regular: “Hago entrenamiento cruzado al menos tres veces por semana”.
También reconoció que su dificultad principal radica en el descanso: “Odio descansar. Aunque no me afecta para nada. Suelo echarme una siesta y recupero la energía”. Consultado sobre su filosofía personal, sostuvo: “Mi filosofía de salud es no hacer dieta, comer todo lo que me gusta y ser feliz”. Estas declaraciones delinean un enfoque basado en la actividad constante, el equilibrio y el disfrute personal.
Las cicatrices del oficio: perseverar tras las lesiones
El compromiso de Jackie Chan no evitó las consecuencias físicas, testigos silenciosos de una dedicación sin descanso. A lo largo de su vida, acumula una larga lista de lesiones, desde fracturas graves hasta intervenciones quirúrgicas. Uno de los episodios más recordados por el propio Chan ocurrió durante la filmación de Armour of God en 1986, cuando una caída de un árbol casi termina en tragedia. El incidente marcó un antes y un después, provocando una reflexión profunda sobre los límites y riesgos del trabajo físico en el cine.
El actor recuerda ese momento límite con una imagen poderosa: “Estuve literalmente a un paso del cielo o del infierno”. Sin embargo, lejos de utilizarlo como freno, esa experiencia profundizó su determinación y su voluntad de seguir construyendo escenas creíbles, sin concesiones a la comodidad o la prudencia.

Las lesiones no lograron desplazarlo del set ni modificar en esencia su manera de filmar. El dolor y la fragilidad pasaron a ser parte de la rutina, integrados en una biografía donde la resiliencia es central: “Ya no soy como cuando tenía 20 años y podía hacer una triple patada en el aire. Ahora, hago una sola patada”. En lugar de disminuirlo, el paso del tiempo y las adversidades realzan la firmeza con la que mantiene su método y presencia.
Regreso a Karate Kid: el entusiasmo de ser mentor
Con el estreno de Karate Kid: Leyendas, Jackie Chan vuelve a ponerse en la piel del Sr. Han, el mentor que debutó en 2010 en la versión junto a Jaden Smith. En esta nueva entrega, Chan se reencuentra con el personaje y lo sitúa en Nueva York, sumergido en la enseñanza del kung fu a Li Fong, interpretado por Ben Wang.
La producción destaca por enfatizar la función del maestro, no solo como entrenador físico, sino como guía en valores y actitudes. En la película, el Sr. Han colabora con Daniel LaRusso (interpretado por Ralph Macchio), uniendo dos tradiciones de artes marciales y trasladando a la trama los principios que Chan defiende fuera de cámara: disciplina, esfuerzo sostenido y humildad.

El vínculo con una nueva generación se refuerza en la modalidad de trabajo, donde Chan no solo actúa o dirige, sino que también se involucra en los detalles de la puesta en escena y en la capacitación de quienes lo rodean.
Durante la filmación de Karate Kid: Leyendas, participó activamente con sugerencias y correcciones puntuales que contagian una búsqueda incesante de excelencia. Ben Wang recuerda que Chan, incluso, se ocupó de dirigir a los extras para mejorar la naturalidad de las tomas, evidenciando una verdadera obsesión por la plenitud del resultado.
La presencia persistente de Jackie Chan en el cine de acción tiene raíces profundas en una decisión de vida que lo define. Su adhesión incuestionable a las acrobacias propias, incluso con las huellas del tiempo en el cuerpo, y su retorno en proyectos como Karate Kid: Leyendas no tienen únicamente un valor nostálgico. Constituyen la continuación de una escuela donde la centralidad está puesta en la honestidad física, la inspiración permanente y el compromiso contagioso con el trabajo bien hecho.
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