
Una criatura peluda, de orejas puntiagudas y sonrisa filosa empezó a aparecer en las carteras de lujo, los aeropuertos, las pasarelas y los vestuarios deportivos más fotografiados del planeta. Nadie sabía bien qué era, pero todos querían uno. Los Labubu, figuras nacidas de un cuento ilustrado, se convirtieron en muñecos codiciados, objeto de colección y accesorio de moda global en apenas un año.
Los Labubu nacieron en 2015 como parte del universo ilustrado del artista Kasing Lung, oriundo de Hong Kong y criado en Europa. Su estética mezcla lo fantástico y lo emocional: orejas puntiagudas, sonrisa afilada, cuerpo peludo y ojos expresivos.
La inspiración proviene de su fascinación por el folclore europeo. “Me encanta la tradición de los antiguos mitos sobre duendes. Me di cuenta de que no había muchas historias así, así que intenté mezclar lo que escuché con mis ideas y crear mis propios relatos”, contó Lung en una entrevista con el canal LKF.

Tras una alianza con la empresa china Pop Mart, los muñecos fueron lanzados como parte de la serie The Monsters, en múltiples versiones y colecciones temáticas: bosque, circo, Halloween, Navidad.
El uso de cajas ciegas, donde el comprador desconoce el diseño que recibirá, convirtió la experiencia en un fenómeno de culto. El muñeco pasó de ser objeto de colección a símbolo de identidad estética, especialmente entre celebridades y figuras del entretenimiento, la moda y el deporte.
Wanda Nara: del accesorio pop al relato familiar

Desde principios de 2025, Wanda Nara sumó a los Labubu a su repertorio visual. Peluches colgados de carteras, figuras en sus sesiones fotográficas y hasta regalos para sus hijas.
La empresaria transformó al muñeco en un símbolo de estilo personal, integrándolo a su rutina diaria: sets de televisión, viajes internacionales, eventos públicos y jornadas escolares.

Su vínculo con estos personajes no se limita al consumo de tendencia: también los resignificó como parte de su universo íntimo, al regalarle a sus hijas un Labubu gigante traído de Europa.
El gesto reforzó una estética que combina lujo, ternura y cultura visual compartida.
Rodrigo De Paul: el ingreso del Labubu al mundo del fútbol

Durante el Mundial de Clubes, Rodrigo De Paul apareció en escena con un Labubu vestido con la camiseta número 7 de la Selección. El muñeco estaba colgado de su bolso de mano, en plena concentración.
El gesto de De Paul evidencia cómo el personaje dejó de pertenecer exclusivamente a la órbita de las figuras del espectáculo para irrumpir también en espacios tradicionalmente ajenos al mundo del coleccionismo de diseño.
Dua Lipa: aeropuerto, bolso negro y Labubu en primer plano
En diciembre del año pasado, Dua Lipa fue fotografiada en el aeropuerto de Nueva York llevando un conjunto invernal de tonos neutros y un enorme abrigo acolchado que apenas dejaba entrever su look informal.

Llevaba una cartera Hermès negra que no pasó desapercibida: colgaban de ella varios muñecos Labubu en diferentes versiones.
Esa imagen confirmó su adhesión a la tendencia. Sin necesidad de posar o promocionar, la cantante británica incorporó los personajes peludos a su rutina de viaje como quien lleva consigo algo más que un adorno: un emblema personal.
David Beckham: gesto familiar y sofisticación lúdica
El exfutbolista compartió en redes una imagen con su nuevo Labubu blanco, obsequio de su hija Harper, colgado de un bolso azul claro. El detalle capturó la atención no solo por su ternura, sino por el contraste entre el peluche y el accesorio de lujo que lo portaba: un Hermès Birkin.

El gesto, íntimo y espontáneo, fue leído como una apropiación sofisticada del fenómeno.
El muñeco funciona como vínculo afectivo, pero también como guiño a una estética contemporánea que encuentra valor en lo inesperado y lo excéntrico.
Rosé: de ídolo del K-pop a impulsora de tendencia
Integrante de BLACKPINK, Rosé fue una de las primeras en visibilizar el auge de los Labubu dentro del circuito del K-pop. En sus publicaciones, el muñeco aparece como parte de su vestuario o complemento de viaje. Su adhesión marcó el abandono de los Sonny Angels, los anteriores peluches virales, e inauguró una nueva era de coleccionismo emocional y estético.

A través de Rosé, el muñeco adquirió presencia en videoclips, sesiones de fotos y presentaciones, expandiendo su alcance entre fanáticos de Asia, América Latina y Europa.
Lisa: la explosión internacional del muñeco
El fenómeno global de los Labubu explotó cuando Lisa, también miembro de BLACKPINK, publicó una imagen abrazando un muñeco de gran tamaño. El personaje ya formaba parte de su colección personal: colgado de carteras, en su estudio o en sus viajes.

La publicación aceleró el interés internacional y provocó un aumento abrupto de las búsquedas, compras y contenidos en redes.
Con más de 100 millones de seguidores, Lisa fue la figura clave que transformó a Labubu en un ítem aspiracional. Desde entonces, el muñeco se posicionó como objeto transversal de la cultura pop contemporánea.

Simone Biles: alta costura en miniatura desde Hong Kong
Durante un viaje reciente a Hong Kong, la gimnasta olímpica Simone Biles se sumó a la tendencia de los Labubu con una escena inesperada: compartió en sus historias de Instagram una imagen de dos muñecos vestidos con atuendos coordinados de Gucci.

“¿Espeluznante o lindo?”, escribió junto a la foto, donde se veían las figuras con trajes negro y marrón, acompañados por sombreros tipo bucket a juego. En el mismo posteo, agregó con ironía: “No lo puedo decir, pero como estoy en Asia, TENÍA QUE hacerlo”.
“Muy específico, como dijo @haileybieber”, añadió Biles en letras pequeñas, con un emoji de risa. La publicación fue replicada por Hailey Bieber, quien también se declaró fan de estos muñecos y agregó: “¡Muy específico!“.
Kim Kardashian: muñecos como alta costura
Kim Kardashian se mostró en varias ocasiones con modelos exclusivos de Labubu, algunos vinculados a ediciones especiales con marcas de lujo. En una de sus apariciones más comentadas, llevó uno colgado de una cartera de piel de cocodrilo.

Su elección conecta con una estética que combina ostentación, ironía y fetichismo visual.
En su universo, el Labubu no es un juguete, sino una extensión del look, un statement pop que dialoga con el lujo y la nostalgia. El personaje muta así en emblema de una moda que juega con los límites del diseño.
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